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Nova Austral: la crítica viabilidad financiera de la salmonera que manipuló todos sus datos y alteró el fondo marino MERCADOS

Nova Austral: la crítica viabilidad financiera de la salmonera que manipuló todos sus datos y alteró el fondo marino

Natalia Saavedra Morales
Por : Natalia Saavedra Morales Editora periodística El Mostrador Mercados
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Tras las revelaciones periodísticas de El Mostrador y las investigaciones de Sernapesca, el mercado está intranquilo respecto al futuro de la empresa. La inquietud emana de los bancos que podrían restringirle a la compañía el capital de trabajo, es decir, las cuentas corrientes que manejan con ellos y las líneas de crédito que estos le otorgan. Y, también, las preocupaciones de los bonistas, que podrían incluso querer liquidar los papeles antes de tiempo. A esto se suma el impacto demoledor que tendría en sus finanzas el retiro de los subsidios de la Ley Navarino, el que sería muy significativo para la firma y que causaría una fuerte reducción de sus operaciones. Si eso sucediera, afirman fuentes cercanas a la empresa, Nova Austral seguiría produciendo salmón ABF (libre de antibióticos), pero a una escala muy reducida.


Fue todo un éxito. Hace dos años, exactamente el 16 de agosto de 2017, la compañía salmonera Nova Austral lograba aligerar su carga financiera, luego de conseguir financiamiento por US$ 300 millones, por medio de la emisión de bonos.

La operación reunió a connotados financistas, asesores y bancos que apoyaron la colocación en la Bolsa de Oslo. Nova Austral fue asesorada por Advokatfirmaet Thommessen (Oslo), Arendt & Medernach (Luxemburgo) y Carey (Santiago). Uría Menéndez Abogados (Madrid y Londres) actuó como asesor de varias sociedades españolas relacionadas con la empresa. La oferta privada, en tanto, se realizó con la intermediación de Pareto Securities AS, DNB Markets y Arctic Securities AS, y los inversionistas institucionales que adquirieron los papeles fueron representados por la sociedad noruega Nordic Trustee AS, como agente fiduciario. A la vez, Nordic Trustee fue representada legalmente por Schjødt Law Firm, en Bergen, y por Cariola, Díez, Pérez-Cotapos, en Santiago.

La propuesta parecía prometedora: una empresa que se había comprado en 2014 (ex-Acuinova), en una paupérrima situación financiera, por parte de dos influyentes fondos de inversión: Bain Capital y Altor. El proyecto incluía mejorar sus números y, luego, tal como comentó su exgerente general Nicos Nicolaides, venderla. «Esta empresa, desde el día en que se compró, está a la venta», dijo en una entrevista a La Tercera en el verano.

Las palabras del ejecutivo resuenan como parte de un concierto. Concierto porque, tal como ha revelado El Mostrador en dos entregas, la plana ejecutiva de la empresa orquestó un esquema para manipular las cifras de mortalidad de los salmones y consiguió certificaciones internacionales para vender sus productos sobre la base de información falsa.

Lo anterior no está aislado de su performance financiera. Volviendo a la colocación de bonos, la mortalidad de los peces era un factor clave para que la tasa de interés de esos instrumentos financieros subiera o bajara en el mercado.

En mayo de 2018, la cadena productiva estaba afectando sus indicadores financieros. La tasa de los bonos de la salmonera se disparó más de 9%, por los decepcionantes resultados financieros, mayores costos y «problemas en la calidad de smolt«.

La caja de la compañía estaba en ese momento complicada. Pareto Securities, uno de los financistas del bono, advirtió en notas a inversionistas que la firma no podía permitirse retiros de capital significativo.

Con todo, la estrategia se movió rápido y la compañía comentó que quería dejar atrás el desempeño de 2018. En enero de este año, Bloomberg señaló que los planes de la empresa eran que sus bonos repuntaran.

