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Macri: ¿candidato o presidente? Opinión

Macri: ¿candidato o presidente?

Gabriel Gaspar
Por : Gabriel Gaspar Cientista político, exembajador de Chile en Cuba y ex subsecretario de Defensa
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¿Podrá el gobierno argentino mantener firme el timón de la economía hasta el último de sus días? En esta perspectiva, los meses que faltan para la elección, cualquiera sea el que gane, pueden hacerse eternos y también muy volátiles. Para ser diplomáticos, un Gobierno que emergió prometiendo ordenar la economía, abrir Argentina al mundo y dar paso al crecimiento y el desarrollo, se encuentra hoy en medio de una de las peores crisis desde los tiempos del corralito (2001).


Los sistemas políticos que contemplan la reelección del presidente tienen un desafío al momento de la campaña: cómo conciliar el rol del mandatario con el de candidato. Y eso es lo que hoy experimenta Mauricio Macri en Argentina.

Los candidatos se deben abocar a conseguir votos, ganar adeptos, convencer a la ciudadanía de que son mejores que sus competidores, mientras que los presidentes gobiernan para toda la nación, porque sus decisiones afectan a todos los ciudadanos, más allá de si votaron por ellos o por la oposición.

Si este doble rol ya de por sí es complejo, lo es aún más cuando se entra a la recta final del mandato con una derrota contundente, como la que el peronismo le propinó a Macri el domingo en la noche en las primarias: 15 puntos de diferencia que se tornan muy difíciles de remontar en dos meses.

[cita tipo=»destaque»]De asumir las orientaciones del presidente, la fórmula para salir de la zozobra sería que en las próximas elecciones los ciudadanos votasen por aquellos candidatos que no asustan a los mercados. En medio de uno de los peores días de la economía argentina, el presidente Macri no salió a informar a la población las medidas que su Gobierno adoptaría para enfrentar la crisis, no se hizo acompañar por su ministro de Economía, no le habló a la ciudadanía como mandatario, sino como candidato.[/cita]

En una peculiar conferencia de prensa a la tarde siguiente de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), Macri se refirió a “las dificultades que ha generado esta elección”, aludiendo directamente a que “la alternativa kirchnerista no tiene credibilidad en el mundo” para justificar que el dólar se disparó por sobre los 55 pesos y la bolsa se derrumbó. Fue una conferencia como candidato, porque a su lado estaba su compañero de fórmula, el senador Miguel Ángel Pichetto, uno de los pocos peronistas que pudo sumar el oficialismo.

De asumir las orientaciones del presidente, la fórmula para salir de la zozobra sería que en las próximas elecciones los ciudadanos votasen por aquellos candidatos que no asustan a los mercados. En medio de uno de los peores días de la economía argentina, el presidente Macri no salió a informar a la población las medidas que su Gobierno adoptaría para enfrentar la crisis, no se hizo acompañar por su ministro de Economía, no le habló a la ciudadanía como mandatario, sino como candidato.

Las explicaciones del triunfo de la dupla Fernández y la consecuente derrota del oficialismo, tiene explicaciones que hoy se hacen obvias: el llamado “voto bronca” de buena parte de la población que ha visto deteriorarse su posición por la inflación, el desempleo y el aumento de la pobreza. La inflación bordea los 2 a 3 puntos cada mes y mejor no pensemos cómo estará a fin de año. Pero no solo es bronca, también se explica por el reagrupamiento de la oposición.

Si algo dejan estas primarias es que el “peronismo unido, jamás será vencido”, pero además que Alberto Fernández logró aglutinar más allá de sus fronteras y sumó a fuerzas de izquierda e independientes. En las pasadas presidenciales el peronismo se dividió entre las candidaturas de Scioli y Massa y, por ahí, logró mayoría el liberalismo macrista. Incluso, en las últimas elecciones parlamentarias de octubre del 2017, el oficialismo era la primera fuerza.

Pero la marcha de la economía y la sociedad pavimentó la convergencia opositora. De paso, el Gobierno extremó en su campaña una polarización entre oficialismo y kirchnerismo y, al final, el resultado saltó el domingo. Se notó, en especial, en la estratégica provincia de Buenos Aires, donde el peronismo unido en torno a Axel Kiciloff derrotó contundentemente a la promisoria dirigenta macrista María Eugenia Vidal.

¿Es Macri un pato cojo a partir de esta derrota? ¿Podrá el Gobierno mantener firme el timón de la economía hasta el último de sus días? En esta perspectiva, los meses que faltan para la elección, cualquiera sea el que gane, pueden hacerse eternos y también muy volátiles. Para ser diplomáticos, un Gobierno que emergió prometiendo ordenar la economía, abrir Argentina al mundo y dar paso al crecimiento y el desarrollo, se encuentra hoy en medio de una de las peores crisis desde los tiempos del corralito (2001).

La Casa Rosada tiene algún margen de maniobra si quiere ordenar la casa, pero ello implicaría actuar como Gobierno más que como comando de campaña, y que el presidente Macri asuma su rol de jefe de Estado y no solo de candidato.

Son muchos los analistas transandinos que opinan que el macrismo “ya fue” y, ante ello, no sería sorprendente que los sectores más tradicionales del establishment busquen construir un diálogo con Alberto Fernández, al que varios ya denominan como un virtual presidente electo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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