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Wall Street: las acciones caras y los rendimientos bajos no pueden durar Columna Bloomberg

Wall Street: las acciones caras y los rendimientos bajos no pueden durar

Los mercados bursátiles han dado reiteradas muestras de gran resiliencia al ignorar tanto los problemas políticos como los geopolíticos. Al hacerlo, se han basado en profundas convicciones del mercado respecto de crecimiento estable, respaldo de bancos centrales y nuevas inyecciones de liquidez. El resultado es que consideran que las perspectivas de mayores ganancias empresariales y crecimiento económico compensan la fluidez geopolítica.


A menos que se crea que la Reserva Federal de los Estados Unidos va a flexibilizar la política monetaria, algo que yo no creo, se hace cada vez más difícil reconciliar rendimientos de bonos que son todavía históricamente bajos y precios relativamente altos de las acciones. Es probable que los niveles más consistentes y sostenibles residan en algún punto intermedio. Exactamente dónde, así como cuándo y cómo se llegaría a ese punto, depende sobre todo del equilibrio entre las influencias geopolíticas y de la política económica.

Los mercados bursátiles han dado reiteradas muestras de gran resiliencia al ignorar tanto los problemas políticos como los geopolíticos. Al hacerlo, se han basado en profundas convicciones del mercado respecto de crecimiento estable, respaldo de bancos centrales y nuevas inyecciones de liquidez. El resultado es que consideran que las perspectivas de mayores ganancias empresariales y crecimiento económico compensan la fluidez geopolítica.

No se aplica lo mismo a los mercados de bonos gubernamentales. En ese ámbito, los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años han languidecido hace poco por debajo de la banda de 2,30 a 2,60 por ciento establecida luego de las elecciones presidenciales de noviembre, en tanto a las preocupaciones geopolíticas se han sumado temores respecto de una baja inflación y un crecimiento deprimido.

No es la primera vez que las acciones y los bonos gubernamentales han transmitido indicios contradictorios, ni será la última. Por otra parte, esa inconsistencia coexiste con varias otras, entre ellas la divergencia entre mediciones alentadoras de confianza de empresa y consumidores y datos duros que siguen siendo vacilantes.

Además, no hay que olvidar las perspectivas positivas/negativas asimétricas. Con pocas palabras, a los niveles actuales, las acciones se imponen con fuerza a los bonos en lo relativo a la mayor parte de las evaluaciones actuales del segmento posible de retorno positivo.

Pero esa particular inconsistencia del mercado ha persistido desde hace un tiempo y ha durado más que muchas explicaciones, entre ellas el énfasis en el posicionamiento técnico de los mercados. De hecho, la única forma adecuada de reconciliar los dos mensajes contradictorios del mercado a esta altura es a través de un pronóstico de una nueva política de flexibilización monetaria por parte de la Reserva Federal.

Dada la ausencia de una gran depresión económica que también golpearía a los mercados bursátiles, esa flexibilización es en extremo improbable. De hecho, si bien el equilibrio del riesgo puede estar cambiando, se sigue favoreciendo la disposición de dos aumentos más de la tasa de interés este año, así como un plan de acción para normalizar el balance.

El resultado más probable es una reconciliación de las señales del mercado con un incremento de los rendimientos de los bonos gubernamentales y una declinación de los precios de las acciones. Cuando eso pase, dónde se ubiquen ambos y el orden del proceso dependerán de dos influencias: la medida en que la geopolítica tenga un efecto adverso en las perspectivas de crecimiento y el grado en que las reformas de las políticas de los Estados Unidos mejoren las perspectivas de crecimiento real y posible. Mientras tanto, los inversores deben dar muestras de una prudencia cada vez mayor respecto de apostar a inconsistencias perdurables del mercado.

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