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Inclusión laboral LGBTI Yo opino

Inclusión laboral LGBTI

Alessia Injoque
Por : Alessia Injoque Directora de Fundación Iguales. Ingeniera Industrial, mujer transgénero, En twitter @ale_injoque
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El trabajo suele ser el último closet, nos repetimos que es un lugar de menor importancia donde vamos por dinero y después nos vamos a la casa a seguir nuestras vidas, pero la verdad es que pasamos muchas horas en el trabajo, nos relacionamos y conectamos con gente; todos los lunes mis amigos hablaban sobre lo que hicieron el fin de semana, donde fueron con sus hijos, con sus parejas y yo estaba pasando por los eventos más increíbles de mi vida… pero no los podía compartir.


Hace 10 meses que salí del closet en el trabajo en el día más increíble de mi vida. Desde entonces, todo ha sido muy rápido, pero en el camino pasé de ser un tipo tímido, que le temía al público y a la exposición, a ser alguien que opina, habla en medios, en público y va por la vida con la frente en alto y sin miedo.

Y es cuando las cosas cambian que puedes mirar para atrás y entender un poco.

Yo siempre fui una persona distante, me relacionaba con la gente en base a actividades comunes y sostenía mi autoestima en base a logros. ¿Por qué era así? Aunque no era capaz de verlo, era obvio: cuando niegas quien eres, tienes que armar una barrera, no puedes compartir por miedo a que te descubran, no puedes mostrarte vulnerable y es difícil conectarte con los demás. ¿Cómo te conectas con los demás sin conectarte antes contigo? Cuando algún amigo se acercaba y me contaba algo personal, yo no podía compartir ningún sentimiento propio, mantenía la distancia para protegerme.

Hace poco me preguntaron qué es lo más importante que gané transitando y, sin duda, es autoestima. Durante 35 años, mentí y me mentí respecto a quien era, para ser aceptada, por miedo al rechazo; y para no ser rechazada por el resto me rechacé a mí misma ¿entienden lo que significa? Significa que reconocí que yo no era una persona aceptable, digna de cariño, digna de reconocimiento, entonces tenía que ocultarme y cargar con eso. Llevé esta carga sin reflexionar al respecto y al tomar conciencia fue durísimo, después de una vida de sentir que no era alguien aceptable me desplomé en llanto.

Estos son los closets en los que vivimos. Es verdad que nos protegen, pero también nos destruyen, nos aíslan y cuando miro hacia atrás, ese closet me dolía más que cualquier insulto, porque estar ahí metida era aceptar todos los insultos, enterrar todos mis sueños. Al mismo tiempo, mientras enfrentaba mis miedos y transitaba, me daba cuenta que podía pelearme con algunos familiares y seguir adelante, perder a algunos amigos, pero si perdía el trabajo era algo de lo que no sabía si iba a poder recuperarme.

Por un lado, obviamente están las importantísimas lucas ¿cómo pago mis cuentas y mi hipoteca? desestabilizan tanto que pueden destruir una relación de pareja, sin duda te destruye el autoestima y te llena de impotencia. Y es por eso que el trabajo suele ser el último closet, nos repetimos que es un lugar de menor importancia donde vamos por dinero y después nos vamos a la casa a seguir nuestras vidas, pero la verdad es que pasamos muchas horas en el trabajo, nos relacionamos y conectamos con gente; todos los lunes mis amigos hablaban sobre lo que hicieron el fin de semana, donde fueron con sus hijos, con sus parejas y yo estaba pasando por los eventos más increíbles de mi vida… pero no los podía compartir.
Ser uno mismo, ser libre, no se trata de una ideología, no es un movimiento, es un tema de salud emociona y autoestima; somos más felices cuando somos libres de ser y amar, nos conectamos mejor con los demás cuando no tenemos miedo a ser juzgados por ser diferentes y es ahí donde las empresas y el estado tienen herramientas para cambiar las cosas, creando entornos inclusivos en los trabajos –como ocurrió en mi caso– pueden ayudarnos a salir de estos closets que tanto daño nos hacen. Nos vamos a conectar mejor, vamos a ser más felices, vamos a aumentar la productividad y vamos a estar más comprometidos con la empresa.

Lo que quiero que se lleven de esta breve columna es lo que hoy siento cada día por ser yo misma, quiero que sepan la inclusión laboral nos cambia el mundo y quiero que más personas de la diversidad puedan sentir la libertad que sentí ese día en que salí de mi último closet.
Porque la inclusión laboral cambia vidas, como la mía.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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