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Desaceleración en Chile: factores externos, decisiones internas Opinión

Desaceleración en Chile: factores externos, decisiones internas

Si bien no debe minimizarse el rol del mundo en la desaceleración local, parece un poco exagerado culpar solo al resto. Tal como dijo la Presidenta en una entrevista reciente, su gobierno optó por sacrificar algo de crecimiento económico por otros objetivos, los que se vuelven más difíciles de conseguir cuando el ambiente externo no apoya. Quien esté a cargo en los próximos años tendrá vientos a favor desde el resto del mundo, los que servirán ya sea para compensar en algo no enfocarse en los factores internos, o para complementar medidas que sí lo hagan.


Chile es típicamente definido como una economía “pequeña y abierta,” que en términos prácticos significa que no tenemos la capacidad de afectar los precios de los bienes que transamos y que estamos expuestos a lo que sucede en el resto del mundo. El reciente debate sobre el aporte de factores externos e internos sobre la actividad vuelve a resaltar esta característica. Y aunque no suene muy osado decirlo, ambos son relevantes.

Para ver cómo la parte externa nos afecta basta con ver que nuestros vecinos han sufrido algo similar, aunque a veces en mayor magnitud. El crecimiento del PIB per cápita en Latinoamérica cayó desde un 4% en promedio entre 1990 y 2011, a 1% desde entonces. En comparación, las economías desarrolladas pasaron desde 3% a 2% y el resto de los emergentes de 5% a 4%, cambios bastante menores al de nuestra región.

Una parte importante de lo ocurrido para Chile y el resto del mundo en desarrollo viene de EE.UU., siendo la principal fuente de contagio la creciente interconexión financiera global. Esta relación fue abordada por el FMI en su más reciente Informe de Estabilidad Financiera Global donde, de manera no tan sorprendente, encuentran que lo que sucede en el primero tiene un fuerte impacto sobre las condiciones financieras del resto del mundo (lo que confirma lo que otros han encontrado).

En particular, entre un 20% y 40% de lo que ocurre a nivel local sería explicado por el sistema financiero global (EE.UU.). En su análisis, la cifra para Latinoamérica estaría entre 25% y 35%, y aunque no está reportado, podría ser algo más alto en Chile, dadas sus características de apertura comercial y financiera, así como de la flexibilidad cambiaria, todos atributos que aumentarían el traspaso desde las condiciones financieras globales a las internas.

Si uno suma a la parte financiera que, además, el mundo, China en particular, crecen menos, no es difícil ver que lo externo explica una fracción importante de lo que ha pasado localmente. Pero también parecen haber elementos internos que pueden haber exacerbado esto. Un ejemplo son los índices de confianza, que llevan entre tres y cuatro años en terreno pesimista. Si bien estos también dependen de lo que pasa afuera, existe una parte importante del pesimismo que no se puede explicar por variables externas, lo que el Banco Central alguna vez llamó shock autónomo. Evidencia adicional es que al sector privado no le faltan recursos, ya que tiene un ahorro de alrededor de 1,5% del PIB. Lo que parece faltar son las oportunidades y/o la confianza para llevarlas adelante. Como consecuencia, el ahorro ha ido a financiar el mayor déficit fiscal y no la inversión, que volvería a caer en 2017, aunque principalmente por la minería.

Si bien la inversión no minera no caería este año, seguirá teniendo trabas que incluyen algunas de las recientes reformas. La laboral, por ejemplo, apunta a rebalancear la relación entre empleadores y trabajadores. Lo anterior, pese a que es una decisión política válida como cualquier otra, requiere sincerar en el camino que el impacto sobre la actividad podría ser negativo, al menos en el corto plazo.

Similarmente, la reforma tributaria no tiene como objetivo principal mayor creación de empresas o empleos, sino aumentar la carga impositiva. Este también es un objetivo válido, especialmente si se busca financiar un gasto mayor, pero que también tiene efectos sobre los incentivos a la inversión y en particular a la reinversión de las utilidades las empresas.

En resumen, si bien no debe minimizarse el rol del mundo en la desaceleración local, parece un poco exagerado culpar solo al resto. Tal como dijo la Presidenta en una entrevista reciente, su gobierno optó por sacrificar algo de crecimiento económico por otros objetivos, los que se vuelven más difíciles de conseguir cuando el ambiente externo no apoya. Quien esté a cargo en los próximos años tendrá vientos a favor desde el resto del mundo, los que servirán ya sea para compensar en algo no enfocarse en los factores internos, o para complementar medidas que sí lo hagan. Como sea, el mix será mejor en promedio, falta ver si la suma de las partes también lo es.

Jorge Cariola
Economista Grupo Security

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