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Desafíos de las mujeres del vino, visibilizar su rol en una asociación y valorar el producto nacional Gastronomía

Desafíos de las mujeres del vino, visibilizar su rol en una asociación y valorar el producto nacional

Seis mil exponentes de más de 60 países del mundo se reunieron en la feria mundial del vino y del licor ProWein, que se desarrolló en Alemania entre el 15 y 17 de mayo. Allí, la Asociación Mujeres del Vino de Chile expuso su producción y trabajo. Cultura, patrimonio, historia y el relato que existe tras una botella en entrevista con Nadia Parra Monroy.


Con una mezcla de sensaciones, algo cansada y sobreexcitada con “tanta información”, se sentó Nadia Parra Monroy frente a la pantalla de su computador. Su destino venía escrito en su apellido, aunque a sus cuarenta años y con una extensa carrera en el espacio artístico-cultural, se replanteó “esos pendientes”, contó. “Soy historiadora del arte, estudié una parte en Francia y asistiendo a vendimias me fui conectando con el vino que quedó como un pendiente para más adelante”.

Luego de ocho años de estadía en el país europeo, llegó a Chile y trabajó en el Ministerio de Culturas, las Artes y el Patrimonio, donde durante más de diez años se desempeñó en el área de fondos culturales, y a la vez en la Colección de Arte Contemporáneo junto algunos temas de investigación. No fue hasta cumplir las cuatro décadas que se dijo a sí misma “bueno, tengo que hacer otra cosa”.

Una vez matriculada en la Escuela de Sommeliers de Chile, el único Máster en Sommelería de Chile, Héctor Vergara la invitó con un grupo de estudiantes a participar de un proyecto vinculado al vino lo cual fue una señal para ella.

A partir de allí renunció al ministerio “y partió su escuela”, recordó. En la actualidad se desempeña como asesora para la promoción de vinos de nicho y hace consultorías con el objetivo de “mostrar lo que es y lo que está pasando en el nuevo Chile y promover a empresas pequeñas e independientes”.

En Chile hay tres denominaciones de origen: pisco, pajarete y asoleado. Este último fue el primer vino, reconocido por el Estado, con denominación de origen en el país (1953) y se elabora a partir de racimos de uvas deshidratadas parcialmente a la luz solar. Durante décadas, su importancia fue tal que tras batallas se brindaba con él, pero la historia lo dejó en el olvido.

“Un compañero de la escuela, Mario Astudillo, hizo su tesis sobre el asoleado que es totalmente desconocido, tiene siglos de historia y pese a eso resistió a todas las lógicas comerciales, sobrevive y forma parte de un patrimonio cultural chileno. Cuando empezó su tesis había un montón de productores y Chile no contaba con ningún registro de marca así que empezamos a trabajar para relevarlos y visualizarlos, con los años conseguimos que esté etiquetado como tal”, contó Nadia en unos pocos segundos.

Apenas prendió la cámara para empezar la entrevista comenzó su relato y respondió con anticipación todo lo que se tenía pautado, cual destape de una botella de vino. Su energía era la misma.

Vinos de nicho: una copa, un relato, una historia

A fines de 2018, se instaló en ProChile, la institución del Ministerio de Relaciones Exteriores que promueve la oferta de bienes y servicios chilenos en el mundo. Y más tarde arribó al sector de vinos del mismo espacio.

“Me instalé con un lineamiento que era el fortalecimiento de la promoción de exportación de vinos de nicho, ellos tienen una potencia en su relato, un valor agregado”, aseguró y agregó que ahí se dio cuenta de otro tema: “La invisibilización del trabajo de las mujeres en el vino”.

Para Parra “era muy importante” asistir a ProWein este año. Históricamente, el stand ocupado por Chile es financiado por el Estado, pero hasta este año sólo tenían cabida las grandes empresas: “Esta es la primera vez que asiste MOVI (Movimiento Viñateros Independientes), unas 37 pymes que estaban ansiosas ante cancelaciones previas con motivo de covid-19”.

Hay una estrecha relación entre las y los trabajadores independientes del vino y el vino de nicho. Si bien no hay un consenso de la definición de vino de nicho, según contó Nadia, este refiere a un segmento de aquellos independientes que realizan producciones orgánicas, naturales, biodinámicas y de producciones de pequeña escala.

Aclaró, asimismo, que no se trata (como se cree) de trabajos de bajas condiciones sanitarias sino que de productos “de altísima calidad pero que no están asociados a grandes empresas internacionales ni producen millones de botellas”.

Si bien, según sus cifras, hay alrededor de quinientos productores en el país, “nunca se pensó en tener una escena de nicho”. Así pues, atribuyó estos cambios a “una transformación, un nuevo Chile con nuevas necesidades” en el cual “hay un consumidor mucho más interesado en saber, en informarse” qué hay detrás de una copa de vino, sostuvo.

