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Piñera: cambio de Gobierno y de paradigma Análisis político de Gemines Consultores

Piñera: cambio de Gobierno y de paradigma

Guido Romo Costamaillère
Por : Guido Romo Costamaillère Director de Encuestas y Opinión Pública Gemines Consultores
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Quedó claro que un líder carismático no es suficiente, que los partidos y el andamiaje social son necesarios para un esfuerzo de las proporciones que se pretendían. Que el de Bachelet fue o intentó ser un Gobierno reformador, es cierto. El nuevo Gobierno recibe un país con viento a favor en lo económico, y no hay duda que esa ventaja deberá ser bien aprovechada políticamente. Lo que se viene será un desafío del ideario del crecimiento versus el de la distribución.


Ya se ha hablado y seguirá hablando por mucho tiempo del término del segundo Gobierno de Michelle Bachelet y la entrega del poder, también por segunda vez, a Sebastián Piñera. Dos veces ganó, dos veces tuvo que entregar la banda presidencial a la oposición.

Poca consistencia, poco fondo en una coalición ya inexistente, pegada a la fuerza por el poder y ciega frente a los cambios sociales. Donde, más que tratar de entender y convencer a sus opositores, se les trató de “fachos pobres”, como si ese desprecio ganara votos y, peor aún, no ver que reniega de ideas de igualdad y fraternidad que se suponía le eran propias.

La ceguera fue total y desde hace ya un buen rato, a poco andar en el Gobierno, cuyo único activo –la Presidenta, y su condición moral por sobre todos– quedó destruido después del tristemente famoso caso llamado Caval. Quedó claro que un líder carismático no es suficiente, que los partidos y el andamiaje social son necesarios para un esfuerzo de las proporciones que se pretendían.

Que fue o intentó ser un Gobierno reformador, es cierto. Que la oposición, ciertos medios y otros poderes fueron despiadados, también es cierto. Pero, pecas –al menos– de ingenuo si no esperas una reacción de quienes se sentirían afectados y que son además los más poderosos del país. ¿No debieras haberte preparado para ello? Quizás se intentó sin ser suficiente, quizás la resistencia fue mucho mayor que la esperada. Quizás no había la convicción necesaria para ganar, no más.

La frase que resume, magistral y tristemente todo esto, es la dicha por la ex ministra Narváez frente al no cierre de Punta Peuco: “No se pudo”. Porque eso es lo que percibieron los chilenos que votaron por Sebastián Piñera y los que no votaron: que no se pudo y ya no se podría. Miremos para el lado, entonces, pensó la gente. Miraron para el lado, algunos se convencieron y votaron, la mayoría no creyó en nada.

Metas de mediano y largo plazo

El enfoque del Gobierno saliente y el entrante son distintos, y es normal que así sea. Sin embargo, hay algunas áreas que han demostrado su valor para el país, que pensamos debieran seguir presentes en toda futura política de Estado. Las siguientes son algunas de aquellas.

La tremenda renovación de la matriz energética y la importancia dada al cuidado de los recursos no renovables. El cuidado de la naturaleza (flora y fauna) con la creación, por ejemplo, de parques nacionales debiera ser también una política de Estado. Impulso al turismo ecológico y reforzar Marca País.

Mejorar la calidad de vida en las ciudades, haciéndolas más amigables es un tema que no debe olvidarse.

El respeto y promoción de los derechos de las mujeres, impulsando la equidad de género en temas como mismo salario a mismo trabajo y el acceso a posiciones de poder, son algunos ejemplos.

La protección de la niñez, una herida abierta en nuestra sociedad, con una institucionalidad que debe seguir avanzando, mucho más rápido porque estamos demasiado atrasados en ello. Lo mismo para los adultos mayores, sujetos a una salud precaria y con medicamentos de alto costo.

Una justicia más igualitaria para la gente, donde el sesgo de clase no sea el que defina el resultado de una acción judicial, y seamos realmente iguales ante la ley.

El apoyo a las PYME, como un cluster del que dependen miles de chilenos, a través de políticas crediticias que no las asfixien, agilidad en los pagos de parte del Estado, trámites menos engorrosos e impulso a iniciativas locales, por ahí hay caminos que falta avanzar.

La masificación de Internet (ya Banda Ancha), que permite a muchos (estudiantes, pequeños empresarios, regiones, etc.) acceder a un mundo de oportunidades y desarrollo de creatividad, ideas y negocios.

La regionalización como oportunidad de desarrollo y utilización del potencial de nuestro país. El impulso a la ciencia debiera estar presente. Los científicos chilenos (posdoctorados, por ejemplo) se pierden por falta de oportunidades en su país y la fuga de cerebros debiera detenerse.

El desarrollo y uso de la tecnología en todos los ámbitos, implica tanto hacer crecer la industria local como comprender a sus nuevos usuarios, las generaciones Y o Z, nativos digitales. Nuevas formas de comunicación y relacionarse que hay que dominar para lograr el mejor contacto con los ciudadanos.

En fin, son ejes puestos en las personas y su acceso a un mejor vivir, a través de un desarrollo responsable con nuestra realidad, crecimiento y desarrollo de la mano.

Cambio de paradigma

El nuevo Gobierno recibe un país con viento a favor en lo económico, y no hay duda que esa ventaja deberá ser bien aprovechada políticamente. Queda también bastante claro que los chilenos, los que constituyen la opinión importante para los políticos, son de un carácter más cercano a los cambios paso a paso que a la agudización de las contradicciones y se alejan de los extremos.

En esta pasada y dadas las condiciones expuestas, la derecha en el poder se la jugará por un cambio, defendiendo su ideario y dando una batalla cultural para entregar soluciones a los problemas y temas país, desde su propia visión de la sociedad, donde el crecimiento más que el asistencialismo (por ejemplo) pueden solucionar los problemas como la pobreza y entregar el desarrollo necesario para ser un mejor país.

Ya no renegará del lucro (forzadamente) sino que reivindicará el empuje privado como factor clave para crecer y mejorar la vida de las personas. Todo esto con la capacidad de aceptar que hay temas que ya no debe tocar ni con cuales hacer ruido. La gratuidad sería un buen ejemplo de aquello. Lo que se viene será un desafío del ideario del crecimiento versus el de la distribución.

Esperemos que esto no se confunda con un Gobierno favorable a los negocios per se, sino que complementado con transparencia y reglas claras para un correcto funcionamiento de los mercados. Los empresarios también deben mejorar su desempeño en términos de responsabilidad empresarial y jugar dentro de los nuevos marcos de escrutinio público.

Guido Romo Costamaillère

(N.d.R – Este análisis salió publicado originalmente en el informe mensual de Gemines de marzo)

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