Tarjetas de prepago: el nuevo negocio que se disputarán los bancos con el retail
Los medios de pago se preparan para un cambio revolucionario a nivel nacional si el proyecto de ley que introduce las tarjetas de prepago ve la luz.
Hace unas semanas, el gobierno envió al Congreso un proyecto para desarrollar en el país los medios de pago con provisión de entidades no bancarias, el que es impulsado por el retail financiero, pero que puede ser desarrollado por varios de los actores que participan de manera directa o indirecta en el negocio financiero.
De ser aprobada la idea e implementada, se producirá una segunda ola bancarizadora en Chile, que podría llegar hasta niveles donde no existe la posibilidad de acceder al sistema financiero y para canalizar una serie de beneficios estatales.
La iniciativa legal supone que emisores no bancarios a través de instrumentos físicos, electrónicos o de cualquier tipo puedan emitir tarjetas de prepago abiertas-multipropósito complementarias a la Redcompra.
Su principal objetivo es la inclusión financiera de segmentos que hoy no tienen acceso a este sistema. Además, según los promotores de esta iniciativa, la experiencia internacional ha mostrado que este puede ser el paso previo a la entrada de estos consumidores al sistema financiero formal.
Se contemplan dos tipos de plásticos de prepago abiertas: una nominativa que permita hasta $350 mil de cupo y otra innominada de hasta $20 mil. La diferencia radicaría en que la primera requeriría mayor seguridad en el sistema por parte de los emisores.
El foco estaría puesto en personas de menores recursos, pensionados, receptores de beneficios sociales y quienes no pueden acceder a una cuenta corriente o tarjetas de crédito o débito, entre otros.
Así, por ejemplo, una empresa podrá pagar sus sueldos a través de una alianza con un emisor no bancario que haya ganado la licitación para prestar este servicio.
Pero el mayor negocio estará en la entrega de beneficios del Estado, ya que se podría hacer el pago a través de una tarjeta que pueda ser utilizada en el comercio formal.
Así, los nuevos plásticos llegarían a competir principalmente con las cajas de compensación, cooperativas y con la cuenta RUT del Banco del Estado.
¿VENTAJAS?
Al introducir mayor competencia, se espera que bajen los costos de las transacciones. Así, por ejemplo, si una empresa llama a una licitación para que una cadena de retail preste sus servicios de tarjetas de prepago y que la compañía a través de esta pague los sueldos de sus empleados, elegirá entre la que cobre la menor comisión.
Y es que el cobro de comisiones es el negocio para las compañías emisoras. A nivel mundial hay distintos modelos de negocios: algunos emisores que cobran comisiones fijas, otros por las transacciones que hagan sus tarjetas y otros usan un modelo mixto.
El proyecto no sólo tiene al retail entre los principales interesados. La banca también podría hacerse partícipe de aprobarse el proyecto, aunque desde la industria reconocen que junto a la promulgación debe haber un relajamiento en las condiciones que impone el Banco Central. Y es que si bien esta industria tiene la posibilidad de emitir este tipo de tarjetas, hasta ahora no lo ha hecho por las altas restricciones que contiene la normativa III.J.3 del instituto emisor, que según señalan en el sector, hace demasiado alto el costo de administración.
Por ello, de flexibilizarse las condiciones podría ser sumamente interesante, aunque aún marginal para el negocio del banco. Entonces, ¿dónde está el atractivo? Son dos los principales aspectos que hacen de este producto algo interesante para el sector. El primero es que permite ser una herramienta para acercar la banca a las personas. Así, si bien al comienzo es una tarjeta de prepago, luego los bancos pueden ir otorgando cuentas vistas o corrientes a los consumidores.
El otro atractivo está en la entrega de beneficios sociales. El Estado licita por cinco años el pago de los beneficios del IPS (ex INP), proceso que está hoy en manos de la Caja de Compensación Los Héroes y, que antes fue del BBVA. Las ganancias están en el fee mensual que paga el Estado a quien entrega los pagos y, el interés que genera el dinero mientras los beneficiarios no realizan los retiros.
La Asociación de Bancos se ha referido en otras oportunidades a este proyecto, señalando que «en esta materia, lo más relevante es cautelar la seguridad y eficiencia de los medios de pago. De allí la importancia que el Banco Central y la SBIF cuenten con las herramientas legales adecuadas para regular y fiscalizar el funcionamiento de este sistema de pagos, evitando las asimetrías en los estándares y requerimientos exigibles a los diversos tipos de emisores, que pudiesen generar distorsiones en este ámbito y/o afectar de cualquier modo la estabilidad financiera».
Desde el punto de vista legislativo, si bien es un proyecto de fácil tramitación, el cambio de gobierno supondrá un retroceso en la discusión. El diputado DC e integrante de la Comisión de Hacienda de la Cámara, Pablo Lorenzini, afirma que «es un tema que tiene un impacto nacional y en las políticas financieras-económicas. Entonces, lo mejor es que asuma el nuevo gobierno. La idea es buena, pero el nuevo gobierno podrá tener nuevas indicaciones que queremos conversar con ellos». Y es que según afirma el parlamentario, el objetivo es «enviar algo relativamente consensuado al Senado y con respaldo».
Transbank es un actor relevante del sistema. Su gerente general, Alejandro Herrera, ve con buenos ojos la implementación de estos nuevos plásticos. «Creemos positivo incorporar nuevas modalidades -y emisores- que faciliten a los consumidores las compras, sobre todo si son medios de pago electrónicos», afirma.
Agrega que «debe tenerse presente los costos transaccionales asociados a la emisión, autorización y procesamiento de las transacciones de estos medios de pago que -para que se masifiquen exitosamente- debieran ser menores que los medios de pago tradicionales». Es a esto a lo que apunta el retail financiero, a que las comisiones sean menores que las que se cobran actualmente.
La experiencia internacional esta liderada por Estados Unidos, que en 2010 contaba con una participación del 75% de las tarjetas de prepago a nivel mundial. Conocedores explican que en este país y en Europa se ha masificado el servicio por los inmigrantes. Al no poder obtener tarjetas bancarias, sus sueldos o beneficios son pagados a través de estos sistemas.