«Nova Austral espera poder dejar atrás un año para el olvido, en el que una mayor mortalidad de peces la llevó a registrar bajas en sus ingresos y provocó que las tasas de sus bonos en dólares se elevaran a niveles típicamente de empresas en situación de estrés. Estas tasas, de los bonos emitidos en el mercado noruego en 2017 por US$300 millones, actualmente se ubican cerca de 13,9%, con un spread de poco más de 10 puntos porcentuales sobre las letras del gobierno de Estados Unidos. Alcanzaron este nivel el mes pasado, luego de que la empresa informara una baja de 41% en sus ingresos en los estados financieros del tercer trimestre», consignó la agencia.

Ese mismo mes el banco noruego DnB les entregó financiamiento adicional. Una nueva línea de crédito de entre US$ 30 millones y US$ 50 millones, para nuevas piscinas de salmonicultura.

Pero el plan falló. Una vez conocidas las manipulaciones realizadas por la empresa, los bonos se fueron a pique. La noticia no deja contentos a los inversionistas.

Dentro de los últimos estados financieros de la empresa se señala que «la deuda no corriente consiste en un bono que vence en mayo de 2021 con el 100% de capital pagadero al vencimiento del bono y pagos de intereses acumulados semestrales, acordados en una tasa de interés fija de 8.25%». Añade que la deuda no está sujeta a ningún pacto, sino solo a una restricción aplicable a la distribución de dividendos sujetos a un apalancamiento (endeudamiento financiero) de 3,5% a partir del cierre de 2017, que se reducirá a 2,5% hasta el vencimiento de los bonos en mayo de 2021.

Contingencia a los inversionistas

El 28 de febrero, la compañía presentó a los inversionistas sus resultados del cuarto trimestre de 2018. «El salmón más puro criado en Aguas antárticas, con cadena biológica controlada», constituye parte de los «valores fundamentales» que la empresa señala en sus credenciales.

El 2018 cerró con poca producción: 20 mil toneladas, bastante menos de lo esperado, debido a la «la mala calidad del smolt que impactó la mortalidad y el crecimiento”, según ellos mismos explicaron.

Las proyecciones para 2019 indicaban que llegaría a las 28 mil toneladas, admitiendo que «la razón principal de la revisión es una tasa de crecimiento más baja» y que «en tres de los sitios tenemos problemas con tasas de mortalidad más altas que el objetivo». En la misma presentación comentaron que operaban con un «buen rendimiento biológico en la etapa inicial de alimentación, con baja mortalidad”, todo “debido a la buena producción y normas».

Desde el sector financiero explican que se generan dos escenarios. Por un lado, la inquietud de los bancos que podrían restringirle a la empresa el capital de trabajo, es decir, las cuentas corrientes que manejan con ellos y las líneas de crédito que estos les otorgan. Y también, la inquietud de los bonistas, que podrían incluso querer liquidar los papeles antes de tiempo.

Lo anterior, justificado en que la información que tenían sobre la empresa no era fiel. Cualquiera de las dos alternativas estresaría la caja de Nova Austral.

Para tener en consideración, el préstamo por los US$ 300 millones implicó que Nova Austral hipotecara sus concesiones marinas. Todas ellas, con fecha 24 de julio de 2017, se convirtieron en una garantía a favor de la empresa Nordic Trustee, representante de los clientes institucionales, lo que quedó depositado en escritura pública en la notaría de Eduardo Avello Concha en Santiago.

De acuerdo a las garantías que Nova Austral otorgó para el bono, también entregó a Nordic Trustee hipotecas sobre sus equipos, plantas y sobre la biomasa (detallado en la Nota 27 de sus estados financieros).

El primer control de daños con los inversionistas se activó el mismo día en que se conoció el reportaje e implicó una serie de llamadas, comunicaciones y entrega de información a la Bolsa de Oslo.

El 25 de junio, dos días antes de publicarse el reportaje Salmon Leaks, la firma anunciaba con total calma al mercado que, gracias a su buen diálogo con el Gobierno, estaba analizando 13 nuevos sitios para el desarrollo de granjas. Esto, «en línea con su política de sostenibilidad» y buscando mejorar la producción, además de reducir sus costos.

