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¿Cuántas horas de trabajo al día son saludables?

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Hola, ¿cómo va tu vida? Ojalá muy bien. A propósito de vida, ¿qué porcentaje de ella dedicas al trabajo? Solemos escuchar que no se debe vivir para trabajar, más bien hay que trabajar para vivir, porque el fin último debería ser nuestro bienestar y no únicamente la productividad. Ese “valor” sobre el que se ha construido nuestra sociedad moderna y con el que se mide y medimos nuestro quehacer y desempeño.

  • ¿Cuántas horas de trabajo diarias o a la semana son las “saludables” si eres un trabajador del conocimiento y tu trabajo no requiere muchas tareas físicas? Averígualo en un artículo que habla sobre la gestión del tiempo, la productividad y lo saludable. “Una sociedad basada en la producción solo es productiva, no creativa”, dijo hace rato Albert Camus.
  • ¿Sabes qué es una ataxia? Es una enfermedad neurológica poco frecuente y tan rara como su nombre. La semana pasada se conmemoró el Día Mundial de las Ataxias. Una fecha que busca visibilizar esta enfermedad, promover la investigación y el acceso a nuevas terapias. Te cuento de qué se trata.
  • Para muchas mujeres la menstruación acarrea una serie de molestos síntomas, que en algunos casos son invalidantes. ¿Hay que “tener regla” todos los meses? ¿Qué pasa si la suspendes? En Mito o Verdad abordo este tema.

Y en el Chat con el especialista, el jefe de psiquiatría de Clínica Mayo, Jeffrey P. Staab, explica la base neurológica del mareo y trastornos de equilibrio. Y advierte que no todo es culpa del estrés.

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¿Cuánto trabajo es suficiente trabajo?

Foto de Jakub Zerdzicki.

¿Cuántas horas trabajas a la semana o al día? Y si ya te retiraste, ¿recuerdas cuánto tiempo le dedicabas a tus jornadas laborales? Todos sabemos que mantener una buena salud depende de muchos factores y uno fundamental es el descanso, el ocio físico y mental. Aunque en nuestra sociedad, construida sobre principios de productividad, es fácil decirlo, pero difícil cumplirlo.

  • ¿Cuánto trabajo es suficiente? ¿Hay un número ideal de horas que deberías trabajar todos los días? Muchas personas creen que, mientras más trabajan, más productivas son, pero como dijo Albert Camus: “Una sociedad basada en la producción solo es productiva, no creativa”.
  • La mayor parte de la literatura de investigación sobre productividad se deriva de los análisis económicos y del comportamiento del mercado, donde las actividades productivas no remuneradas generalmente están excluidas de esos análisis. Igualmente, hay poca investigación en la intersección de la salud mental y la productividad.

Lo anterior es sorprendente, teniendo en cuenta que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la depresión y la ansiedad cuestan un 1 billón de dólares al año en pérdida de productividad para la economía global.

  • Pero las nuevas generaciones, quizá pandemia de por medio, están mirando de forma diferente el trabajo y el tiempo dedicado a él y están de acuerdo con que enfocarse solo en la productividad puede, irónicamente, resultar contraproducente.

Gestionar el tiempo

A mediados del siglo pasado, los profesores de psicología Raymond Van Zelst Willard Kerr, del Instituto de Tecnología de Illinois, encuestaron a casi 200 de sus colegas sobre sus hábitos y horarios de trabajo. Luego graficaron el número de horas que pasaron trabajando en la oficina frente al número de artículos que publicaron, para medir su productividad.

  • En lugar del gráfico lineal: más horas equivalen a más papeles, los datos revelaron una curva en forma de M. El máximo de trabajo por semana alcanzó entre 10 y 20 horas, luego disminuyó. Los investigadores que pasaron 25 horas trabajando a la semana no fueron más productivos que aquellos que pasaron 5.

El peor resultado en términos de productividad fue el de Francia, con 35 horas de trabajo a la semana y con una curva elevada hasta 50 horas a la semana. Pero esto era el caso de las personas que tenían más tareas físicas, donde los científicos pasaban mucho tiempo tomando medidas y atendiendo máquinas.

  • Estas cifras sugieren que, si eres un trabajador del conocimiento y tu trabajo no requiere que realices muchas tareas físicas, tendría más sentido hacer un trabajo creativo unas cuatro horas al día. Esto es, un trabajo ultraenfocado e impulsado por la producción. Entonces, ¿qué hacer con el resto del día?

