«No es una sorpresa que las prolongadas políticas expansivas hayan sido inefectivas para levantar a una economía con limitada capacidad productiva. (…) De hecho, la reducción del exceso de demanda ha sido más el resultado de la continua contracción de la inversión fija y no de la desaceleración del consumo».
Como bien lo anticipamos, la economía chilena se desaceleró en el segundo trimestre al reportar estancamiento con respecto al trimestre previo con cifras desestacionalizadas. En términos anuales, la economía avanzó 1.9% después de un 2.5% previo y 2.1% en el mismo trimestre del año anterior. La economía se encamina a su tercer año consecutivo de crecimiento por debajo del potencial.
La economía continúa siendo rehén de la debilidad estructural acumulada en la década pasada. Esto ha sido el resultado de la falta de reformas y modernización que han limitado la acumulación de capital en el país.
Ante esto, no es una sorpresa que las prolongadas políticas expansivas hayan sido inefectivas para levantar a una economía con limitada capacidad productiva.
La demanda adicional generada por dichas políticas ha encontrado acomodo en la inflación estructural, la cual ha escalado por encima del límite superior de 4%. Ciertamente, el exceso de demanda se ha reducido, pero no se ha eliminado completamente.
De hecho, la reducción del exceso de demanda ha sido más el resultado de la continua contracción de la inversión fija y no de la desaceleración del consumo.
Aún peor es el hecho de que la reducción en el desequilibrio externo se debe a la tremenda contracción de las importaciones de maquinaria y equipo, lo cual implica una erosión de la capacidad productiva del país ante la retracción de la inversión.
La prolongada caída en la inversión pone en riesgo la recuperación de la economía, ya que significa que el país continúa sufriendo de un proceso de desinversión que al final de cuentas limitará aún más la capacidad de crecimiento potencial a futuro.
Si Chile no acelera la inversión tanto en capital físico como humano, entonces no habrá progreso tecnológico ni avance en la productividad. Bajo estas condiciones la economía chilena estará condenada a una trayectoria de crecimiento bajo en el futuro no muy lejano.
