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El plan de Pacheco, Valdés y Méndez para insertar a la PUC en el debate público de la mano de su Escuela de Gobierno

El plan de Pacheco, Valdés y Méndez para insertar a la PUC en el debate público de la mano de su Escuela de Gobierno

Natalia Saavedra Morales
Por : Natalia Saavedra Morales Editora periodística El Mostrador Mercados
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En el segundo semestre comienza su primer magíster en el ramo. Con exministros de Bachelet dando clases, quieren meterse en los debates país pero desde la visión de la academia. Aseguran que no tienen mandatos valóricos y quieren sacarse la chapa se conservadores. Considerarán, además, iniciar la primera carrera de pregrado en gestión pública.


El organismo partió operando el año pasado, pero en 2018 el objetivo es irse tomando de a poco la agenda pública.

La meta surge luego de darse cuenta de que la casa de estudios y sus representantes deben estar encima del debate de “lo público”, sobre todo en momentos de importantes reformas en todo ámbito. Quieren probarle a la sociedad que son pluralistas, al menos eso dicen, y para ello fue que reclutaron a exrostros de Gobierno y académicos jóvenes.

Aunque se inauguró oficialmente en 2017, hasta ahora su incursión en la agenda pública ha sido más bien pausada. La escuela comenzó a diseñarse tres años antes de esa fecha por un equipo estratégico que pensó que la Pontificia Universidad Católica (PUC) tenía que participar más activamente en las discusiones país y hacer más contribuciones de profesionales al Estado.

El trabajo para dar origen a esta nueva unidad académica fue multidisciplinario. En él participaron los decanos de Ciencias Sociales; Economía y Administración; Derecho; Ingeniería; e Historia, Geografía y Ciencia Política. No obstante, la Escuela de Gobierno es una unidad académica autónoma, que cuenta con su propio cuerpo de profesores, quienes provienen de distintas áreas del conocimiento. A la cabeza del proyecto está Osvaldo Larrañaga, quien oficia como director.

Ligados a la escuela explican que la propuesta surge de varias necesidades. La primera fue enfatizar el debatido rol público de la PUC. “Demostrar que les interesa lo que suceda en el aparato estatal es venir una vez más a decir que la Católica tiene una vocación por lo público”, señala un observador del trabajo.

Pero también está la necesidad de romper con algunos estigmas, el principal, que los postulados de la casa de estudios están ligados en todos los asuntos a posturas conservadoras. Este es un punto en el que se ha fijado la mirada sobre la PUC, especialmente en relación con sus posturas por debates valóricos, particularmente el aborto.

“El objetivo a mediano plazo es que la Escuela de Gobierno UC se convierta en un referente a nivel nacional y latinoamericano en la producción de conocimientos sobre problemas y políticas públicas, así como en la formación de profesionales especializados en estas materias. Aspiramos también a que sea un espacio donde se reflexione y discuta sobre los asuntos públicos y de gobierno”, comenta su director.

El espacio a “pelear” en el mercado de las entidades opinantes no será fácil de acaparar. Otras escuelas de gobierno, como la de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI) llevan ventaja. Esta última escuela tiene una agenda muy activa en temas sociales y económicos hace bastante tiempo. Bajo la dirección actual del decano Ignacio Briones, cuentan con un consejo asesor bien variopinto. Lucía Santa Cruz, Juan Andrés Camus, Bernardo Larraín y Nicole Nehme son algunos de sus integrantes. Su staff de profesores, en tanto, se viste de nombres como Leonidas Montes, Cristóbal Bellolio, Claudio Agostini y Andrea Repetto.

La UC ha hecho lo propio. A fines del año pasado anunció la integración de un “dream team”, el que se integrará a sus filas para dictar clases en el magíster que se lanza el segundo semestre de 2018. La universidad fichó a Roberto Méndez, quien dejó GfK Adimark, luego de 43 años en la encuestadora; a Máximo Pacheco, exministro de Energía y jefe de campaña de Ricardo Lagos; y a Rodrigo Valdés, exministro de Hacienda.

Las contrataciones fueron leídas como una confirmación de la relevancia que el proyecto tiene para la PUC, especialmente la de Valdés. El exsecretario de Estado, formado además en la Universidad de Chile, al igual que Pacheco, había recibido invitaciones de otros proyectos.

“Rodrigo Valdés recibió invitaciones para trabajar en centros académicos y universidades, dado que previamente había liderado equipos de investigación en el FMI y en el Banco Central de Chile. Entre tales opciones, Rodrigo escogió venirse a la Escuela de Gobierno UC en una decisión que nos honra muchísimo. Roberto Méndez inició su trayectoria laboral como académico de la PUC, después de recibir el grado de doctor (PhD) en la Universidad de Stanford. En su retorno a la universidad trae consigo una vasta experiencia en la producción de datos e indicadores, así como en lectura de la opinión pública, materias que son esenciales en la práctica moderna de las políticas públicas. Por su parte, Máximo Pacheco trae a la Escuela de Gobierno una tremenda experiencia en la gestión de organizaciones privadas y públicas, otra materia que es de gran relevancia para nuestra escuela”, explica su director.

