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Agustín Squella advierte que empobrecimiento del lenguaje en política puede terminar en desprestigio de la democracia PAÍS

Agustín Squella advierte que empobrecimiento del lenguaje en política puede terminar en desprestigio de la democracia

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El Premio Nacional de Humanidades explicó que “con las palabras damos nombre a las cosas, de modo que si perdemos palabras, lo que perdemos son las cosas que designamos con ellas. Perder palabras es perder cosas, o sea, parte de la realidad y el empobrecimiento del lenguaje trae consigo que percibamos y demos cuenta de una realidad también empobrecida”.


Un llamado a cuidar el lenguaje en política y la forma que a veces adopta el debate entre posiciones divergentes, formuló el abogado y candidato a constituyente por el distrito 7, Agustín Squella, señalando que  “cuando el lenguaje se empobrece o degrada – se empobrece por su pérdida o se degrada por su mal uso-, la cultura de un país corre la misma suerte y se perjudicada la realidad”.

El Premio Nacional de Humanidades explicó que “con las palabras damos nombre a las cosas, de modo que si perdemos palabras, lo que perdemos son las cosas que designamos con ellas. Perder palabras es perder cosas, o sea, parte de la realidad y el empobrecimiento del lenguaje trae consigo que percibamos y demos cuenta de una realidad también empobrecida”.

En este sentido advirtió que “al lenguaje de la política le han pasado ambas cosas -empobrecerse y degradarse- y de ahí una de las causas del desprestigio de muchos de los que utilizan ese lenguaje, un desprestigio que partió con los políticos, siguió con la actividad política y que podría terminar todavía con algo peor: el desprestigio de la democracia como forma de hacer política. Paremos entonces a tiempo”.

Mascarilla imaginaria

El profesor Squella remarcó que “otro tipo de daño al lenguaje es cuando lo empleamos de manera brusca, altisonante, grosera, combativa como si las palabras reemplazaran a las armas y quisiéramos llevarlas en las manos para ir al ataque de nuestros rivales en creencias, ideas o modos de vida”. Por tanto, agregó, “descuidar el lenguaje no es aquí pérdida de éste, sino su uso como arma arrojadiza que lanzar a la cara de quienes queremos descalificar, ofender, dejar por los suelos, aplastar y, en fin, lesionar con su dignidad, ese parejo valor que los humanos no reconocemos intersubjetivamente unos a otros como resultado de un proceso civilizatorio que ha tomado milenios”.

Finalmente, el académico puso énfasis en la exigencia de “buen trato” que formularon los movimientos sociales a partir de 2019 señalando que “quiero creer que era una demanda dirigida no sólo a los agentes públicos y privados con los cuales nos relacionamos habitualmente, sino que a todas las personas con las que nos vinculamos a diario”.

Es probable, concluyó, “que la pandemia -cuyos efectos tecnológicos todavía desconocemos- esté haciendo lo suyo en favor de la ira, el destemple, la agresividad, la desmesura, el estruendo, la precariedad, el insulto y el mal trato y si así fuera, debiéramos preocuparnos por nuestro lenguaje como lo hacemos con la posibilidad de contagiarnos con el virus infeccioso y mortal que ataca a nuestro cuerpo. Talvez necesitemos usar una mascarilla imaginaria para preservar y contener nuestras palabras”.

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