Durante la semana pasada se difundió de manera profusa la noticia de que a diez años de la creación de los multifondos, éstos han rentado entre un 4% y 6,5%. Nada se dijo respecto de la sistemática caída que vienen experimentando los ahorros de los trabajadores desde el 2007 en adelante. En efecto, sólo el 2008 se perdieron más de US$ 28.000 millones, cifra que en esa época representaba más de un cuarto del Producto Interno. Luego, con la estafa de La Polar, el fondo de ahorro perdió más de US$1.900 millones. En estos últimos cinco años los trabajadores han visto desaparecer de sus cuentas individuales millones y millones de dólares y, lo más grave, dado que un alto porcentaje de estos fondos (un 80% en el caso del FONDO A) continúan invirtiéndose en renta variable, vale decir, en instrumentos especulativos, las perspectivas son aún más negativas.
El gobierno con su Ministra, los altos ejecutivos de las AFP y los ex funcionarios de gobierno de la Concertación, insisten en mantener un discurso de que la previsión hay que mirarla en el largo plazo, y que por tanto, no vale la pena cambiarse del FONDO A ya que al hacerlo asumen la pérdida. Nada más alejado de la realidad. Desde la crisis, julio de 2007 a junio de 2012, el FONDO A ha perdido un 19,26%, en cambio el FONDO E, en igual periodo, ha obtenido una rentabilidad del 22,02%. Lo grave es que el 59% de los afiliados se halla en los fondos A y B, los de mayor exposición, y sólo un 8,9% está afiliado al Fondo E.
De allí la gravedad de que las autoridades sigan recomendando una afiliación que expone irresponsablemente a los trabajadores.
Lo más increíble es que la mayor parte de las altas autoridades se han cambiado al FONDO E, pues es el que menos exposición tiene ante la volatilidad del mercado mundial, es más, el propio presidente de la Asociación de AFP, Guillermo Arthur está en el FONDO E.
Como insistentemente señalan, la previsión es un tema de largo plazo y hay que mirarlo con esa perspectiva. El sistema chileno cumplió 31 años y los datos de la propia Superintendencia de Pensiones muestran que las AFP al día de hoy pagan poco más de 900 mil pensiones y el promedio de éstas no supera los $175 mil, en circunstancias que el promedio imponible de los trabajadores es de $527 mil, es decir, las AFP pagan un tercio del equivalente del ingreso que percibían en su vida laboral. A esto hay que agregar que este sistema genera una alta carga financiera para el Estado, cercano al 60%, ya que entre 1981 y el 2009 más del 50% del gasto para pagar pensiones que hicieron las AFP y las compañías de seguros se hizo con dineros públicos.
La persistente mentira de los dueños de las AFP y el silencio de la mayor parte de los actuales parlamentarios, responde a la gigantesca capacidad de lobby que tiene las AFP, que seguramente con recursos de los propios afiliados financiaran parte de las campañas políticas y con ello cerrarán la boca para continuar perpetuando un sistema que sólo ha enriquecido a los grandes grupos económicos. Parte del discurso de quienes defienden este sistema, se centra en que es necesario “educar financieramente” a los trabajadores, como si dependiera de la educación, el acabar con la especulación financiera a la que son sometidos los ahorros previsionales.
La verdad, falta educación, pero educación para que los trabajadores revisen sus cartolas y comprueben como, año tras año, no logran acumular ahorros pues estos se desvanecen por la especulación a la que son sometidos y cómo, a diferencia de sus pérdidas, los dueños de las AFP aumentan las utilidades estratosféricamente.
El gran discurso de José Piñera para destruir la Seguridad Social en Chile, fue que los sistemas de reparto estaban en crisis; que eran una carga para el Estado, y que pagaban pensiones miserables. Un sofisma creado bajo dictadura. Nunca estuvieron en crisis, al contrario, la mayoría de las cajas de previsión al año 1980 mostraban superávit y las pensiones que pagaban oscilaban entre el 75% al 80% del salario y, comparadas con las AFP, nunca fueron una carga para el Estado, es más, su nivel de eficiencia era mucha más alto que el de las AFP.
Cuando Europa y el mundo enfrentan nuevamente una crisis derivada de la codicia del capital, inmediatamente se pretende destruir contra los regímenes de Seguridad Social, pues son los únicos sistemas que fundados en la solidaridad y universalidad permiten entregar dignidad a quienes viven de su trabajo. No hay ninguna evidencia seria que pueda demostrar que los sistemas de reparto están en crisis, Europa es la mejor prueba de ello, todos los países de alto desarrollo, como los del norte europeo, Alemania, Francia y la propia España, mantienen estos regímenes, y gracias a ellos, han podido capear de mejor forma la crisis que viven actualmente.
Chile y sus trabajadores tenemos un desafío ético que cumplir, consiste inexorablemente por acabar con este sistema espurio que se construyó con la total ausencia y participación de los trabajadores y que ha servido solamente para disponer de recursos a los grandes grupos económicos para que con éstos reproduzcan la riqueza en pocas manos.