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Cambio de enfoque: de la sostenibilidad de las empresas a la regeneración Juego Limpio

Cambio de enfoque: de la sostenibilidad de las empresas a la regeneración

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Héctor Cossio López
Por : Héctor Cossio López Editor General de El Mostrador
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La COP30 de Brasil está desafiada. Hoy existe amplio consenso en que las COP de los grandes acuerdos tienen poco impacto. Basta ya de promesas, se insiste, hoy es la hora del progreso, de la ejecución.


Esa frase, aunque parezca otro nuevo eslogan, es más que una declaración de intenciones, se trata de una definición. En el marco del evento “La hora de las empresas”, que organizaron Natura y la consultora Manuia, Dan Ioschpe –empresario brasileño y Campeón de Alto Nivel del Clima para la COP30 en Belém– envió un mensaje grabado, el cual fue mostrado en la jornada: “La COP-30 no debe tratar de nuevas promesas, sino del progreso de países, empresas y comunidades por la acción climática y cómo estas se vuelven la norma”.

Esta definición estuvo precedida por las palabras de Gonzalo Muñoz, champion de la COP25 organizada por Chile y España, quien terminó su intervención señalando que siempre será “mejor negocio construir y no destruir”. La expresión no escondía un sentido figurado, era literal. Con negocio se refería a la actividad comercial, a la que persigue lucro, para la cual es más rentable financieramente construir que destruir.

Juego Limpio estuvo presente en la actividad, donde se entregaron datos muy interesantes sobre cómo hacer más, cómo ejecutar más y pasar de la sostenibilidad, que busca mantener el equilibrio actual, a la regeneración, que apunta a dejar las cosas mejor que como estaban. Esta misión no solo busca evitar impactos negativos, sino generar también impactos positivos netos: en biodiversidad, comunidades, calidad de vida, justicia social, etc.

Daniel Vercelli, cofundador de Manuia y Ambition Loop, insistió en la idea: “La sostenibilidad dejó de ser voluntaria: hoy es un imperativo empresarial”. Pero el énfasis no estaba puesto solo ahí, sino además en la constatación de que, pese a todo lo que se ha hecho hasta ahora, esto no ha servido de mucho: la acumulación de gases GEI no ha bajado y el consumo de nuestros recursos sigue superando con creces las acciones para limitarlo: “Hay tanta red y tanta empresa mostrándose en el diario que están haciendo las cosas bien. Pero si fuera por ello, y por todos los compromisos distintos que se han firmado este año, deberíamos estar extraordinarios y resulta que no, no estamos mejor”.

En el evento había muchas marcas y empresas presentes, y en Juego Limpio presenciamos un cambio en el enfoque. No se trata solo de consensuar grandes posiciones políticas en las COP, que fijen los compromisos y los parámetros para la acción climática, el mensaje más bien se orientaba a que, aun cuando ello fracase y la política hable más de lo mismo o cuando se experimenten retrocesos, las empresas deben ir más allá, bajo la premisa de que el éxito financiero de una actividad comercial depende necesariamente de la salud ambiental y social.

El cambio de giro quedó claramente reflejado en las experiencias que compartió Gustavo Cruz de Moraes, gerente general de Natura-Avon Chile. Como es sabido, la actividad cosmética ha dejado enormes pasivos ambientales en las últimas décadas, pero la fórmula usada por esta empresa –cuya base de operaciones está en la Amazonía–, así como los planes para el 2050, redefinen la hoja de ruta.

“Muchas empresas están retrocediendo en sus compromisos socioambientales. Por esto nos pareció fundamental ser más ambiciosos de lo que éramos ayer”, dijo Cruz de Moraes.

Siendo la primera en lograr la certificación de Empresa tipo B de Capital Abierto –reconocimiento que se da a empresas que cumplen con altos estándares de desempeño social, ambiental, transparencia y responsabilidad empresarial–, la meta impuesta es dejar de ser solo una compañía sostenible y sustentable para pasar a ser una regenerativa, que entregue más de lo que saqueen todos los pilares sociales, humanos y ambientales.

En concreto, lo que se busca para 2030 es generar un impacto socioambiental cuatro veces mayor que el resultado financiero. ¿Qué quiere decir? Que por cada dólar de ganancia para la empresa, se generen cuatro dólares de resultado para la sociedad.

Algunos ejemplos: al 2030 se fijaron la meta de llegar a 95% de formas biodegradables, cinco años antes ya están en un 97%; se fijaron también que 95% de sus ingredientes debían ser renovables y de origen natural y ya se está en el 94%. Al 2050 la meta es más ambiciosa. La idea es que a esa fecha la empresa logre desmaterializar y minimizar sus productos, sea en sus formulaciones o en lo que produce, para avanzar al cero neto en emisiones. Y respecto al plástico, asegurar que el 100% no sea de origen fósil, sino de origen renovable y compostable.

En el campo de lo social, este esquema promueve el uso intensivo de bioingredientes, los que son recolectados por las comunidades amazónicas. La meta al 2030 era trabajar con 45 comunidades, hoy se hace con 46 y la idea es llegar a los 55 bioingredientes de la Amazonía. La lógica es que, cuanto más bioingredientes se tiene, más cadenas de suministros, más comunidades impactan positivamente.

El mensaje final, sostuvo Cruz de Moraes, es que si se quiere llegar a ser un empresa verdaderamente regenerativa, se necesita que cada uno de lo capitales, de manera independiente, sea positivo. “Y hoy el capital natural obviamente no lo es. Consumimos más recursos que lo que queremos entregar”.

Esa es la hoja de ruta: revertirlo.

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