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Control de identidad: el fracaso de una mala política Opinión

Control de identidad: el fracaso de una mala política

Cristián Riego
Por : Cristián Riego Profesor de derecho procesal penal, Derecho Universidad Diego Portales
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Más allá de las consideraciones de sentido común, son los resultados cuantitativos los que evidencian la ineficacia. Los cinco millones de controles del año pasado no han contribuido, en nada, al aumento de la captura de delincuentes. Las capturas que antes se lograban con 2 millones de controles son algo más, de acuerdo con los datos del propio Gobierno, que las que hoy se consiguen con más del doble de esos controles. Esto no es demasiado sorprendente, porque ya sabíamos que la tasa de efectividad de los controles con indicio es mucho más alta que aquellos que se realizan sin indicios.


Los datos han terminado por mostrar que la política consistente en ampliar las facultades y la práctica de los controles de identidad callejeros ha fracasado y debiera ser abandonada. Antes de la reforma de 2016, la policía realizaba algo más de 2 millones de controles anuales, pero de aquellos basados en indicios. El año 2018 se hicieron algo menos de 5 millones de controles, la gran mayoría de ellos sin indicios, porque los otros se han ido reduciendo sistemáticamente.

La política descrita ha significado un enorme esfuerzo policial en términos de tiempo destinado por los carabineros a estas tareas y su no utilización en otras que, seguramente, son importantes. Pero, además, supone un alto costo en cuanto a la relación entre la policía y los sectores populares, la que en criterios óptimos debería desarrollarse bajo una lógica de confianza mutua, en la que los ciudadanos perciban a los policías como servidores dispuestos a prestarles auxilio.

No es difícil entender cómo los controles masivos, aplicados sistemáticamente sobre ciertos segmentos de la población, no envían un mensaje ni de confianza ni de servicio, sino por el contrario, uno de desconfianza, porque ponen al policía como un agente de puro control sobre grupos sociales muy amplios.

Es también bastante evidente que los controles, a pesar de sus costos, son necesarios en algunas ocasiones, pero un buen trabajo policial debe tender a focalizarlos en la mayor medida posible, para lo cual la exigencia de indicios, más que un obstáculo, es una guía de cómo debe hacerse un buen trabajo.

[cita tipo=»destaque»]Que una política estatal fracase no es ni extraño ni tan problemático, sobre todo porque las buenas políticas en temas complejos suelen ser el producto de aprendizajes de largo plazo por parte de la comunidad, proceso que incluye aprender colectivamente de los errores. Lo preocupante es que a veces el populismo es capaz de instalar una especie de sentido común distorsionado, de acuerdo con el cual el fracaso solo es una señal de la necesidad de persistir en profundizar lo que venimos haciendo mal.[/cita]

Más allá de las consideraciones de sentido común, son los resultados cuantitativos los que evidencian el fracaso. Los cinco millones de controles del año pasado no han contribuido, en nada, al aumento de la captura de delincuentes. Las capturas que antes se lograban con 2 millones de controles son algo más, de acuerdo con los datos del propio Gobierno, que las que hoy se consiguen con 5 millones de controles. Esto no es demasiado sorprendente, porque ya sabíamos la tasa de efectividad de los controles con indicio es mucho más alta que la de los sin indicios.

Que una política estatal fracase no es ni extraño ni tan problemático, sobre todo porque las buenas políticas en temas complejos suelen ser el producto de aprendizajes de largo plazo por parte de la comunidad, proceso que incluye aprender colectivamente de los errores. Lo preocupante es que a veces el populismo es capaz de instalar una especie de sentido común distorsionado, de acuerdo con el cual el fracaso solo es una señal de la necesidad de persistir en profundizar lo que venimos haciendo mal.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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