
Los apetitos y resentimientos que despiertan las Cajas de Compensación
Son un engendro: instituciones de previsión social, sin fines de lucro y que para financiarse prestan plata como un banco, aunque con otras normas y riesgos.
No reciben aportes de los trabajadores ni de las empresas, pero sí de los pensionados que, desde 1998, pueden afiliarse voluntariamente pagando un 1 % de su pensión para acceder a sus beneficios.
La lista es larga: descuentos en centros de salud, farmacias, restoranes, gimnasios, universidades, institutos, centros de recreación, cabañas y hoteles. Es un mundo lleno de códigos.
Sus créditos llevan apellido “social” para honrar el fin que persiguen —mejorar la calidad de los trabajadores y su grupo familiar— y eso se traduce en que no pueden discriminar y las tasas de interés son iguales para quien recibe el sueldo mínimo o $ 10 millones. Esa es la fuente del 80 % de los ingresos de las Cajas de Compensación creadas en 1953 por el gobierno de Gabriel González Videla para entregar un apoyo a las familias de los obreros, como se llamaba antiguamente al trabajador manual, a través del aporte que hacían los empleadores a las cajas y que ellas “compensaban” con distintos beneficios.
En simple, eran el departamento de bienestar de las empresas. Los números de las cajas despiertan apetitos y también resentimientos. Son poderosas: tienen 4,7 millones de trabajadores afiliados, pese a que las empresas no tienen obligación de pertenecer a una. Y en sus registros hay 1,4 millones pensionados que también ingresan voluntariamente. En 2011 las cinco Cajas de Compensación prestaron US$ 3.282 millones y ganaron US$ 124 millones.
El año pasado, a septiembre, los créditos colocados ascendían a US$ 3.609 millones. Y los excedentes, a US$ 115,8 millones, casi el 70 % de lo que ganaron las isapres el año pasado cuando registraron su mejor año desde 1990. Es probable que las cajas las empaten cuando se conozcan sus resultados a diciembre de 2012.
Una se llevó casi todo: Los Andes, fundada por la Cámara Chilena de la Construcción, obtuvo US$ 96,2 millones. Lleva décadas liderando el mercado y es inalcanzable. Concentra a un 49,3 % de afiliados y un 60 % del total de colocaciones, según las cifras de la Superintendencia de Seguridad Social (Suseso). El resto la sigue muy atrás.
La Araucana, de la Cámara Nacional de Comercio, es la segunda en afiliados (22,5 %) y créditos (21 %). Los Héroes, de Asimet, la tercera, con un 14,3 % de los afiliados y un 10% de los créditos. 18 de septiembre, de la Sofofa, la cuarta, con un 9,6 % de afiliados y 7 % de colocaciones La más chica es la Caja Gabriela Mistral, de la Cámara del Cuero y el Calzado, que agrupa un 4 % de los afiliados y un 2 % de los créditos. Compiten entre sí como cualquier industria privada.
Hacen costosas campañas de publicidad. Los Andes tiene inundadas las radios y la televisión. Los Héroes usó de rostro al actor Héctor Noguera en una agresiva campaña para captar pensionados en 2011.
Cuesta entender por qué lo hacen si son instituciones de previsión social orientadas a entregar beneficios a los trabajadores. Eusebio Pérez, vicepresidente de Cajas de Chile, la asociación gremial que las agrupa, responde que su crecimiento está ligado a la cobertura poblacional y que se han esforzado por encontrar nuevos segmentos de trabajadores y pensionados. Y que el ambiente ultra competitivo en el mercado del crédito explica la creciente inversión publicitaria.
Percibe que existe “cierta incomprensión respecto del rol que desempeñan las cajas, porque son el único sistema previsional en Chile que no recibe un peso para hacer lo que hace”.
Descuentos y beneficios poco claros para los afiliados
Originalmente, las empresas debían afiliarse a la caja de su gremio, lo que se liberó en 1978. Fue uno de los tantos cambios del régimen de Pinochet a estas entidades a las que se les quitaron los aportes de las empresas y se les agregaron responsabilidades y afiliados porque también entraron los empleados.
Ahora su principal función es pagar las licencias médicas y maternales a los trabajadores afilados que pertenecen a Fonasa, pero no lo hacen de su bolsillo, porque reciben el 0,6 % de la cotización de salud de los trabajadores y lo que falta lo cubre Fonasa. Reciben una comisión del Estado de $ 312 por prestación, lo que en 2012 se tradujo en $ 1.810 millones.
