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Dos tesis y un funeral por la idea de posponer elección de gobernadores Opinión

Dos tesis y un funeral por la idea de posponer elección de gobernadores

Egon Montecinos
Por : Egon Montecinos Director Centro de Estudios Regionales, Universidad Austral de Chile
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¿Dónde está la esperanza? La esperanza está precisamente en la política de regiones y los líderes que creen genuinamente en el regionalismo y la descentralización política. La esperanza también está en los candidatos y candidatas a gobernadores regionales, que comiencen a demostrar desde ahora que son líderes que merecen conducir por 4 años a sus respectivas regiones, que pueden transformarse en contrapeso al centralismo arraigado en sus territorios.


¿Por qué no quieren realizar la elección de gobernadores regionales? Tengo dos tesis que pueden ayudar a comprender por qué razón los actores políticos de distintos partidos, en distintos momentos, insisten en el argumento de posponer la elección de gobernadores regionales, ahora hasta después del proceso constituyente.

Tesis 1: El Síndrome de Estocolmo. Popularmente, el síndrome de Estocolmo se asocia a cuando una persona que ha sido secuestrada se muestra comprensiva y benevolente con la conducta de los secuestradores y se identifica con sus ideas. En este caso el centralismo, en sus distintas expresiones (gobierno y partidos políticos), es el que mantiene históricamente secuestrados a líderes políticos, parlamentarios y partidos políticos, quienes terminan por sentir afecto por el centralismo. Contradictoriamente, los líderes de regiones que viven diariamente todas las distorsiones que genera esta patología política, en ocasiones se transforman en sus principales defensores, porque viven capturados por la decisiones centralistas de sus partidos, líderes nacionales, y cuando son gobierno, del centralismo gubernamental. Es por esto que no es extraño ver a líderes regionales defendiendo las ideas del centralismo político.

Tesis 2: El Cálculo Político. Esta tesis se explica porque muchos de los partidos o parlamentarios que en regiones sustentan el liderazgo político de sus coaliciones y/o partidos, para esta elección, no tienen candidatos(as) que satisfagan sus preferencias. Por lo tanto, ven en posponerla una posibilidad de que en las elecciones de alcaldes o parlamentarias del próximo año, a raíz de “buenas derrotas”, alguno de sus candidatos, incluidos ellos mismos, puedan presentarse a una futura elección de gobernador regional. Por el lado del Gobierno, predomina el cálculo y la posibilidad de jugar con las inhabilidades que actualmente afectan a cargos de primera y segunda línea, entonces, de posponer la elección, se podría jugar con eliminar la inhabilidad de renunciar 1 año antes y permitirle a alguno de los actuales intendentes o funcionarios gubernamentales, ser candidato en las próximas elecciones de gobernador.

El Funeral de la postergación: Si el argumento son los costos económicos que implica la elección, pues pospongamos todas las elecciones, incluidas las de alcaldes, cores, concejales, parlamentarias, presidenciales y dejemos de gastar recursos fiscales en actores políticos. ¿Suena ridículo? Sí, es ridículo, populista y demagógico, porque degrada más de lo que está a la actividad política. Aquella actividad, quizás la única, que nos permite vivir en democracia, donde la idea de unos pocos no se imponga a la idea de muchos, o que las mayorías nacionales no subyuguen a las minorías territoriales. Si a la idea anterior sumamos el argumento de esperar otorgarles mayores atribuciones a los gobernadores regionales, porque tienen pocas, esto es francamente triste y desilusionante. Más si lo dicen actores que tuvieron en sus manos la posibilidad de otorgarle mayores competencias al cargo de gobernador regional y no lo hicieron. Estos dos argumentos, francamente ridículos, para postergar la elección de gobernador regional, merecen sepultar esta intención, porque simplemente desnuda que detrás de ello existe un deseo centralista de seguir concentrando el poder en aquellas personas e instituciones que tradicionalmente lo han ostentado.

¿Dónde está la esperanza? La esperanza está precisamente en la política de regiones y los líderes que creen genuinamente en el regionalismo y la descentralización política. La esperanza también está en los candidatos y candidatas a gobernadores regionales, que comiencen a demostrar desde ahora que son líderes que merecen conducir por 4 años a sus respectivas regiones, que pueden transformarse en contrapeso al centralismo arraigado en sus territorios. Esto les sirve de un “entrenamiento político”, dado que así será la dinámica de la política que les tocará enfrentar cuando soliciten al centro político mayores atribuciones para sus regiones, del que recibirán, de seguro, negación permanente y constante a las solicitudes por mayores atribuciones.

Este es un buen momento para quienes aspiran a dirigir las regiones, para que hagan un frente común y exijan transparencia y respeto por los territorios, para que no se niegue la posibilidad de elegir a quien genuinamente representará a los habitantes de regiones.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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