Lo que dicen las investigaciones es que el resto del día debe usarse para recargar pilas creativas. Leer libros y blogs en un ambiente relajado, escuchar podcasts relevantes para tu trabajo, salir a caminar, programar conversaciones con personas con las que te gustaría conectar y aprender, además de pasar tiempo con amigos y familiares, cuidar tu salud cocinando y haciendo ejercicio. Todos estos no son exactamente trabajo, pero te harán mucho más productivo y saludable a largo plazo.

  • Si decides, y puedes permitirte, trabajar menos horas, estarás en buena compañía. Muchas de las personas más productivas de la historia tenían unas horas de trabajo notoriamente cortas:
  • Charles Dickens, después de cinco horas de trabajo, había terminado por el día. El escritor trabajaba de 9:00 a 14:00 horas, con un descanso para el almuerzo, y dedicaba el resto del día a leer y pasar tiempo con conocidos.

Thomas Mann. “Las tardes son para leer, para mi correspondencia demasiado montañosa y para caminar”, dijo el Premio Nobel. Se encerraba en su oficina todos los días desde las 9 de la mañana hasta la hora del almuerzo para trabajar en obras más largas, como novelas. Después de una siesta de una hora y el té de la tarde, pasaba otra hora trabajando en la edición y en piezas más cortas.

  • Charles Darwin, después del desayuno y de un paseo matutino, estaba en su estudio a las 8 de la mañana y trabajaba durante una hora y media. El científico a las 9:30 escribía cartas y leía el correo de la mañana. Una hora después, volvía al trabajo. Y al mediodía había terminado sus labores. Después de almuerzo, Darwin respondía más cartas, tomaba una siesta, volvía a pasear y pasaba tiempo con su mujer y su familia.

Por supuesto, no todos pueden permitirse trabajar menos horas, especialmente en trabajos pagados por hora, como muchos independientes, y estos hallazgos no se aplican a los trabajos físicos. Pero, en el ámbito del trabajo del conocimiento, esta investigación muestra que necesitamos seguir cambiando nuestro enfoque en la producción frente a la cantidad de información.

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Ataxia: ¿qué es esa rara desconocida?

Foto de SHVETS production.

¿Sabes qué es una ataxia, has oído esa palabra? Se trata de una enfermedad neurológica poco frecuente y tan rara como su nombre. Produce pérdida de coordinación muscular, lo que provoca movimientos torpes, inestabilidad y dificultad para mantener el equilibrio.

  • Las causas son variadas e incluyen condiciones hereditarias, degenerativas, lesiones cerebelosas por traumatismos, accidentes cerebrovasculares, o exposición a toxinas como el alcohol o ciertos medicamentos.
  • El tratamiento se enfoca en controlar los síntomas, ya que no siempre hay una cura, y puede incluir apoyo nutricional, terapias o medicamentos específicos, según la causa.

El pasado 25 de septiembre se conmemoró el Día Mundial de las Ataxias. Una fecha que busca visibilizar esta enfermedad, promover la investigación y el acceso a nuevas terapias que brinden una mejor calidad de vida.

  • Existen más de 200 tipos de ataxias, todas con una característica común: la alteración en la coordinación de los movimientos. Las personas con este trastorno pueden presentar otros problemas de salud, como diabetes y enfermedades cardíacas, además de síntomas del sistema nervioso. La más frecuente entre las ataxias de origen genético es la Ataxia de Friedreich (AF).

“En Chile estamos llegando tarde al diagnóstico de la Ataxia de Friedreich. La falta de pruebas genéticas accesibles y de protocolos claros retrasa la detección y deja a los pacientes sin acceso a terapias de rehabilitación que podrían mejorar su calidad de vida”, explica la neuróloga especialista en trastornos del movimiento y jefa de Neurología del Hospital de La Florida y neuróloga en la Fundación Arturo López Pérez (FALP), Olga Benavides.

Y agrega:

“Necesitamos mayor visibilidad, que se integre a la Ataxia de Friedreich en el registro de enfermedades raras, generar consensos médicos, guías de diagnóstico temprano y políticas públicas que permitan acceder tanto a terapias innovadoras como a tratamientos de rehabilitación. Además, urge fortalecer la colaboración entre autoridades, academia, industria biofarmacéutica y organizaciones de pacientes para reducir la carga que enfrentan quienes viven con ataxia y sus familias’“.

