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La crisis del acero: Juan Rassmuss atrincherado en Invercap, mientras Andraca juega sus cartas en CAP

La crisis del acero: Juan Rassmuss atrincherado en Invercap, mientras Andraca juega sus cartas en CAP

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Rassmuss no cuenta con poder alguno en el directorio, pese a que posee el 40%, Quien mueve los destinos del holding y, por ende, CAP, es Roberto de Andraca. Piezas claves en este rompecabezas son Mitsubishi y Fernando Reitich.


¿Quién controla CAP? Invercap es la respuesta lógica, pues tiene el 31,32% de las acciones. ¿Y quién está detrás de Invercap? En la Memoria 2013 se estipula que no hay un accionista controlador y que Juan Rassmuss, a través de distintas sociedades, tiene poco más del 40%.

Sin embargo, este empresario minero no cuenta con mayoría en el directorio ni con un hombre de sus filas en la presidencia ni en la vicepresidencia. Quien mueve las piezas de Invercap y, por ende, de CAP, es el presidente de ambas compañías, Roberto de Andraca, pero oficialmente sólo hay una sociedad vinculada a él: South Pacific Investment, con un 2,89% en Invercap y 0,88% en CAP.

No obstante, cada vez que hay junta de accionistas en Invercap, De Andraca aparece representando a un número significativo de acciones. En abril pasado, por ejemplo, fue apoderado de alrededor de 54,7 millones de acciones, lo que equivale a cerca del 37,9%. Entre las sociedades que ha representado figuran algunos de los doce mayores accionistas de Invercap: Lacerta (8,89%), Syracuse (5,4%), Goran (4,9%), Inversiones Ultraterra (4,2%), Hanstan International (2,55%) e Inversiones Analytica Investments (1,8%).

Esa es la única información de estas firmas que está disponible en el mercado. No hay datos sobre su origen ni sus dueños finales en los registros públicos de la compañía. ¿Debería haberlos? Por transparencia, la respuesta es sí. Por tratarse de una sociedad anónima abierta, listada en bolsa, la respuesta vuelve a ser afirmativa. Por ser Invercap, la controladora de CAP, donde las AFP tienen el 9% de la propiedad, con más razón esa información es básica.

Además, hay ejemplos en el mercado que dan cuenta de este tipo de apertura informativa y se trata de compañías tanto o más cerradas en términos comunicacionales que CAP e Invercap. Si se toma la Memoria de Molymet, cuyos principales accionistas son sociedades extranjeras y nacionales, incluidas fundaciones, la empresa informa al detalle quiénes son los controladores de cada una de ellas.

Por años los resultados de CAP y su valoración en bolsa fueron tan buenos que los inversionistas pasaron por alto el sistema de control que allí opera. Sin embargo, ahora que la acción está por los suelos, este tipo de “comentarios al margen” debería pesar porque influye en la forma de manejar la empresa o en el tipo de cambio de control de propiedad que se puede dar.

Y si bien han empezado a rondar especulaciones sobre la posibilidad de un comprador para la compañía productora de hierro y acero, sólo hay tres opciones reales por ésta: Mitsubishi, Juan Rassmuss y, por supuesto, Roberto de Andraca y su grupo de aliados.

La razón de ello es que la opción preferente que tiene Mitsubishi sobre el principal activo de CAP hace casi inviable que un tercero lance una OPA por ella, al menos esa es la tesis levantada por Rassmuss cuando se discutió el ingreso de la japonesa a la Compañía Minera del Pacífico (CMP).

Terremoto grado 8,8

Las cartas se jugaron en febrero y marzo de 2010. Mientras el país sufría las consecuencias de uno de sus peores terremotos, en CAP y en su holding, Invercap, se vivía un sismo igual de destructivo.

Socios antiguos como Roberto de Andraca y Juan Rassmuss se trensaron en una pelea pública que rompió incluso la confidencialidad de los pactos de accionistas en Chile. Con motivo de esa disputa, se tuvo que dar a conocer el acuerdo que Mitsubishi y CAP habían suscrito, que reglaba la actuación conjunta de ambos en CMP. Cuatro años después CorpBanca e Itaú se vieron obligados a lo mismo.

