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De Gobierno feminista a Gobierno por las mujeres BRAGA Crédito: Agencia UNO

De Gobierno feminista a Gobierno por las mujeres

Hace un año, se conmemoraba un 8M ad portas de la llegada al poder de un “Gobierno feminista”, el primero de la historia de Chile y de América Latina. Había entusiasmo, euforia en algunos sectores. Tras doce meses, el escenario parece distinto. ¿Descolgados, descolgadas? ¿O, más bien, un cambio de estrategia ante la pérdida de glamour del feminismo? Al respecto, responden tres protagonistas desde distintos frentes. Todas coinciden en que la unidad transversal es la clave: la paridad en política es el mayor avance y ejemplo de ello: “Ya es inamovible y un gran triunfo de hombres y mujeres”, opinan.


Según la encuesta de la empresa de sondeos de opinión Black and White de propiedad cercana al expartido político Ciudadanos–, publicada hace pocos días, la mitad (51%) de las mujeres consultadas no está de acuerdo con que el Gobierno se haya definido como feminista y el 63% no lo percibe como tal. Si bien la consulta no hace comparación con otros momentos para comprender cómo estas percepciones variaron o no en el tiempo, la sensación ambiente parece diferente a la que se apreciaba hace justo un año. También lo parece el discurso. De hecho, cada vez se escucha más hablar de un “Gobierno por las mujeres” en reemplazo de un “Gobierno feminista”. Así lo aprecia la cientista política, investigadora, con un amplio currículum en partidos políticos y feminismo institucional, Javiera Arce.

“Es importante tener mucho cuidado con las etiquetas que se dan: el Gobierno feminista, el Gobierno medioambientalista… Me parece que tiene que ver con un tema de estrategia comunicacional. Ellos hace un año querían marcar ciertos puntos y me parece correcto–, lo que tiene que ver con esa visión de transformación y de mucha fuerza con la que entraron. Pero a medida que empezaron a conocer el Estado porque no lo conocían y se dieron cuenta de las limitaciones político-institucionales que tenían, que en el Congreso no contaban con una mayoría sustantiva para hacer esos cambios que planteaban, se empezó a generar una especie de instalación medio accidentada. Los errores de la exministra Siches, la mala relación que tenía el ministro Jackson con el Parlamento, pusieron cuesta arriba lo que podría haber sido una luna de miel. Esa etapa donde los presidentes o presidentas aprovechaban de enviar la cartera de proyectos estrella, donde marcaban la pauta de tramitación en los 100 primeros días, y que después se negociaban y lograban cristalizarse. El Gobierno, más allá de las 40 horas, comenzó a chocar muy fuerte con esa realidad. Una performance muy de vanguardia en términos discursivos, pero que se encuentra con una realidad muy compleja y difícil de transformar”, señala Arce.

El golpe de gracia llegó con el triunfo del Rechazo en el plebiscito de salida, donde se esperaba que “las mujeres” fueran un factor determinante a favor del Apruebo. “Esta pérdida no fue culpa de las feministas, pero faltó estrategia de las mismas feministas para invitar a las mujeres para que se hicieran parte de esta transformación… Pero finalmente perdimos en las mujeres, en los jóvenes, en todos lados. Muchas de las conquistas que estaban en el borrador no le hicieron sentido a la población, no le hicieron sentido a las mujeres”, subraya.

Y agrega: “Además, de esta performance del Gobierno feminista, está una limitación institucional que es gravísima, que tiene que ver con la Constitución del 80 que no permite mayores cambios, y muchos proyectos de ley tienen que estar matizados o simplemente van a generar resistencias institucionales”.

Izquierdas y derechas unidas

El 1 de junio de 2022, durante la primera Cuenta Pública, el Presidente Boric señaló: “Plantearse un Gobierno feminista implica que todas las acciones del Estado estén enfocadas en la paridad de género e igualdad en la arena institucional y política, así como ser capaces de incorporar la perspectiva de género en todas las políticas que tengan relación con la vida de las mujeres y diversidades”.

La senadora Paulina Núñez (RN) señala que, con esa declaración, el Gobierno se quedó solo en el título.

“Que el 63% de las mujeres no percibamos al Gobierno como feminista responde a que las mujeres no se sienten mejor (más apoyadas o protegidas) en este Gobierno que respecto de los anteriores. Es más, me atrevería a decir que se sienten más postergadas y con mucha inseguridad”, plantea la parlamentaria.

Por su parte, la socióloga e investigadora asociada del Centro de Ética Aplicada de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la U. de Chile, Lieta Vivaldi, especialista en derechos humanos, derechos sexuales y reproductivos, sociología jurídica, biopolítica, ética y feminismos, rescata el énfasis gubernamental: “En la conmemoración del 8M y al cumplirse un año desde que el Presidente Boric asumiera, es importante cuestionar y analizar en qué sentido, tanto la legislación como las políticas públicas impulsadas por el Gobierno, han avanzado hacia una real incorporación de las demandas feministas por una igualdad material. En este sentido, la paridad en los espacios de poder ha sido un sello de este mandato y también del nuevo proceso constituyente, lo que sin duda contribuye a que avancemos hacia una democracia más representativa”.