  • Actualmente, la detección puede tardar hasta cinco años desde la aparición de los primeros síntomas, debido a la baja visibilidad de la patología; confusión con otras enfermedades neurológicas; limitaciones en la cobertura del test genético confirmatorio y la falta de acceso temprano a neurólogos.

Los síntomas generalmente comienzan entre los 5 y los 15 años de edad, aunque pueden aparecer también después de los 25 años.

La importancia de la educación

Desde la perspectiva de los pacientes, Manuela Cociña es mamá de dos niños con la patología y, también, directora de la Fundación Ataxia de Friedreich Chile (Fafrich). La organización se ha mantenido activa en la búsqueda de cambios concretos que mejoren la calidad de vida de quienes viven con esta enfermedad.

“Trabajamos para generar difusión y educación sobre esta patología. Apoyamos a los pacientes para que puedan tener una mejor calidad de vida y ayudarlos en su interacción con la sociedad. También buscamos visibilizar la enfermedad en redes sociales para dar a conocer la patología y poder encontrar a quienes aún no tienen diagnóstico. Se estima que 1 de cada 50 mil personas padece esta enfermedad, lo que en Chile equivaldría a más de 380 pacientes; sin embargo, hoy solo hay 30 casos registrados en la Fundación Ataxia de Friedreich Chile”, plantea Cociña.

  • La progresión de la enfermedad es continua, independientemente de la edad, por lo que el diagnóstico temprano es fundamental, si se considera que también hay un impacto relevante en la calidad de vida, autonomía e, incluso, la expectativa de vida del paciente.

“Cada año sin tratamiento significa pérdida de independencia para los pacientes. Actuar a tiempo puede marcar la diferencia entre caminar o depender de una silla de ruedas, entre comunicarse con claridad o perder esa capacidad. Mientras antes se actúe, mayores son las posibilidades de preservar la autonomía de las personas por más tiempo”, enfatiza el director médico de Biogen, Alejandro Bagliano.

  • Manuela Cociña señala que “el apoyo de un equipo profesional mejora la calidad de vida de los pacientes, y les da herramientas para mantenerse lo más activos y autónomos posibles”.
  • Sin embargo, el acceso a tratamientos y terapias especializadas es limitado. La mayoría de los pacientes se encuentran fuera del mercado laboral, lo que genera una gran barrera económica.

“Los recursos son limitados y los desafíos son numerosos. Para mejorar la calidad de vida de los pacientes, es fundamental combinar el tratamiento farmacológico con intervenciones terapéuticas específicas. Entre ellas, la terapia física juega un papel crucial para mantener la movilidad y la fuerza muscular”, explica la directora de Fafrich.

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Mito o Verdad: hay que menstruar todos los meses

Foto de Roman Biernacki.

La menstruación mensual ha sido durante décadas un marcador casi incuestionable del ciclo reproductivo femenino. Sin embargo, la evidencia científica actual –respaldada por ginecólogos y organismos internacionales– pone en entredicho la necesidad biológica de “reglar” cada mes. Es más: los anticonceptivos de esquema extendido, que permiten tener solo tres o incluso menos menstruaciones al año, se posicionan hoy como una herramienta segura, eficaz y con beneficios concretos en la calidad de vida de las mujeres, y la sustentabilidad.

  • Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca del 30% de las mujeres entre 15 y 49 años a nivel global padecen anemia, en muchos casos asociada al sangrado menstrual abundante.
  • De ahí que métodos como los anticonceptivos orales de esquema extendido –que se administran de forma continua por más de 24 días– se posicionan no solo como una herramienta de planificación familiar, sino también como una solución terapéutica en cuadros como endometriosis, síndrome de ovario poliquístico (SOP), sangrados intensos o síndrome premenstrual severo.

“Hoy sabemos que suprimir la regla de manera médica no es solo seguro, sino que puede ser recomendado en muchos casos. No se acumula sangre, no afecta la fertilidad futura, ni provoca daños hormonales”, explica el ginecólogo Fernando Sánchez.

  • Y agrega que la llamada “regla” durante los anticonceptivos tradicionales no es una menstruación real, sino un sangrado por deprivación hormonal. “Y suprimirlo no implica un riesgo adicional”, dice.

