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El éxito y la complejidad de la música urbana: “Transmiten mensajes sexistas, machistas y misóginos” BRAGA Créditos: Rodrigo Avilés

El éxito y la complejidad de la música urbana: “Transmiten mensajes sexistas, machistas y misóginos”

Valentina Marín Parra
Por : Valentina Marín Parra Periodista El Mostrador Braga
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El género musical urbano en Chile ha tenido audiencias variables en los últimos años, actualmente se ha logrado popularizar el fenómeno del mambo chileno, la industria del trap y el reggaetón nacional, en su mayoría liderado por hombres. “La complejidad de estas músicas populares, por ejemplo, la música urbana, radica en que son estilos tremendamente exitosos, apoyados por la industria, de alto consumo por parte del público que transmiten mensajes sexistas, machistas y misóginos”, comenta para El Mostrador Braga la doctora en Musicología y máster en Música Hispana de la Universidad de Salamanca, Lorena Valdebenito.


La música urbana es uno de los géneros más escuchados y con mayor influencia a nivel nacional e internacional entre las y los jóvenes. ¿Qué entendemos por este concepto?, ¿tendrá relación con la reproducción de estereotipos de género y sexismo en nuestra sociedad?

La verdad es que esta denominación proviene de aquella música que nació aproximadamente en la década de los 80, particularmente en los barrios más pobres o marginales de Estados Unidos y cabe destacar que, la música urbana es un título que engloba diversos subgéneros que nacieron a raíz de esta unión de influencias y culturas. De esta manera, dentro de ella podemos encontrar ritmos como el rap, el trap, el mambo chileno, o el más destacado y más concurrido en la actualidad, el reggaetón.

El tipo de letra de la música urbana, especialmente del reggaeton está liderada por hombres y por ende la construcción discursiva de sus videos musicales y letras apuestan por una serie de conceptos influidos desde su propia cultura y realidad, como comenta la investigadora en juventudes y cultura urbana, Andrea Ocampo Cea. “Ahora se apuesta por una masculinidad que está rodeada de una sociedad que está en peligro, que está siempre atenta a la cuestión policial, donde la vida, los afectos, el futuro está en riesgo, y por lo tanto la masculinidad que responde a ese proyecto de futuro que ha ´fracasado´ es también una masculinidad híper realista, muy influida por la cultura del narco, muy influida por el estado policial, muy influida por también por la clase social en la cual se emerge, por su carencia, por sus valores familiares, por sus valores de la calle, en términos de valentía, lealtad, amistad y grupo de pertenencia”.

Sin embargo, algo que también ha destacado en estos discursos, es el uso del cuerpo femenino, cosificado sexual y explícitamente, esto sucede cuando una persona, generalmente un hombre, observa a otra, una mujer, no como un ser humano sino como una cosa y se ha demostrado mediante variadas investigaciones que fomenta la violencia simbólica, imperceptible y omnipresente a través de las prácticas cotidianas.

“Tiene que ver con este estereotipo masculino híper masculino que todo lo puede, que puede ser violento con las mujeres, puede ningunearlas, puede silenciarlas, no obstante, las necesita para poder ser poderosos, para que sean su fan club, para que sean sus ‘musas’, su carrera esta cimentada sobre las mujeres, y eso es un espacio paradójico, encuentro yo, en un contexto como el chileno por ejemplo, en donde la mayoría de quienes consumen y pagan ticket y levantan los perfiles fans son mujeres”, puntualiza Ocampo.

No obstante, debemos decir que el machismo, la sexualización de la mujer o la violencia sobre ellas, no es algo exclusivo del reggaetón. De hecho, si viajamos a los 80 o a los 90 encontramos grandes éxitos musicales con mensajes más que cuestionables, como por ejemplo, “Every breath you take” del grupo musical The Police en 1983, donde se hace alusión al acoso.

La investigadora comenta que, “esto nos habla por una parte de cómo se reproducen los estereotipos, como somos de alguna manera ciegos ante esa violencia que vuelve a retribuirse a través de estas figuras, a través de estas prácticas normalizadas, y cómo falta en ese sentido sobre todo en la población adolescente y más joven un espacio digamos de autocrítica”.

Por otro lado, la doctora en Musicología y Máster en Música Hispana de la Universidad de Salamanca, Lorena Valdevenito, ante esto añade que “la música como cultura refleja el modo en que pensamos, somos, y estos códigos culturales y sociales se van traspasando, replicando a nivel colectivo. Temas como el machismo, el sexismo, la misoginia, están presentes en la música, de diferentes formas, ya sea en la propia música, en las prácticas musicales, como también en los espacios e instituciones, como la industria, por ejemplo”.

En definitiva, es que en la gran mayoría de las canciones del genero urbano se promueven relaciones desiguales, posesivas e irrespetuosas, cánones de belleza femenina excluyentes, roles de dominancia y sumisión, una imagen de la mujer hipersexualiazada/negativa y una imagen del hombre como macho alfa. Es decir, se plasma claramente una violencia simbólica desde el hombre hacía la mujer, donde el dominador (hombre) ejerce una violencia indirecta sin que el dominado (mujer) sea consciente.

La complejidad de estas músicas populares, por ejemplo, la música urbana, radica en que son estilos tremendamente exitosos, apoyados por la industria, de alto consumo por parte del público que transmiten mensajes sexistas, machistas y misóginos. Un desafío sería lograr el desarrollo de audiencias que cultiven la escucha crítica, que exista un consumo musical consciente sobre ese componente semiótico que tiene la música para expresar los diferentes mensajes que nos entrega como sociedad”, concluye Valdebenito.

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