Poco, pero las cajas tampoco pagan de sus arcas las asignaciones familiares por hijo: se las entregan a las empresas y después el Estado les devuelve el dinero. Lo que sí cubren con sus ingresos son los bonos de matrimonio, nacimiento y muerte para todos los afiliados sin distinción de renta, pero son montos distintos dependiendo del tamaño de las cajas.
Forman parte del inconsciente colectivo de muchos chilenos y son un resabio del Estado protector que probablemente Pinochet no se atrevió a descabezar. No existe en la ley una definición de beneficio, lo cual da pie para que cada caja tenga su propia oferta. Sólo envían a la Suseso la lista aprobada por el directorio a comienzos de año y no se conocen rechazos a las propuestas dicen en el organismo.
Un caso particular es de La Araucana que apunta a la educación y posee una corporación educacional dueña de cuatro colegios, diez Institutos Profesionales, tres Centros de Formación Técnica (dos en Santiago y una universidad, la última que fue aprobada en 2011. Según explica Emilio Torres, jefe del subdepartamento actorial de la Suseso, la caja es “socia fundadora de la corporación, no puso capital inicial, pero entrega cuotas ordinarias mensuales”.
O sea, aporta dinero, pero no recibe un peso de vuelta. En 2011 entregó US$ 1,37 millones a sus tres corporaciones: la de educación, la de recreación y la de salud.
¿Por qué usan esta figura? La caja no respondió las consultas de El Mostrador Mercados. Eusebio Pérez, vicepresidente de Cajas de Chile, sostiene que “si crean corporaciones es porque seguramente están pensando entregar beneficios no sólo a sus afiliados, sino abiertos a la comunidad”.
¿De qué le sirve a los afiliados que su caja, a través de una corporación, cree institutos, centros técnicos y una universidad dirigidos a cualquier chileno? La única ventaja a la vista es un descuento de 10 %. “Es bajo”, admite Pérez.
Otras como Los Andes o Los Héroes tienen convenios con universidades privadas, institutos y centros técnicos que ofrecen rebajas de 20 o 30 %. En la memoria de Los Andes se lee que en 2011 entregaron más de $ 21 mil millones en beneficios sociales. “De esos, $ 4.737 millones fueron entregados para educación y $ 5.802 millones en prestaciones dirigidas a eventos de distinta naturaleza que enfrentan las familias, además de una cartera variada en prestaciones y programas de salud”.
En la Suseso registran $ 17.510 millones. ¿Cómo se origina la diferencia? Puede que haya prestaciones contabilizadas de otra manera, pero la pregunta quedó sin respuesta, porque Los Andes tampoco accedió a contestar a este diario.
El sello de Los Andes es su oferta recreativa. Posee 11 complejos hoteleros o de cabañas que ha construido desde Iquique a Puerto Natales siempre llenos. Algunos están dirigidos a los estratos más altos como las cabañas en Lago Ranco, a cinco minutos de Bahía Coique, o el Hotel Llanuras de Diana, a dos horas de las Torres del Paine. Sus habitaciones cuestan entre $ 40 mil y $ 60 mi diarios, lo que deja afuera a los trabajadores que reciben asignación familiar (rentas que oscilan entre $ 202 mil y $ 495 mil brutos).
“La oferta debe estar dirigida también a los segmentos altos Es una gracia que una persona del sector medio pueda acceder a hoteles como estos”, explica Pérez, quien antes de asumir en Cajas de Chile trabajó 30 años en Los Andes.
No existe transparencia en los descuentos. En el simulador de la web de Los Héroes un sueldo de $ 1,6 millones obtiene descuento cero y uno de $ 1,1 millón, un 10 % en cualquier hotel. Al consultar telefónicamente y dar dos RUT con esas rentas las rebajas son de 17 % y 24 %, respectivamente.
El “plan médico gratuito” de la Caja 18 de Septiembre consiste en una llamada para hablar con un doctor y preguntar en la línea acerca de los síntomas molestos; lo mismo el dentista. La bonificación del 80 % en el copago de consultas, laboratorios y rayos tiene un tope anual de 1,2 UF. Y nada de eso aparece explicado en la web.
