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Paul Krugman: el PIB no es una medición adecuada del éxito económico MERCADOS

Paul Krugman: el PIB no es una medición adecuada del éxito económico

Para el economista y académico de la Universidad de Princeton el indicador está prácticamente obsoleto, al menos para medir el éxito económico y la distribución de los ingresos en un país. «Si Jeff Bezos, de Amazon, entra en un bar, la riqueza promedio de quienes están en ese bar se dispara repentinamente por varios miles de millones de dólares, pero ninguno de los clientes que no son Bezos se ha vuelto más rico», señala.


Como un triunfo de la Selección, hace algunas semanas, la economía chilena le dio una alegría al Gobierno: se expandió al ritmo más rápido en más de cinco años impulsada por el aumento en la producción de cobre y el repunte de la inversión. El Producto Interno Bruto (PIB) del país creció un 5,3% respecto al año anterior y el número fue celebrado por la actual administración.

«Da para pensar que vienen tiempos mucho mejores», dijo el ministro de Economía, José Ramón Valente tras la publicación del indicador por el Banco Central. Pero… ¿es realmente un buen PIB reflejo del éxito económico de un país?

Eso es lo que se pregunta Paul Krugman en una columna publicada por The New York Times. «No soy una de esas personas que piensan que el PIB es una estadística tremendamente defectuosa ni inútil. Es una cantidad que necesitamos para muchos propósitos. Sin embargo, en sí misma no es una medición adecuada del éxito económico», sentencia el profesor de economía y asuntos internacionales de la Universidad de Princeton.

Y es que para Krugman existen varias razones por las cuales esto es cierto pero un elemento clave es que solo nos dice qué está ocurriendo con el ingreso promedio, que no siempre resulta pertinente para la forma en que vive la mayoría de la gente. «Si Jeff Bezos, de Amazon, entra en un bar, la riqueza promedio de quienes están en ese bar se dispara repentinamente por varios miles de millones de dólares, pero ninguno de los clientes que no son Bezos se ha vuelto más rico», dice.

La reflexión del académico estadounidense, que recuerda a la de Nicanor Parra sobre la desigualdad en Chile (“Hay dos panes. Usted se come dos. Yo ninguno. Consumo promedio: un pan por persona), agrega que «hubo una época en la que preguntarse quién se beneficia del crecimiento económico no parecía imperioso, porque el ingreso aumentaba de manera constante para casi todos. No obstante, desde la década de 1970, el vínculo entre el crecimiento general y el ingreso personal parece haber desaparecido en el caso de muchos estadounidenses».

Por un lado, dice Krugman, los salarios reales se han estancado para muchos; con el ajuste por la inflación, el trabajador promedio gana menos de lo que ganaba en 1979. Y por el otro, asegura, algunos han visto cómo sus ingresos han crecido mucho más rápido que el ingreso de la nación en general. Por lo tanto, los directores ejecutivos de las grandes empresas ahora ganan 270 veces más que el trabajador promedio en Estados Unidos, un aumento veintisiete veces mayor que en 1980.

«¿Cómo es que hechos como estos encajan en la narrativa general del crecimiento económico?», se pregunta el economista. «Para responder esta pregunta, necesitamos ‘cuentas nacionales distributivas’ que rastreen cómo se reparte el crecimiento entre distintos segmentos de la población», comenta el columnista del New York Times.

«Esas cuentas son difíciles», reconoce, pero no imposibles. «De hecho, los economistas Thomas Piketty, Emmanuel Saez y Gabriel Zucman han hecho estimados muy detallados durante el último medio siglo. El principal mensaje es que el crecimiento se va de manera desproporcionada a los más ricos y no se comparte con la mitad inferior de la población, pero también hay algunas sorpresas en el otro sentido. Por ejemplo, a la clase media le ha ido mejor que lo que indican algunas medidas gracias a los beneficios adicionales, aunque todavía sigue rezagada».

Proyecto de ley Schumer-Heinrich

No obstante, hay una gran diferencia entre los cálculos elaborados por economistas independientes y los informes habituales del gobierno estadounidense, afirma Krugman, tanto porque el gobierno tiene los recursos para hacer el trabajo con mayor facilidad como porque la gente (y los políticos) prestan más atención.

«Por eso, el Washington Center for Equitable Growth, un grupo progresista de expertos, se ha pronunciado a favor de algo similar al proyecto de ley Schumer-Heinrich», dos senadores estadounidenses que presentaron un proyecto de ley para que la Oficina de Análisis Económico, que elabora cálculos del producto interno bruto (PIB), elabore estimados sobre quién se beneficia del crecimiento: por ejemplo, cuánto termina en la clase media. «Esa es una idea magnífica», dice el académico.

Haciendo una fuerte crítica al mundo conservador Krurgman, quien fuera un opositor de las políticas económicas de la administración de George W. Bush, agrega que ​»en un mundo razonable, algo como el proyecto de ley Schumer-Heinrich se volvería ley en el futuro próximo. En el mundo real, claro está, la propuesta no avanzará por el momento, porque los republicanos quieren que se mantenga oculto lo que podrían revelar las cuentas distributivas nacionales».

Pero para ser justos, finaliza la columna, Paul Krugman dice que a los progresistas les gusta la idea de las cuentas distributivas, «en parte, porque creen que más conocimiento en esta área ayuda a su propia causa. Pero la cuestión es que el conocimiento es objetivamente mejor que la ignorancia y en el Estados Unidos moderno, saber quién se beneficia realmente del crecimiento económico es importante de verdad. Así que hagamos que descubrirlo y divulgar los resultados sea parte del trabajo del gobierno».

 

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