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El problema no es el plástico Opinión

El problema no es el plástico

Felipe Rojas Eing
Por : Felipe Rojas Eing Gerente de innovación de MBM Group
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Los productos pueden ser pensados para reciclarse y reutilzarse. Según estimaciones de la Comisión Europea, el ahorro dado por la economía circular puede llegar a los 600 mil millones de euros (unos US$ 700 mil millones) para las compañías del bloque, lo que equivale al 8% de su facturación anual. Además, se pueden crear 580 mil empleos y las emisiones de carbono de la Unión Europea pueden reducirse en 450 millones de toneladas hacia 2030.


La discusión que se ha dado en las últimas semanas en torno a las bolsas plásticas es positiva, ya que ha puesto de relieve un problema del que Chile aún no se hace cargo: el uso excesivo de productos plásticos diseñados para ser usados una sola vez y su consecuente fuga al ecosistema.

Más allá de la controversia que significa una prohibición, creemos que es necesario analizar cómo empezamos a reformular nuestra cadena productiva de manera que el plástico sea un recurso constantemente reusado y/o reciclado sin fugas al medio ambiente, lo que implica alejarnos de las alternativas de plástico descartable. Por ejemplo, si es que las empresas que venden envases de este material crearan, desde su origen, contenedores reutilizables y/o 100% reciclables, entonces sería posible extender la vida útil de esos productos y, de paso, se evitaría que todo ese plástico fugue al medio ambiente.

Cuando el envase cumpla su ciclo, podría ser reciclado y así el potencial residuo pasaría a convertirse en materia prima para otros recipientes. A modo de ejemplo, hace algún tiempo decidimos diseñar muebles de exhibición que fueran reutilizables y reciclables. Además de evitar la fuga de plástico, esto ha significado ahorros de hasta un 40% para algunos clientes. Asimismo, hemos comenzado a fabricar modulares de plástico reciclado a partir de los envases que fueron exhibidos previamente.

Esta manera de repensar el diseño de los productos para que sean reutilizados y posteriormente reciclados es lo que se conoce como economía circular. Este modelo no sólo es amigable con el medio ambiente, sino que también hace sentido en términos financieros para las empresas que lo aplican.

Según estimaciones de la Comisión Europea, el ahorro dado por la economía circular puede llegar a los 600 mil millones de euros (unos US$ 700 mil millones) para las compañías del bloque, lo que equivale al 8% de su facturación anual. Además, se pueden crear 580 mil empleos y las emisiones de carbono de la Unión Europea pueden reducirse en 450 millones de toneladas hacia 2030.

Ahora bien, este cambio de diseño por el lado de la oferta tiene que venir acompañado de un giro de mentalidad por el lado de la demanda, ya que, si la población no entiende los beneficios de la reutilización y del reciclaje, entonces los esfuerzos de las compañías que están impulsando la transición hacia la economía circular habrán sido en vano.

Por esto mismo, es indispensable que el Gobierno impulse campañas de concientización para modificar los hábitos de los ciudadanos y así ser un ejemplo a nivel mundial en la batalla contra la contaminación de plástico.

Quizás un primer buen paso sería unirse a la campaña internacional Plastic Free July, que busca rechazar el uso de plásticos de un sólo uso –bolsas, vasos, bombillas, globos, por nombras algunos– y de reutilizar o reciclar los productos fabricados con este material durante 31 días. Más de 2 millones de personas en más de 150 países ya son parte del desafío. Si el Gobierno está realmente comprometido con el cuidado del medio ambiente, debería sumarse a esta iniciativa sin pensarlo.

Felipe Rojas, gerente de innovación de MBM Group. Ingeniero Comercial y Magíster en Innovación y Emprendimiento de la Universidad Adolfo Ibáñez.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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