Sin ir más lejos, un reciente artículo del Practice Committee of the American Society for Reproductive Medicine, publicada en la revista Fertility and Sterility, refuerza esta visión, al destacar que los anticonceptivos hormonales –además de su rol anticonceptivo– son eficaces para regular el ciclo menstrual, reducir el sangrado, aliviar dismenorrea y tratar condiciones médicas como la endometriosis.

  • Para muchas mujeres, la elección de estos esquemas responde a una combinación de salud y calidad de vida. La posibilidad de reducir síntomas como el dolor, la fatiga o el malestar emocional vinculado al ciclo menstrual, sumado esto a la libertad de planificar su cuerpo según sus necesidades –vacaciones, deporte, pareja, eventos–, se traducen en bienestar real.

“La ciencia hoy nos permite afirmar que no menstruar cada mes es seguro, posible y, para muchas mujeres, un camino para vivir mejor”, concluye el especialista.

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Chat con el especialista: ¡ay qué mareo siento!

Foto de Andrea Piacquadio.

Has sufrido alguna vez un mareo o vértigo. Quizás alguien cercano lo ha padecido. Este es un problema de equilibrio muy común, pero difícil de diagnosticar y de tratar de manera efectiva. Por ello, las personas con trastornos vestibulares y de equilibrio a menudo se ven afectadas por estos síntomas durante años.

  • El jefe de psiquiatría de Clínica Mayo (Rochester), Jeffrey P. Staab, respondió a las inquietudes sobre el mareo postural-perceptual persistente(PPPD), en su participación en la Jornada Internacional de Neuro-Otología: “Un enfoque multidisciplinario”, realizado en la Clínica Alemana de Santiago.
  • El doctor Staab, su equipo y en colaboración con especialistas de todo el mundo, están combinando técnicas avanzadas de imágenes cerebrales con estrategias fisiológicas y psicológicas para investigar los desencadenantes del PPPD y los mecanismos que causan síntomas crónicos en pacientes con este trastorno. También están estudiando medicamentos y tratamientos de rehabilitación.

-¿Cómo podemos saber si es un mareo que necesita tratamiento?

-Lo primero es saber si tienen mareos casi todos los días. Y si han sido tratados por un médico sin obtener respuesta o tienen un diagnóstico y asegurarse si es el correcto. La idea es que los pacientes, poco a poco, recuperen su vida, porque las personas que han tenido mareo postural-perceptual persistente durante mucho tiempo, meses o años, instintivamente evitarán las cosas que les hacen sentir mal. Y así, su mundo se vuelve muy pequeño, dejan de hacer actividades, se aíslan. Recuperar esas cosas poco a poco es lo más importante que pueden hacer los pacientes por sí mismos. Y para ello hay que tener un buen diagnóstico primero.

-¿Cómo distinguirlo de otros problemas?

-Lo importante es que no todo lo que hace que las personas se sientan mareadas es PPPD. Hay un conjunto de criterios muy específicos que la Sociedad de Neuroautología desarrolló hace varios años. Por lo tanto, es importante que el diagnóstico sea adecuado y determinar qué otros factores podrían contribuir al diagnóstico, dado que el PPPD puede existir por sí solo, pero es muy común que se presente junto con otros problemas neurológicos u otológicos. Estos también deben identificarse y tratarse.

-Se habla de estrés como gatillante.
-Suele interpretarse como un problema psicológico únicamente, un síntoma que está relacionado con el estrés. Suelen decirles a los pacientes: “No te preocupes, estás muy estresado, no es nada real, no es importante”. Ese tipo de narrativas son muy injustas para los enfermos. La otra cosa es que muchos pacientes, y también sus cercanos, sienten que esto no se puede ver. No es un hueso roto que se pueda mostrar a todo el mundo, sino algo que se siente. Quienes lo sufren se ven muy incomprendidos y muy solos al tener que soportar los síntomas.

Añade que el “resto de las personas” suele quitarle importancia. “Dicen ‘yo sé lo que es el mareo’, porque alguna vez se ha bajado de una montaña rusa o de un barco y se ha mareado. Pero nunca han pasado días completos mareados, sin poder ponerse de pie. Si no lo han vivido, no entienden realmente lo invalidante que puede ser”.

-¿Cuándo acudir a un especialista?