El exministro de Energía comenta que el proyecto le atrajo porque cree que el diseño de políticas públicas no puede hacerse entre cuatro paredes y se necesitan profesionales preparados para sumarse al debate. “Este escuela le permite a la Universidad Católica de participar en la discusión pública nacional. Esta es una universidad pública, es una universidad que forma parte de una comunidad y de una sociedad y que quiere ser un actor importante, de referencia en la discusión pública. Y eso obviamente obliga a tener una preparación y una participación en el sector público”, opina Pacheco quien agrega que el desafío de las universidades es «abrirse a la sociedad».

El objetivo es entrar al debate nacional, pero con algunas particularidades. Desde una perspectiva propia de una entidad académica, donde la opinión esté basada en investigaciones y en el estudio de las mejores prácticas internacionales. Pese a que los académicos y cercanos al proyecto aseguran que han recibido carta blanca de la rectoría de la PUC para entrar al debate desde este plano, no quieren meterse en la “cocina” de las discusiones ciudadanas, sino mantenerse en la visión desde la academia.

“No es misión de la escuela realizar propuestas de políticas públicas, función que es más propia de los centros de pensamiento, de las asociaciones de la sociedad civil que promueven agendas particulares y del propio Gobierno, desde donde nace la mayoría de las iniciativas de políticas públicas. La misión de la escuela en este contexto es producir análisis e investigaciones que enriquezcan la formación general de políticas públicas”, añade Larragna.

Manos a la masa

Pacheco está entusiasmado con dedicar parte relevante de su agenda a ser “profe” y sabe que tienen que convencer a los jóvenes hasta de ir a clases: motivar el debate y el intercambio de ideas es parte de su propuesta. También lo motiva que puedan formar profesionales que quieran trabajar en el Estado. Y hay muchos, asegura, que tienen esas aspiraciones.

“Cuando un joven entra a la universidad y se plantea una carrera, también se hace la pregunta de qué quiere hacer después. Algunos de ellos quieren seguir en la vida académica, otros quieren después de graduados emprender sus propios negocios o actividades y algunos de ellos entrar al mundo privado como profesionales. Pero es muy importante que nosotros también relevemos lo interesante y lo importante y lo desafiante que es para los jóvenes universitarios graduados el trabajar en el estado, el poder trabajar en el sector público. Hay tantas cosas que hacer en el sector público, en el estado y tanta necesidad de este estado de tener talento y gente preparada y competente. Una escuela de gobierno permite difundir eso”, comenta el exsecretario.

El decano de la Facultad de Economía y Negocios de la PUC, José Miguel Sánchez agrega que el espacio hay que ganárselo por medio de LA investigación seria, no por ser un nuevo think tank, y reconoce que una de las batallas importantes que hay que dar será liberarse del estigma de ser conservadores.

“Desgraciadamente tenemos que luchar contra los prejuicios y tendremos que validarnos a partir del diálogo y del debate serio de los temas. En la universidad existe la libertad académica y nuestros profesores pueden tener distintas formaciones y valores, los que pueden expresar libremente. Ellos, como todos los profesores de la universidad, serán evaluados por la calidad académica de su trabajo, tal como ocurre en las mejores universidades del mundo”, detalla.

Máximo Pacheco agrega que se siente cómodo en el proyecto, perteneciendo a una identidad asociada a la izquierda y la progresismo. «Creo que de alguna manera que yo esté ahí es porque considero que hay espacio para la diversidad de opiniones, algo que pasa en la sociedad chilena. La sociedad chilena es una sociedad diversa y no hay universidad sino se construye a partir de la diversidad», asegura.

La agenda que han comenzado a trabajar a través de seminarios y ponencias también deja en evidencia que tienen ganas de sacarse los prejuicios. Susana Claro, Rodrigo Vergara y Óscar Landerretche ya han sido invitados a diferentes actividades organizadas por la escuela. En el segundo semestre de 2018 pondrán manos a la obra, que es cuando comenzará a impartirse el Magíster de Políticas Públicas.

Este año, además, se partirá ofreciendo paquetes de cursos en políticas públicas para alumnos de las distintas carreras y programas de pregrado de la PUC. El broche de oro vendría luego de poner en marcha una carrera de pre y posgrado en gestión pública, una rama que hasta ahora no había sido explorada por la PUC. Durante este año se evaluará la puesta en marcha de este programa.

“La Escuela de Gobierno es un espacio de libertad de pensamiento, en la que pueden converger personas de distinto pensamiento político. No hemos recibido ningún tipo de lineamiento desde la dirección de la universidad para encauzar de uno u otro modo nuestro quehacer académico, más allá de los propios que rigen la vida académica”, concluye Larrañaga, descartando cualquier duda sobre la independencia del proyecto.

Las cartas están sobre la mesa. Ahora es cuestión de tiempo.

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