
“La carga más preciada”: los “despiadados” tienen corazón
Esta conmovedora película animada francesa, dirigida por el ganador del Oscar Michel Hazanavicius, es una fábula dura pero sutil sobre la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, basada en la novela homónima del dramaturgo Jean-Claude Grumberg.
El cineasta francés Michel Hazanavicius ha demostrado ser un director versátil, que incursiona en distintos géneros con resultados variados. Comenzó destacando con las comedias de espionaje OSS 117, que incluso fueron un éxito en taquilla; alcanzó fama internacional con El artista, una película muda con la que ganó el Oscar en 2012 y que hasta hoy sigue siendo su obra más reconocida, y dirigió también el biopic Godard, mon amour, centrado en el icónico cineasta Jean-Luc Godard. Más recientemente estuvo detrás de Final cut, un remake de la comedia japonesa de zombis One Cut of the Dead. Ahora sorprende al incursionar por primera vez en el cine de animación con esta nueva y emotiva propuesta.
La carga más preciada se sitúa en el crudo contexto de la Segunda Guerra Mundial. Una familia judía es deportada en tren hacia el campo de concentración de Auschwitz. En un acto desesperado, el padre arroja desde el vagón a su bebé de pocos meses con la esperanza de salvarla. La pequeña es encontrada en la nieve por una humilde pareja de leñadores, quienes deberán enfrentar las consecuencias de su decisión en medio del horror del conflicto.
Se trata de un film bello, sensible y, a la vez, duro, que narra una historia profundamente dolorosa con el objetivo de que jamás se olvide uno de los periodos más oscuros de la historia de la humanidad. La cinta, con delicadeza y un tono poético, nos embarca en un viaje de empatía hacia “el otro”, invitándonos a aceptar las diferencias sin quedarnos en lo superficial.
La película cae en ocasiones en la obviedad y en un sentimentalismo algo forzado. Hazanavicius dirige una obra correcta, bien construida, pero sin riesgos ni momentos que la hagan destacar con fuerza. El resultado final es una película que, sin ser mala, tampoco logra trascender.
Uno de los grandes aciertos del film es su animación. Con trazos simples pero elegantes, el dibujo logra transmitir el calvario vivido por los personajes, potenciando la experiencia gracias a la emotiva banda sonora compuesta por el gran Alexandre Desplat. Por momentos, la estética recuerda al estilo de Sylvain Chomet, aunque Hazanavicius no posee ni su talento ni el genio visual de otro referente de la animación francesa como es René Laloux.
Las voces protagonistas están a cargo de Dominique Blanc y Grégory Gadebois, pero, en lo personal, lo más conmovedor del film es la voz del narrador, interpretada por el icónico Jean-Louis Trintignant. Su participación, además de impecable, resulta especialmente emotiva al tratarse del último trabajo del actor antes de su fallecimiento en 2022. El proyecto también cuenta con la participación de nombres destacados del cine europeo: los hermanos Dardenne figuran como productores, y el autor en el que se basa la novela –Jean-Claude Grumberg– ha trabajado en películas recientes de Costa-Gavras como Amén, La corporación y El capital.

El film ha tenido un recorrido destacado por diversos festivales y premiaciones. Fue seleccionado para la competencia oficial de Cannes, obtuvo tres nominaciones a los premios César y también fue nominada en el Festival de Annecy, donde perdió frente a la conmovedora cinta australiana Memorias de un caracol. Sin duda, fue un gran año para la animación, con sorprendentes propuestas como la ya mencionada obra de Adam Elliot y Flow, la producción letona ganadora del Oscar. La carga más preciada no alcanza el nivel de impacto de estas producciones, pero su melancólica y sencilla puesta en escena merece ser reconocida.
La película se disfruta especialmente en la gran pantalla. A pesar de su mensaje a veces sobreexplicativo y de ciertos momentos donde lo evidente predomina, resulta desconcertante que aún existan personas que nieguen el Holocausto. La película es entrañable, reflexiva, con un mensaje profundamente humano y una animación cuidada, aunque por momentos se sienta repetitiva. En resumen, es una película con gran sensibilidad y buenas intenciones, respaldada por nombres de peso en el cine europeo, pero que prometía más de lo que finalmente ofrece. Aunque representa una valiosa oportunidad para apreciar animación francesa de calidad en cines.
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