La ley tampoco fija el porcentaje de excedentes que las cajas deben reinvertir en beneficios. En 2011 ganaron US$ 124 millones y a septiembre de 2012 habían destinado US$ 58 millones a regalías, según datos de la Suseso.
Créditos con cero riesgo
Existe un manto de sospecha sobre las cajas. El senador PPD Eugenio Tuma planteó sus dudas. “No tienen fines de lucro, pero en qué invierten, lo hacen por licitación, dónde están sus contratos. Me gustaría saber quiénes son los prestadores de servicios y estoy seguro que me voy a encontrar con muchos intereses vinculados entre los que toman decisiones y reciben los contratos”. Buscando crecer Los Héroes escogió como “modelo de negocios” a los pensionados y logró ser la más grande con el 39,5 % de ese segmento. En 2011 ganó la licitación del IPS para pagar las pensiones durante cinco años.
El programa “Esto No tiene Nombre”, de TVN, emitido en marzo de 2012, reveló cómo sus vendedores ofrecían créditos a quienes iban a cobrar su pensión básica solidaria de $ 80 mil, cosa prohibida por ley. Quedó también al descubierto cómo un crédito de 300 mil se convertía en $ 1,2 millones no por la tasa, sino por la cantidad de años a pagar. Fue multada por la Suseso, expulsada de Cajas de Chile, aunque el directorio y los gerentes conservaron sus cargos.
La autoridad limitó la cuota a un 5 % de la pensión solidaria que, hasta entonces, era un 15 %, y acortó el plazo máximo de 7 a 5 años para todos los créditos. Las consecuencias se vieron también en los resultados de Los Héroes que, a septiembre del año pasado, cayeron a US$ 1 millón cuando a diciembre de 2011 habían sido US$ 13,4 millones.
Las tasas de interés son similares a las de los bancos, pero el riesgo infinitamente menor, porque al trabajador el empleador le descuenta las cuotas por planilla y a los pensionados se les rebaja de su pensión. Un privilegio legal que, a juicio del senador PPD Eugenio Tuma, impulsor del proyecto de ley que rebaja la Tasa Máxima Convencional del 57 % al 35 %, debe reflejarse en los créditos de las cajas.
“Mi hermano Joaquín (diputado del PPD) presentó una indicación que fue aprobada por la Comisión de Economía de la Cámara para que la TMC no supere un 23 % anual para los pensionados y un 27 % para los trabajadores de las cajas. Cobran tasas como cualquier banco y deberían ser mucho más bajas porque no tienen riesgo”.
“No podemos compararnos con un banco que puede endeudarse con el Banco Central a tasas bajísimas. Las cajas tenemos que pedir financiamiento con los bancos o hacer emisiones de bonos. ¿Me puede decir si desde el punto de vista financiero es lo mismo?”, alega molesto Pérez desde la asociación gremial.
Y en este caso Pérez tiene razón. El viernes La Caja de Compensación Los Andes anunció que emitirá un bono por hasta $ 60.000 millones a una tasa de 7 %. Los bancos está endeudándose en dólares, pagando tasas de alrededor de 3 %.
Las cajas tienen restricciones. No pueden comprar acciones de ningún tipo, salvo de AFP o Isapres, lo que fue pensado en que crearan una. Y no cuentan con liquidez para invertir por los descalces que se producen al cubrir los pagos de las licencias médicas y que después les reintegra Fonasa.
El diputado PPD Felipe Harboe critica que las cajas obliguen al trabajador a autorizarlas para que, en caso de despido, el saldo del crédito sea descontado de su indemnización.
Y así ocurre, puesto que los pagarés tienen incorporada esa cláusula que es voluntaria, pero termina siendo aceptada por necesidad por el trabajador. Presentó un proyecto de ley para prohibir el descuento, “porque en la práctica es un embargo y la legislación laboral señala que la indemnización laboral no es embargable”.
También incluye la prohibición de otorgar préstamos a los chilenos que reciben la pensión básica solidaria. “Me dicen que es injusto, porque los viejitos no tienen cómo acceder al crédito, pero estamos hablando de personas que nunca tuvieron nada y no deben endeudarse”. Y, por último, que la Superintendencia de Bancos supervise a las cajas.
“Originalmente, tuvieron un fin súper loable. En la práctica, se han transformado en instituciones financieras y el modelo de negocios no es necesariamente el descuento para el trabajador. Igual como en la industria del retail, donde la venta de productos no es lo importante, sino el crédito”.