En 2010, Mitsubishi tenía y aún mantiene el 19,27% de CAP y el 2,31% de Invercap (sociedad holding de CAP). Bajo esa condición, llegó a un acuerdo con CAP, que consistía en que la Compañía Minera del Pacífico S.A. (CMP) absorbería a la Compañía Minera Huasco S.A. (CMH), de la cual eran los únicas accionistas en partes iguales. Realizada esta operación, Mitsubishi recibiría el 15,9% de las acciones de la compañía resultante.

Un último paso estaría dado por la suscripción de un aumento de capital por US$ 401 millones, a través del cual la nipona elevaría su participación en CMP a 25% del capital pagado. Al cabo de la transacción, el valor contable y económico de CMP ascendería a US$ 3.695 millones.

Aunque CAP mantuvo el 75% de los papeles bajo su nombre, el Pacto de Accionistas sobre CMP entre CAP y Mitsubishi le dio poder de decisión a Mitsubishi en materias estratégicas de la compañía, como son el desarrollo de los proyectos mineros, planes de personal y venta de activos sobre US$ 50 millones. No sólo eso, en caso de que acciones de CMP se transfieran a terceros distintos de las personas relacionadas, Mitsubishi tiene la primera opción de comprarlas. En diciembre de 2013 concluyó el período en que ninguna de las partes podía vender a terceros.

Uno de los puntos que ahora afectan a CAP, que llegó a transarse en bolsa a un valor de $ 26.110 en enero de 2011 y que hoy apenas se eleva sobre los $ 4.100, es que la posibilidad de que alguien se interese en ella es francamente remota.

Ya es difícil que un inversionista la sondee, debido a que sus costos de producción son más altos que los de las 4 grandes o Big-4 (Vale, RioTinto, Bhp Billiton y FMG) y porque se encuentra lejos de su principal mercado captador: China. Además se espera que ingrese nueva capacidad por parte de Australia y Brasil, lo que provocará un desbalance mayor entre oferta y demanda.

Pero la barrera se vuelve prácticamente infranqueable cuando se analiza la estructura de propiedad y el único pacto de accionista del que se tiene conocimiento que le da la posibilidad a Mitsubishi de quedarse con CMP en determinadas condiciones. Si esta situación se gatillara, la japonesa se apoderaría del 80% de los activos de CAP y ésta se transformaría en un cascarón sin yema.

Si a lo anterior se agrega que resulta improbable que Roberto de Andraca –el vigilante del libro de acciones de la empresa– esté dispuesto a vender a este precio, hay que asumir que la posibilidad de un cambio de dueño es muy baja.

Rassmuss, atrincherado

Tras la disputa de 2010 por el ingreso de Mitsubishi a CMP, Juan Rassmuss vendió sus acciones en CAP y se atrincheró aguas arriba en Invercap. Allí se ha mantenido como observador del 84% de caída en valor bursátil del principal activo de Invercap desde 2011 a esta parte y, por ende, de Invercap, pues CAP representa sobre el 90% de los activos del holding.

¿Rassmuss podría comprar más? Sí, pero resulta complicado encontrar vendedores. ¿Tiene posibilidad de aliarse con alguien que ya está en la propiedad? Difícil, porque Andraca se sabe de memoria el registro de 3.673 accionistas de Invercap. El empresario de ochenta años, que únicamente ha trabajado en CAP desde que egresó de la Universidad de Chile en 1960, cuenta con el apoyo de la familia Von Appen, que añade 6,2 millones de acciones (4% de la propiedad a través de Inversiones Ultramar), de Eddie Navarrete, quien le aporta 1,2 millones de acciones (0,85%), y de la Fundación CAP, que le suma otras 14,2 millones de acciones (9,51%) en las votaciones.

Esta institución sin fines de lucro es otra incógnita. En su página web informa que fue formada en 1985 por un grupo de ejecutivos de CAP, que no se identifican, y que diez años después “obtuvo créditos de largo plazo con instituciones financieras para adquirir acciones en distintas sociedades”, deuda que se pagó en 2005.

Pese a que se trató de contactar a la directora ejecutiva de la Fundación, Ruth Navarrete –hija de Eddie Navarrete–, para consultar sobre los socios fundadores y las inversiones en acciones que realiza CAP, ésta nunca respondió a los llamados. Si se busca en Google, Fundación CAP aparece únicamente como accionista de Invercap y CAP.