Cuatro de estos centros pretendían insertarlos en las cercanías a la Isla Navarino, en la Reserva Mundial de la Biósfera Cabo de Hornos, para lo cual el desvinculado gerente de Nova Austral, Nicos Nicolaides, había pedido un pronunciamiento de la Contraloría General de la República, a fin de dejar sin efecto la resolución de la Subsecretaría para las Fuerzas Armadas que había resuelto declarar la caducidad de las concesiones marinas en la reserva.

A menos de un mes de que explotara el escándalo, la Contraloría se pronunció, gatillando un nuevo escenario negativo para la empresa: el órgano contralor, con fecha 22 de julio, decretó que lo resuelto por la Subsecretaría para las FF.AA. estaba ajustado a derecho y tomó razón de la caducidad.

Lo anterior se suma también a que la autorización para sembrar peces en uno de sus centros (Aracena 9) bajó a menos de la mitad, con el consecuente perjuicio económico.

Pisándose la cola

Dos días después, la comunicación fue de emergencia. Lo primero fue negar cualquier alteración de datos. «Preservar el medio ambiente en el que operamos es un componente crítico del ADN de Nova Austral y la base de nuestras prácticas agrícolas sostenibles. Nos enorgullece seguir los estándares internacionales más rigurosos para el cultivo de salmón y cumplir con todas las convenciones ambientales. Con base en una revisión inicial de nuestros procesos de control interno, estamos totalmente en desacuerdo con las acusaciones publicadas hoy. Nova Austral no fomenta una cultura de engaño. Realizaremos nuestra propia investigación y estamos totalmente comprometidos a colaborar con las autoridades para resolver este asunto», comentaron.

El 28 de junio las comunicaciones se sucedieron, en medio de la explosión de la crisis, una tras otra: 12:13 horas, 13:08 horas, 16:12 horas, 19:56 horas, 19:59 horas, 21:30 horas, 22:49 horas.

El objetivo de la firma era conversar telefónicamente ese mismo día con los inversionistas, pero lo reagendó. Finalmente, durante esa misma jornada, a las 22:49 horas, enmendaron lo señalado una vez conocido el reportaje, sin negar las acusaciones. «Preservar el medio ambiente en el que operamos es un componente crítico del ADN de Nova Austral y la base de nuestras prácticas agrícolas sostenibles. Nuestro objetivo es seguir los estándares internacionales más rigurosos para el cultivo de salmón y cumplir con todas las convenciones ambientales. Estamos llevando a cabo nuestra propia investigación independiente y totalmente comprometidos a colaborar con las autoridades para resolver este asunto», repararon, cortando una parte de la declaración inicial.

La comunicación con el mercado se retomó el 5 de julio. Ese día informaron que se había abierto la investigación interna, que el directorio había tomado conocimiento de las acusaciones y que aseguraban a todos sus clientes que sus salmones estaban libres de antibióticos.

Cuatro días después –el 9 de julio– y casi un mes antes de conocerse los antecedentes entregados en la segunda parte del reportaje de El Mostrador (que indicó que además manipulaban el fondo marino), la firma dijo a la Bolsa de Noruega que tenía intención de estar en constante comunicación con los inversionistas y con Sernapesca. Y aseguró que su foco estaba en la recuperación del fondo marino, el mismo que El Mostrador constató que sepultó con piedras para engañar, otra vez, a la entidad fiscalizadora, a fin de obtener maliciosamente el permiso de siembra en un centro, cuyo fondo marino estaba biológicamente deteriorado con su consecuente falta de oxígeno en la columna de agua.

«Nova Austral se compromete a remediar por completo cualquier problema potencial identificado durante la investigación pendiente. Un tema que Nova Austral continúa revisando involucra los esfuerzos de recuperación del fondo marino que Nova Austral ha emprendido y si esos pasos podrían haber tenido algún efecto ambiental importante. Estos esfuerzos de recuperación no afectaron la calidad del pescado de Nova Austral ni los compromisos de calidad de Nova Austral con sus clientes», manifestó.