“El vino de nicho es un producto que tiene un relato que lo vincula con una historia específica, comprarlo es comprar un poco de la historia de un país, el relato, la memoria, es una nueva comprensión, no estamos vendiendo un producto vacío de sentido, estamos vendiendo un poco de nosotros”, valoró Nadia Parra.

Visibilizando a las mujeres de la industria del vino

En este camino, la historiadora del arte se encontró con otras mujeres en conversaciones y catas y se dio cuenta que “la labor femenina al sector del vino que estaba completamente olvidada”. Así, relató, se le ocurrió constituir una asociación porque no había ninguna que las representara en relación al vino y como mujeres profesionales.

En un “contexto significativo”, destacó, cercano al 8M histórico, nació la Asociación de Mujeres del Vino. Enólogas, sommeliers, mujeres con locales de venta, dedicadas al enoturismo y periodistas especializadas se agruparon en un espacio donde partieron tres y hoy suman más de cien.

“Es una red de profesionales y plataforma para visibilizar el trabajo, también una red de apoyo y muestra” sostuvo Nadia. “Al año nos convocaron desde Italia para formar parte de una asociación de once asociaciones de vino del mundo, donde participan Francia, Italia, Nueva Zelanda, Estados Unidos, nosotras no sabíamos ni que existía. En Chile hay muy poca cultura asociativa y en Europa está mucho más asimilada la importancia de los gremios y las asociaciones como forma de construir tejido social, el reflejo de una sociedad saludable”, refirió a la asociación sin fines de lucro de la cual es fundadora y presidenta.

En abril de 2022 fue nombrada representante y embajadora de Latinoamérica en el concurso del mundo del vino que tiene sólo juradas mujeres, Feminalise (Francia). “Para mí ha sido muy importante este recorrido porque pude unir la cultura, el patrimonio y el vino en un mismo espacio, un conjunto del cual nace nuestra historia”, reflexionó.

Desafíos y anhelos para el futuro del vino chileno y las mujeres que trabajan ahí

Desde hace algunos años, un grupo social tomó especial relevancia en el debate chileno: las micro, pequeña o mediana empresa (pymes). Para Nadia “son la base de una sociedad saludable” ya que su aporte desde los territorios promoviendo saberes y riquezas “fortalece el lazo con el consumidor y sus productos”.

La pandemia posibilitó pensar y repensar las formas de producción y para la especialista en vinos, “las pymes tienen más conciencia sobre el tema”.

“Cuentan con una producción a escala humana, en general prevalece un mayor respeto al medioambiente, la explotación, el uso de agroquímicos. Hay una preocupación social más allá de la ambiental, con la cadena de producción lógica y eso va en sintonía con una nueva forma de pensar propiciado por los jóvenes, las nuevas generaciones que están valorando más las pequeñas producciones, el trabajo de las mujeres, los productos con una conciencia ambiental y ética”, sostuvo.

Los espacios de reunión mundial, como ProWide o Feminalise, materializan que a nivel mundial “están pasando muchas cosas”, afirmó Nadia. A principios de mayo de este año y producto de un trabajo conjunto con ProChile, se publicó «Vinos de nicho de Chile», un catálogo que detalla la historia de 60 vinos de nicho del país que busca no rescatar sino poner en valor historias que resistieron al olvido.

“Hay mucho por hacer”, recalcó la especialista en vinos. Queda mucho trabajo por delante en términos de producción, valoración y visibilización.

“Respecto a la cuestión de género, visibilizar y poner en valor la labor de las mujeres es un desafío enorme en todos los ámbitos”, reafirmó Parra y recalcó la necesidad de continuar en la creación de espacios, como lo hace Feminalise a nivel mundial. “Chile tiene grandes enólogas reconocidas en el mundo y recién le estamos dando la importancia que tienen”, agregó.

Actualmente, investigadores e investigadoras están en procesos de escritura sobre el rol de la mujer en la historia del vino. Asimismo, desde la Asociación de Mujeres del Vino, trabajan para poder organizar un encuentro con sus pares italianas que se mostraron entusiasmadas en recorrer los viñedos chilenos.

En relación al vino propiamente, Chile tiene “una calidad enorme” y se ha dedicado a promoverla junto a su “buen precio”. Ese es uno de los grandes desafíos para la industria, planteó la sommelier, dejar de ser el bueno y barato para que la calidad se pague al precio que vale.

“El nuestro es un producto bueno, por eso la calidad debe tener un valor, porque es producto de otra manera de hacer, más que una botella de vino, es un poco de nuestro patrimonio”.

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