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Colombia: buena agenda bilateral, pero ¿avanzamos en la integración económica regional? Opinión

Colombia: buena agenda bilateral, pero ¿avanzamos en la integración económica regional?

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Eduardo A. Santos Fuenzalida
Por : Eduardo A. Santos Fuenzalida Experto internacional en asuntos de comercio
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Me pregunto qué seguimos esperando. ¿La aprobación de la nueva Constitución, como se insinuó en otras ocasiones? Lo lamento, pero creo que continuamos encerrados entre cuatro paredes. Estamos corriendo el riesgo de perder de vista los embates de la globalización y las transformaciones geopolíticas y económicas post-COVID que enfrentamos en el marco de la creciente hostilidad creada por la guerra en Ucrania y las desafiantes maniobras de China en el Asia Pacífico. Quedé con la firme impresión de que el presidente Petro visualiza estos desafíos, y que tiene la determinación de enfrentarlos con una Latinoamérica unida. ¿Dejaremos pasar esta nueva oportunidad de iniciar un diálogo serio a este respecto? Me parece que no podemos ignorar la invitación que nos hace el mandatario de Colombia.


Los que vieron la ceremonia de cambio de mando e investidura del nuevo presidente de Colombia, tuvieron la oportunidad de escuchar durante varios minutos a Gustavo Petro llamando a la unidad latinoamericana. Me conmovió la convicción y la fuerza con que lo hizo: “Es mucho más lo que nos une que lo que nos separa (…), juntos somos más fuertes. Hagamos realidad esa unidad que soñaron nuestros héroes [nacionales] (…) no es una utopía ni es romanticismo, es el camino para hacernos fuertes (…), si actuamos juntos, la voz de América Latina se escuchará” (CAPITAL Noticias / RED MAS Noticias, grabación en vivo). Lo comparto, y la visita del Presidente Boric a Colombia –como fue la Visita de Estado a la Argentina y la Cumbre de las Américas– era una tremenda oportunidad para avanzar en temas de integración económica regional. ¿Pero avanzamos en estas materias, o no? Es difícil saberlo, pero quedo con la impresión de que seguimos entregando señales confusas en materia de relaciones económicas internacionales.

Luego de las palabras de la ministra Urrejola, tenía la esperanza de que recibiríamos noticias alentadoras. Después de todo, se informó que entre los temas a conversar con el Presidente Petro en Colombia, había diversos asuntos de interés bilateral, incluyendo “las políticas económicas y comerciales” (Comunicado, Sala de Prensa, MINREL, 6 de agosto). Pero, hasta el momento de escribir estas líneas, solo existe información de prensa sobre lo conversado y –de acuerdo a dicha información– sigo pensando que aún no aterrizamos lo comprometido en el programa de la candidatura presidencial de Gabriel Boric. Solo declaraciones de buenas intenciones. Y –por ahora y en mi opinión– no parece existir un firme compromiso de alejarnos, de manera definitiva y efectiva, de las políticas internacionales seguidas hasta hoy. Así, corremos el riesgo de seguir enfrentándonos a los desafíos globales “por la nuestra”.

Me pareció notable la diferencia en énfasis de los temas conversados durante la conferencia de prensa que los presidentes ofrecieron al término de su reunión bilateral (El Tiempo, 8 de agosto, grabación en vivo). Mientras Gustavo Petro enfatiza el tema de la integración económica regional e invita a Chile –con mensajes claros y directos– a sumarse a la “revitalización” de la Comunidad Andina y al “fortalecimiento” de la CELAC, el Presidente Boric acota que “le alegra saber que el corazón latinoamericano empieza a latir junto (…)”. Luego, en respuesta a una pregunta sobre la idea de una “moneda única” latinoamericana, indicó estar “disponible” para conversar, señalando además: “A mí, todas las instancias e iniciativas de integración regional, que fortalezcan la cooperación entre nuestros países, me parece que apuntan en una buena dirección”. Agregando que “tenemos muchos elementos en que avanzar antes de algo de esas características (…)” (La Tercera, 8 de agosto).

Pero, nuevamente –en mi opinión– nada concreto o específico. Me pregunto qué seguimos esperando. ¿La aprobación de la nueva Constitución, como se insinuó en otras ocasiones? Lo lamento, pero creo que continuamos encerrados entre cuatro paredes. Estamos corriendo el riesgo de perder de vista los embates de la globalización y las transformaciones geopolíticas y económicas post-COVID que enfrentamos en el marco de la creciente hostilidad creada por la guerra en Ucrania y las desafiantes maniobras de China en el Asia Pacífico. Quedé con la firme impresión de que el presidente Petro visualiza estos desafíos, y que tiene la determinación de enfrentarlos con una Latinoamérica unida. ¿Dejaremos pasar esta nueva oportunidad de iniciar un diálogo serio a este respecto? Me parece que no podemos ignorar la invitación que nos hace el mandatario de Colombia. Su discurso inaugural abre claras posibilidades de cooperación regional con una propuesta de agenda de trabajo verde, feminista y profundamente transformadora que, además, destaca e incluye áreas de interés bilateral. Tampoco podemos ignorar el mensaje del Presidente Boric “invitando” a posibles iniciativas “de integración regional que fortalezcan la cooperación” en Latinoamérica.