La compañía abrió un correo electrónico para que, previo a la nueva conference call con inversionistas, enviaran sus inquietudes «NovaAustralBondHolders@fticonsulting.com». La llamada se efectuó el 16 de julio, duró 29 minutos y 58 segundos y fue encabezada por Yngve Myhre, presidente del directorio de la empresa.

En ella se intentó calmar los ánimos con los bonistas, comunicando la salida de ejecutivos y la auditoría interna a cargo de Ropes y Gray. En esa llamada se insistió, asimismo, en que la firma tiene la liquidez necesaria para cumplir con sus obligaciones financieras.

El aporte de los subsidios 

A mediados de julio surgieron las primeras voces que hablaron de que la firma podía ver mermada una de sus principales fuentes de ingresos: los subsidios por la Ley Navarino. Las empresas que se acogen al beneficio de esta ley están exentas del pago del impuesto sobre la renta y reciben una bonificación que representa el 20% de sus ingresos.

La ley, creada para generar incentivos a la producción y contratación de fuerza laboral en Magallanes, es un importante ingreso para la compañía. De acuerdo a Diario Financiero, Nova Asutral recibe más de mitad de los montos que entrega la Ley Navarino.

«En particular, desde 2001 a la fecha, Nova Austral ha recibido de parte del Estado un global de $111.894.860.213 por este beneficio, el que por cierto está ad portas de sufrir una transitoria pero incómoda suspensión. Y es este beneficio precisamente el que está pronto a sufrir una incómoda pausa en la entrega», detalló –también– un reportaje de La Prensa Austral del 17 de julio.

El día antes (el 16 de julio), Myhre se limitó a decirles escuetamente a los bonistas lo siguiente: «En pocas palabras, no ha habido impacto en los subsidios».

Perder los subsidios –afirman fuentes– implica que la compañía se ahogue. En tanto, el miércoles en la Comisión de Economía, el diputado Alejandro Bernales intervino para solicitar que se detalle toda la entrega de subsidios de los últimos tres años.

«Queremos saber cuál ha sido el aporte del Estado, no solo a esta empresa, sino a toda la industria del salmón. Se debe tener mucho cuidado si se financia a la industria del salmón y no recibe ni un mínimo de fiscalización. (…) Sernapesca a veces ni siquiera tiene barcos a disposición para fiscalizar», apuntó.

Fuentes tributaristas en Magallanes plantean que efectivamente el beneficio puede ser suspendido, ya que dentro de los artículos de esta ley se sostiene que los incentivos pueden ser otorgados «siempre que su establecimiento y actividad signifique la racional utilización de los recursos naturales y que asegure la preservación de la naturaleza y del medio ambiente».

Según fuentes de la industria, la empresa salmonera ha buscado, sin embargo, poner paños fríos a la eventual pérdida de este ingreso, subrayando que el pago de estos aportes no se mide por mortalidad, sino por producción efectivamente generada.

De acuerdo a su informe de resultados, Nova Austral obtuvo ingresos en 2018 por US$ 132 millones, 25% menos que en 2017, y sus ganancias cayeron a menos de la mitad: US$ 8,7 millones versus US$ 19,8 millones registrados en 2017.

Allegados a la firma comentaron que el impacto del retiro de los subsidios de la Ley Navarino sería muy significativo para la empresa y que causaría una fuerte reducción de sus operaciones. Si eso sucediera, Nova Austral seguiría produciendo salmón ABF (libre de antibióticos) a una escala muy reducida, pero con un impacto en el empleo importante, porque reduciría su necesidad de mano de obra y, además, al no recibir la subvención estatal, no tendría que justificar gastos altos en la zona.

Con todo, el tiempo corre contrarreloj para Nova Austral, en pos de buscar una solución a la más grande crisis que haya enfrentado tras adquirir la empresa en 2014.

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