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Incertidumbre laboral tras la reforma, una oportunidad para los candidatos Opinión

Incertidumbre laboral tras la reforma, una oportunidad para los candidatos

El efecto de la reforma laboral es claro en las negociaciones colectivas que deberá enfrentar la actividad minera –muestra clara de ello ya lo anticipó el conflicto en Escondida–, a lo que se suma la precarización del mercado laboral producto de las magras cifras económicas. Las consecuencias son nefastas: baja en el consumo, ralentización del mercado inmobiliario, malas expectativas generalizadas en la población, con un año que nos traerá pocas sorpresas en materia de crecimiento, el que no superaría el 1,5%.


Aún no completa dos meses de marcha y ya se proyecta cambiar la legislación laboral en Chile.

Cualquiera sea la dirección en que apunten sus apuestas, los ejes programáticos de los distintos precandidatos presidenciales confirman que lo que se ha hecho hasta ahora en materia laboral, expresado en la reforma impulsada por el Gobierno, está lejos de ser un asunto definitivo y, por ende, que brinde certezas al mercado laboral chileno.

Por el contrario, ya sea para profundizar aspectos que consideran insuficientemente abordados en los últimos cambios o para matizar los que evalúan como derechamente errados, los equipos de los postulantes a La Moneda tienen en mente regular una vez más el mercado del trabajo como eje central de sus planteamientos.

Enfrentamos tiempos en que el curso de la política es más decisivo que nunca antes para el destino de nuestro desempeño económico y para brindar o no las garantías suficientes para reglas del juego claras en materia laboral. Los vientos que soplan hoy son de pesimismo e incertidumbre, pese a que hace un año se preveía que la cercanía de un cambio político permitiría dar mayor empuje a la actividad económica y, de paso, activar el mercado laboral.

Eso no ha ocurrido y, por el contrario, los chilenos vemos cómo en los planes de todos los candidatos está, nuevamente, tocar al mundo del trabajo de manera importante, remeciendo una vez más los débiles cimientos sobre los que se sustenta en medio de la reforma.

¿Se puede culpar a los empresarios de mayor pragmatismo, al mantener un compás de espera sobre lo que se viene? Ciertamente que no.

El efecto de la reforma laboral es claro en las negociaciones colectivas que deberá enfrentar la actividad minera –muestra clara de ello ya lo anticipó el conflicto en Escondida–, a lo que se suma la precarización del mercado laboral producto de las magras cifras económicas. Las consecuencias son nefastas: baja en el consumo, ralentización del mercado inmobiliario, malas expectativas generalizadas en la población, con un año que nos traerá pocas sorpresas en materia de crecimiento, el que no superaría el 1,5%.

El país no solo necesita reglas claras del juego en materia laboral. También deben ser buenas reglas y si bien el horizonte se avizora confuso, al menos existe una positiva posibilidad para enmendar aquellos aspectos más nocivos de la legislación laboral, tal como la tenemos hoy.

Aunque las autoridades insistan en destacar que esta propicia el diálogo, el reciente conflicto en minera Escondida mostró que la institucionalidad que recién entró en vigencia contribuyó más a rigidizar y alejar las posiciones que otra cosa. El denominado piso mínimo de negociación y la prohibición del reemplazo en huelga debieran ser los aspectos centrales a los que miren los candidatos si en algo quieren mejorar el escenario actual.

Cristián Aguayo Mohr
Abogado socio estudio Aguayo, Ecclefield & Martínez, AEM

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