Ambos presidentes proponen avanzar en proyectos y tareas concretas. Correcto, me parece lo más apropiado a nuestra realidad y necesidades actuales. Por lo demás, los grandes proyectos de cooperación regional han tenido solo impactos limitados. Tengo la convicción de que deberíamos aprender de la experiencia de Europa donde –a pocos años de una guerra devastadora– se embarcaron en un proyecto concreto de integración económica y política que ha tenido resultados sin precedentes. Como lo mencionó el Presidente Boric, el proceso de integración europeo se inició en un ámbito económico-político limitado: la Comunidad Europea del Carbón y el Acero, en 1951, y hoy la UE ha llegado a los 27 miembros, y hay otras naciones aspirando a acceder a la Unión.

Me sumo, y le “cobro la palabra” a ambos presidentes. Trabajemos en un proyecto concreto de interés bilateral: el desarrollo de nuestros sistemas agrícolas y alimentarios, el fortalecimiento de su comercio y la creación de un mercado libre agroalimentario para avanzar a un “Mercado Común Agroalimentario de Sudamérica” y a la integración económico-política regional. Ello permitirá, además, avanzar y enfrentar a nivel regional temas de la explotación abusiva de los recursos naturales y la protección del medio ambiente; el cambio climático; enfrentar los factores determinantes de la pobreza y subdesarrollo rural; fomentar el desarrollo de Agricultura Familiar Campesina y su integración a cadenas comerciales; y la soberanía y seguridad alimentaria, entre muchos otros.

En nuestro caso, iniciar esta conversación con Colombia, además, nos permitiría revisar el desequilibrio creciente en nuestra balanza comercial. Aun cuando nuestras exportaciones a Colombia han aumentado en los últimos 20 años de solo 275 millones de dólares en 2002 a 845 millones en 2021, alcanzando un promedio de 680 millones de dólares durante ese período, los envíos de Colombia han crecido más rápido. De hecho, sus exportaciones a Chile crecieron de solo 172 millones en 2002 a casi 1.090 millones en 2021 (promedio $867 en 2002-2021). Como resultado, hemos acumulado un déficit comercial que crece año a año y que en los últimos cinco, creció a un promedio de 212 millones anuales. Los principales productos exportados son de origen silvoagropecuario y alimentos, y representan casi el 52% del total, destacando las frutas (principalmente manzanas y peras); salmón; cigarrillos; maderas, piezas y tableros de madera; y vino.

En cuanto a Colombia, los envíos de productos silvoagropecuarios y de alimentos participan con solo un porcentaje muy menor (15%). En este sector, el producto más importante ha sido azúcar (54 millones de dólares), con las exportaciones de carnes de bovino aumentando rápidamente en 2021, luego de la apertura del mercado a la exportación de plantas procesadoras. Pero las mayores exportaciones de Colombia han sido, por lejos, las de carbón, que participaron con casi el 50% del total, durante el último quinquenio. También exporta manufacturas, como artículos diversos de plástico, cosméticos y medicamentos.

Aceptemos la invitación del presidente Gustavo Petro para colaborar en una iniciativa dirigida a avanzar en la integración económica regional. Inicialmente, tenemos espacio para cooperar en una agenda diversa en temas que compartimos, además de intentar mejorar las cifras de nuestro comercio bilateral. A partir de este intercambio, “afinaríamos” –en conjunto con Colombia– una propuesta de trabajo de nivel regional, que podremos promover en algún foro regional como, por ejemplo, la Comunidad Andina, que el presidente de Colombia propone fortalecer. Para consolidar los esfuerzos realizados en materia de apertura del comercio agrícola y alimentario deberemos, además, seguir eliminando barreras paraarancelarias, así como armonizando y estandarizando las normas y reglas que regulan la producción, el comercio y la distribución de productos agrícolas y alimentos.

No obstante, para realmente avanzar en el desarrollo sustentable de nuestros sistemas agroalimentarios y en el fortalecimiento del comercio regional, así como lograr un mercado libre agroalimentario en América del Sur / A. Latina, y luego un “Mercado Común” –como la base para un proyecto de integración económica regional viable–, deberemos incorporar el logro de objetivos regionales adicionales. Temas que deberían ser incorporados en este proyecto son, por ejemplo, la protección de los recursos naturales; protección del medio ambiente y cambio climático; normas de protección de las(os) trabajadoras(es) agrícolas; migraciones de trabajadores(as) temporales; y mecanismos de acceso de la Agricultura Familiar Campesina y productores indígenas a las cadenas de comercialización y exportación. Todo ello deberá ir acompañado de la debida cooperación técnica y el fortalecimiento de la institucionalidad comercial regional. Esperemos que esta no sea una oportunidad perdida más.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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