Los ojos puestos en Reitich

En el último año hizo su aparición Fernando Reitich, hijo de un socio histórico de De Andraca. Para algunos, él es clave a la hora de dar vuelta el control, aunque se ve difícil que ello ocurra.

En la junta de accionistas de marzo de 2010 de Invercap, Fernando Reitich apareció representando a la sucesión Héctor Reitich Silberman con 10.000 acciones ; y en la de CAP fue apoderado por 14.104 acciones en la misma fecha. Ninguno de estos paquetes le alcanzan para ocupar el cargo de director en Invercap desde 2006 hasta hoy y en CAP desde 2010 hasta 2013, año en que asumió la gerencia general de la firma.

El padre de Fernando Reitich habría llegado a tener a través de Inversiones Rand Ltda. cerca de 8,19% de Invercap y alrededor del 3,75% de CAP, según lo informado en las memorias de ambas compañías de 2006.

De acuerdo a antecedentes entregados en octubre de 2009 a la SVS por Juan Rassmuss, la familia Reitich contaba a esa fecha con cerca de 9,742% a través de las siguientes sociedades: Systron Capital (1,798%), Inversiones Analytica Investments (1,798%), Inversiones Mitzuchiro Tooshi Kaish (1,798%), Inversiones Rand (1,798%) y Hanstan International (2,55%). Los Reitich le han dado la representación de algunas de estas sociedades a Roberto de Andraca o a cercanos a éste para votaciones en juntas de accionistas.

El presidente de CAP y de Invercap, por su parte, confía en este matemático de 51 años, tanto que lo nombró gerente general de CAP en reemplazo de Jaime Charles en octubre del año pasado, quien murió al poco tiempo después de dejar el cargo que ocupó por veinte años.

La designación de Fernando Reitich podría sorprender porque, si algo no existe en su currículo, es gestión de empresas. Este argentino, doctor en matemáticas de la Universidad de Minnesota (EE.UU.), tiene un CV impresionante: profesor de matemáticas de la Universidad de Minnesota; manager portafolio del Ambiente del Campo de Batalla y manager portafolio de Electromagnetismo Computacional en el Centro de Computación de Alto Rendimiento del Ejército de los EE.UU. entre 2002 y 2007. Además, desarrolló el programa de matemáticas financieras en la Universidad de Minnesota.

Su hoja de vida indica también que tiene experiencia técnica en temas relacionados con la industria de materiales, pero nada dice de sus habilidades gerenciales, salvo que tiene conocimientos avanzados “en áreas específicas relacionadas con el manejo de empresas, incluyendo optimización, manejo de riesgos, teoría de juegos y de la decisión”.

Roberto de Andraca explicó así su elección a la publicación Iron Expert el año pasado: “Ocho gerentes generales de las 15 principales empresas de Estados Unidos son matemáticos brillantes. Hacia ese modelo de excelencia queremos apuntar”. Al tiempo que agregó que Reitich estaba listado como uno de los 26 mejores matemáticos de los Estados Unidos.

Fernando Reitich tiene que demostrar ahora, no su inteligencia, sino su capacidad para dirigir una empresa que debe sortear el estrés que produce vivir un período de vacas flacas, luego de años de auge. A septiembre, CAP vio reducir su ganancia bruta a la mitad, lo que repercutió en una baja en las utilidades que ascendieron a US$ 74,9 millones contra los US$ 211,3 millones que obtenía a igual fecha de 2013.

El ejecutivo ya ha tenido un año para empaparse de una operación tan compleja como CAP, que reúne: minería, refinería, comercialización, desalinización de aguas, actividades portuarias y productos de acero, entre otros.

En la semana del 12 de noviembre cuando la acción caía 12,5% en dos días, la empresa publicó un comunicado de prensa donde se sostenía que estaban enfocados en reducir costos y que ya habían logrado un ahorro de US$ 180 millones en lo que va del año. Su objetivo es mantener la generación de caja y una adecuada liquidez frente a los bajos precios. A lo que se añadía que el actual proceso de expansión de la empresa estaba llegando a su fin, por lo que sus necesidades de capital se reducirán sólo al mantenimiento de sus operaciones.

Mucho más el mercado no espera de ellos, pues los analistas coinciden en que los problemas de la empresa tienen que ver más con aspectos fundamentales del mercado que con mala gestión, pero dentro de las ecuaciones no incorporan el peso del gobierno corporativo.

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