-Cuando dura mucho tiempo y te impide hacer una vida normal. Puedes ir a un médico de familia. Hay médicos generales que han hecho muy buen diagnóstico y han iniciado tratamientos bastante buenos. Cuando hay alguna duda sobre ese diagnóstico, ya sea por parte del paciente o de su médico de cabecera, vale la pena contar con la ayuda de un neurólogo o un otorrinolaringólogo. Los pacientes que lo están pasando mal con esto, definitivamente deben consultar sin importar cuánto tiempo lleve ocurriendo.

-Usted señala que hay que redefinir el trastorno neurológico del siglo XXI, ¿de qué se trata esa afirmación?

-Se aplica a la neurología funcional. Todos los especialistas médicos, todas las especialistas en enfermería, todos los fisioterapeutas y otros profesionales clínicos han estado enseñando que, si un paciente acude a nosotros, nuestra primera obligación es averiguar si tiene algún tipo de enfermedad estructural: un tumor cerebral, una infección, un traumatismo físico, algo así.

Y luego, pensando de nuevo en la mayor parte del siglo, que si una persona se ha sometido a las pruebas adecuadas y estas no han encontrado ningún problema estructural, metabólico o de otro tipo, entonces su enfermedad debe estar solo en su cabeza. Debe ser psicógena, el diagnóstico viene fácil: ‘estrés psicosomático’. Es decir, si el problema no aparece en un análisis de sangre, o en una resonancia magnética, entonces automáticamente se atribuye a que está relacionado con el estrés.

-Se le “echa la culpa“ al estrés cuando no hay una “prueba concreta”.

-Hay muchas enfermedades que no se ven. La migraña es un ejemplo. No hay ningún análisis de sangre para la migraña. No hay nada en una resonancia magnética que la muestre. Por lo tanto, tenemos que alejarnos de esto, de estos diagnósticos que les han hecho daño a muchos pacientes a lo largo de los años. Y también nos ha impedido comprender la neurobiología de los cerebros humanos, cómo funcionan y cómo influye nuestra experiencia psicológica de los síntomas en las enfermedades médicas que padecemos. Entonces, ¿qué hemos estado haciendo al respecto en los últimos 20 años? Hemos revivido la palabra “funcional” en su significado original de hace 200 años.

-¿Cómo es eso?

-El área de la medicina que ha tenido más éxito en esto, porque fueron los primeros en hacerlo, es la gastroenterología con el síndrome del intestino irritable y toda una serie de otros trastornos funcionales. Empezaron en la década de 1980 y ahora hay muchos tratamientos, médicos, de rehabilitación, dietéticos y otros que pueden tratar con éxito estos trastornos funcionales gastrointestinales.

En neurología estamos tratando de seguir esa línea: debemos asegurarnos de ver si alguien tiene una enfermedad estructural, si padece alguno de estos síndromes funcionales, y, a continuación, si tiene problemas psicológicos que los acompañan. Y solo cuando juntamos esas tres cosas es cuando realmente comprendemos al ser humano que está con nosotros.

-¿Cómo ve la integración de la inteligencia artificial en este campo?

-Lo que la inteligencia artificial hace muy bien es identificar patrones. Y creo que el reto en este trabajo en este momento es que no hay pruebas disponibles, ni análisis de sangre ni imágenes. Hay un par de casos en los que se está empezando a tener algunos beneficios y que nos están ayudando a comprender cuáles son los patrones de los síntomas, el que los pacientes nos describen no solo en un momento dado, sino cómo esos patrones cambian con el tiempo.

Y lo segundo, es ser capaz de ayudarnos a comprender algunos de los resultados que estamos viendo en la investigación avanzada con pruebas de imagen.

Y en tercer lugar, nos ayudará a identificar patrones de movimientos. Así que los neurólogos especializados en trastornos del movimiento, y eso se aplica a algunos de estos problemas de mareos, están empezando a utilizar cada vez más capturas de video de pacientes moviéndose y utilizando inteligencia artificial para analizar algunos de esos videos. Así que creo que nos ayudará a reconocer los patrones mejor de lo que podemos ver a simple vista, lo que puede ayudarnos a comprender un poco mejor estos problemas.

Hasta acá llega esta edición de Efecto Placebo. Espero haya sido de tu interés. Nos leemos pronto. Si tienes algún comentario, duda o información que quieras compartir, puedes escribirme a efectoplacebo@elmostrador.cl.

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