La paridad es un tema de unanimidad: las tres entrevistadas están totalmente de acuerdo. Lo mencionan como el mayor triunfo de las mujeres. “Se logró precisamente porque ningún sector político la hizo suya. La paridad es hoy algo que logra mayorías y eso es gracias a quienes la empujamos incluso contra parte de nuestra sector”, añade la senadora Paulina Núñez.

“Me siento triunfadora al ver que en el nuevo proceso constitucional la paridad de género nunca estuvo en cuestión y se comprendió como un imperativo democrático. Es el mayor avance, ya es inamovible y un gran triunfo de hombres y mujeres”, resume Javiera Arce, quien fue parte de la autoría de la paridad de género en la pasada Convención Constitucional.

Y aquí parece estar la clave para el futuro avance de la agenda de género.

“El feminismo no es bandera de un sector político. Lo avanzado al respeto del ejercicio de nuestros derechos, la generación de oportunidades, la no discriminación en diferentes ámbitos y las garantías estatales frente a diferentes situaciones no pueden perder ‘popularidad’, porque sería un retroceso para las mujeres. Distinto es cómo se fueron planteando algunos temas de manera ideologizada o sesgada en algunos casos, en eso efectivamente la sociedad no está de acuerdo. Avanzar en una agenda de género debe ser un deber de todas y todos y precisamente sin una política partidista y sin sesgos de ningún tipo”, propone la senadora Núñez.

Y está de acuerdo con ella la cientista política Javiera Arce.

“Todas las mujeres son muy importantes. Debemos bajar la intensidad odiosa y tratar de que estos temas pasen naturalmente a la conversación política. Entender que hay otras posiciones y la política de igualdad de género ha avanzado porque las mujeres han logrado unirse a pesar de sus diferencias. Da lo mismo si no te pones el pañuelo verde del aborto, esa performance ya basta, da lo mismo. Lo que hay que hacer es avanzar en una institucionalidad capaz de generar una profundidad en el país, porque si el día de mañana llega un autócrata que quiere generar un retroceso en lo poco que hemos avanzado, no termine afectando a las mujeres”, recalca.

La violencia: el gran tema pendiente

Según la misma encuesta mencionada anteriormente, entre las mayores preocupaciones de las mujeres está la seguridad (62%), seguida de la violencia de género (46%), también percibida como parte de la seguridad.

“Para que cumplan su compromiso y el feminismo no quede solo en una declaración de intención, deben concretar y sacar adelante proyectos como el proyecto de ley por el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia. No puede demorar más, y yo al menos he estado empujándolo y trabajando con el Gobierno para que sea ley. Ha faltado un trabajo más allá de la Comisión de Mujer, por ejemplo: en la Comisión de Constitución ha costado sacar adelante la ley integral y, si bien hay varios proyectos en esa instancia, es el Gobierno el que debe lograr que el nuestro se priorice. Un ejemplo de ello es el pago efectivo de pensiones de alimentos, que viene a complementar el registro de deudores. Fue una moción de parlamentarias que el Gobierno recogió y fuimos capaces de sacar adelante unidas y de manera transversal. Esto es un buen ejemplo de cómo debemos avanzar este año”, señala la senadora Núñez.

La parlamentaria por Antofagasta aprovecha de pedir mayor acogida a las propuestas que provienen de la derecha.

“Por ejemplo, me hubiese gustado un mayor apoyo en el proyecto de ley que modifica el Código del Trabajo para flexibilizar y compensar la jornada laboral de cuidadores de niños, niñas, adolescentes, discapacitados y personas mayores. Una mejor distribución de la jornada de trabajo. Se detuvo creyendo que era exclusivamente flexibilidad laboral y desde la subsecretaría del Ministerio del Trabajo hubo eco y apoyo. Todas y todos queremos avanzar en una agenda de género y debemos hacerlo con equilibrios y acuerdos, si no seguiremos sin sacar leyes y concretar proyectos”, enfatiza.

Para la socióloga Lieta Vivaldi es crucial contar con la participación ciudadana de los territorios para pensar en políticas públicas concretas.

“El creer que solo a través de más legislaciones, o legislaciones punitivas, puede solucionarse el problema de la violencia, por ejemplo, siempre será insuficiente, puesto que se necesitan políticas que aborden la prevención, campañas eficaces en torno a la misma, el acoso o tantos temas que son cruciales. Ya que, si existen legislaciones pero estas no son conocidas o no van acompañadas de cambios culturales, no sirven. Por ejemplo, en las universidades existen avances importantes desde temas de políticas de gobierno, como la creación de direcciones de género y la incorporación transversal de las temáticas en la educación”, detalla.

Y aunque hay voces que señalan que el feminismo habría perdido apoyo popular y por ello el giro semántico oficialista al hablar con términos más genéricos, inclusivos, menos feministas, para la socióloga Lieta Vivaldi resultan claves los movimientos feministas: “Es la manera para incidir y fiscalizar aquellos compromisos estatales respecto a la agenda de género y sus avances”, sentencia.

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