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¿Cordero de Dios? Opinión

¿Cordero de Dios?

Mañalich hizo poco para separar responsabilidades en la gestión de la crisis. De ahí que la estrategia que se filtrará en los próximos días será la de convertirlo en el “Cordero de Dios”. Él será responsable de todos los pecados y, con su salida, se expían los errores y culpas del Gobierno, así como también de los inquilinos de La Moneda. Este diseño se complementa con la cuña del fin de una etapa y comienzo de una nueva.


La inesperada salida de su cargo del extitular de Salud, obliga a seguir haciendo las preguntas acerca de las razones que estuvieron detrás de la decisión de removerlo del gabinete. Esto, porque nueve días antes se había realizado un ajuste ministerial donde la estrategia sanitaria y económica pareció, en los hechos, confirmarse, al mantener inamovibles a los secretarios de Estado a cargo de dichas carteras. El entonces ministro Mañalich se sintió respaldado –una vez más– por el Presidente y, tras el ajuste del 4 de junio, esa fue la señal y el clima de opinión que se instalaron.

¿Qué cambió para que solo nueve días después Mañalich saliera del Gobierno? Las explicaciones son varias, como lo señala la crónica de El Mostrador del domingo 13 de junio, sobre la falta de credibilidad en la comunicación de Gobierno respecto de las cifras, a lo que se suma la fuerte fiscalización que estaba comenzando a acechar a las autoridades del Ministerio de Salud por parte de la Contraloría, el Ministerio Público y de la Cámara de Diputados, a través de la conformación de una Comisión Investigadora por el número de fallecidos.

Pero el punto central fue la gestión de la información, que constituía el factor clave para contener la propagación del virus en la sociedad, evitando que llegara –como lamentablemente ocurrió— a nuestro precario y vulnerable sistema sanitario, colapsándolo.

[cita tipo=»destaque»]La caída del “intocable” exministro Mañalich posibilitará disponer de un chivo expiatorio al cual adjudicarle todas las decisiones desacertadas de la crisis. Al mismo tiempo, obligará a una parte de la oposición a colaborar y pactar con el Gobierno. Así, el Presidente, fiel a su estilo, buscará distribuir los costos con la oposición y capitalizar los pocos aciertos que deja, hasta ahora, el manejo de la crisis de la pandemia en Chile.[/cita]

Lo que se esperaba de la comunicación de Gobierno era información diaria, con fuentes científicas, de manera trasparente, para instalar certezas en la población acerca del manejo de la crisis. Pero, como sabemos, el diseño del equipo de crisis –que conformaban, junto al Presidente, el señalado exministro; el jefe del segundo piso, Cristian Larroulet; y el exsubsecretario Rodrigo Ubilla— opto por blindar al Mandatario, intentar salvar la economía, construyendo un relato exitista, que permitiera capitalizar la aprobación de la gestión de la crisis sanitaria y económica en la figura presidencial.

Lo cierto es que la a concentración de la vocería en Mañalich se confundió con la gestión global de la crisis. ministros como Blumel y Espina –a cargo de las medidas que garantizaran la menor circulación y movilidad de las personas en los territorios bajo cuarentena, la eficacia de los cordones sanitarios o el trabajo de instituciones como el Registro Civil–  actuaron bajo una lógica de free riders, traspasando en los hechos su responsabilidad del manejo a Mañalich.

Hasta antes de su salida del gabinete, la agenda del exministro de Desarrollo Social, Sebastián Sichel, estaba más centrada en sus intervenciones en los matinales que de la focalización de las ayudas y medidas, para evitar que la gente de los grupos más vulnerables tuviera que salir de sus casas para obtener el sustento diario. Todas estas responsabilidades claves, para la opinión pública parecían formar parte de lo que le correspondía al “intocable” otrora poderoso exministro de Salud.

Ciertamente, Mañalich buscó que se leyera así. Hizo poco para separar responsabilidades en la gestión de la crisis. De ahí que la estrategia que se filtrará en los próximos días será la de convertirlo en el “Cordero de Dios”. Él será responsable de todos los pecados y, con su salida, se expían los errores y culpas del Gobierno, así como también de los inquilinos de La Moneda. Este diseño se complementa con la cuña del fin de una etapa y comienzo de una nueva.

Sin embargo, no sabemos a ciencia cierta cuál será la innovación en términos de política pública, ya que el ministro Enrique Paris siempre se declaró partidario de la estrategia de Mañalich y del Gobierno en el manejo de la crisis sanitaria. Esto, por ahora, es una incógnita. Tendremos que esperar lo que resuelva el segundo piso y los asesores del cada vez más estrecho círculo del Presidente, quienes son los verdaderos corresponsables del diseño comunicacional que ha puesto es escena La Moneda durante toda la crisis.

De este modo, la caída de Mañalich sirvió, además, para el segundo objetivo más preciado hoy por La Moneda, el Acuerdo Económico Nacional. No cabe duda que su salida viabilizó que parte de la oposición se allanara a alcanzar el acuerdo en la madrugada del domingo y, así, dar la señal de unidad que el Gobierno necesita para asegurar la gobernabilidad de los próximos 20 meses que le restan de mandato.

La caída del “intocable” exministro Mañalich posibilitará disponer de un chivo expiatorio al cual adjudicarle todas las decisiones desacertadas de la crisis. Al mismo tiempo, obligará a una parte de la oposición a colaborar y pactar con el Gobierno. Así, el Presidente, fiel a su estilo, buscará distribuir los costos con la oposición y capitalizar los pocos aciertos que deja, hasta ahora, el manejo de la crisis de la pandemia en Chile.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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