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Efemérides: hoy celebramos el cumpleaños de O’Higgins de Rancagua

Efemérides: hoy celebramos el cumpleaños de O’Higgins de Rancagua

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7 DE ABRIL DE 1955: hace 60 años se dio inicio a una de las historias más ricas del fútbol profesional chileno en regiones: nació el Club Deportivo O’Higgins. El origen de la institución está marcado por el éxito, ya que debido al logro del ascenso en 1954 por parte del O’Higgins Braden (fusión de dos equipos de la ciudad de Rancagua, el Braden y el Instituto O’Higgins) varios dirigentes, entre ellos Nicolás Abumohor (padre de Ricardo y uno de los baluartes en la organización del mundial de fútbol de 1962), acordaron fusionar definitivamente el O’Higgins Braden con el América, otro de los clubes importantes de la ciudad heroica, a fin de tener un solo protagonista en la serie mayor del balompié rentado.

Tras algunas pugnas por el nombre de la institución, prevaleció el de O’Higgins, como símbolo representativo de la ciudad. El primer directorio, conformado el 7 de abril de 1955, contó con la participación de destacadas personalidades rancagüinas, como Francisco Rajcevich (primer presidente), Manuel Riquelme y Patricio Mekis. Sobre la indumentaria, se optó por el color celeste, que no era utilizado en nuestra competencia, lo que le daría exclusividad a la divisa. Finalmente, se decidió por Francisco Hormazabal como primer entrenador.

El debut en la serie grande estuvo marcado por una derrota de 2-0 ante Unión Española, y en la tercera fecha vino la sorpresa al empatar 2-2 con el fantástico equipo de Palestino, guiado por el “Muñeco” Coll, que al final de esa temporada arrasará convirtiéndose en campeón.

El primer gran hito en la historia del club sucedió en 1956, cuando Guillermo Villarroel se coronó goleador del torneo con 19 tantos. Dicho logro se repitió en 1959 con Benito Ríos, quien anotó 22 goles.

En 1963 el club vivió su primer descenso, lo que permitió ver en acción en el torneo de la B de 1964 a Federico Vairo y Mario Desiderio, puntales en la obtención de la primera corona en esa serie, sacando cuatro puntos de ventaja al sublíder y nueve al tercero.

El regreso a la máxima categoría estuvo marcado por la intrascendencia en casi diez temporadas, hasta que un meritorio cuarto lugar en el campeonato de 1973 llevó al equipo a su mejor presentación en el fútbol grande.

Su debut internacional aconteció en 1979 en la Copa Libertadores. O’Higgins sólo cayó en uno de seis juegos, ante Palestino, saliendo invicto de sus cuatro partidos ante equipos venezolanos (incluido un 6-0 sobre Galicia).

En 1980 la suerte fue distinta y, tras superar en su grupo a Colo Colo, Sol de América y Cerro Porteño, se instaló en semifinales, donde no pudo frente al oficio de Nacional de Uruguay (a la postre campeón ese año) y de Olimpia de Paraguay.

El inicio de siglo sorprendió al equipo con un nuevo descenso y una profunda reestructuración que lo llevó a convertirse, en 2005, en Sociedad Anónima Deportiva, bajo la gestión de Ricardo Abumohor, quien imprimió un nuevo sello al club, llevándolo desde 2006 a protagonizar los playoffs del fútbol de Primera.

En el Apertura de 2012 llegó a la final, donde cayó dramáticamente -y con polémica- ante la Universidad de Chile.

Pero las bases estaban sentadas.

A pesar de que 2013 se inició con el golpe más doloroso en la historia de la institución (accidente carretero que costó la vida a 16 de sus hinchas) terminó de manera muy distinta al coronarse campeón con el gol de Pedro Pablo Hernández frenbte a Universidad Católica. El equipo retornó a las lides internacionales, estrenando el nuevo estadio El Teniente. Y aun cuando no pudo avanzar en su grupo, devolvió alegrías a una ciudad que ansiaba recuperar las sonrisas, después de la mencionada tragedia.

Hoy, O’Higgins (autodenominado el «Capo de Provincia») puede presumir de ser una de las mejores instituciones del país en lo deportivo e institucional, con un campo de entrenamiento, como el “Monasterio Celeste”, realmente espectacular y un estadio encumbrado entre los mejores del país.

O’Higgins, institución señera, de reciente consagración, ya inscribió con autoridad su nombre en la historia futbolística de nuestro país.

7 DE ABRIL DE 2000: se inició la serie de Copa Davis entre Chile y Argentina, cuyo ganador accedería al repechaje del Grupo Mundial en septiembre de ese año. Lo que parecía uno de tantos enfrentamientos entre nacionales y trasandinos, pronto desembocó en una jornada teñida de polémica y de vergüenza.

La competencia se disputó en el Parque O’Higgins, donde se habilitó un court central con capacidad para más de diez mil personas en el anfiteatro del recinto (actual Movistar Arena). La tensión se sintió en el ambiente desde el primer punto que disputaron Marcelo Ríos y Hernán Gumy, a quienes les correspondió abrir la serie. El “Chino” derrotó al argentino con parciales de 6-4, 6-3, 3-6 y 6-1. En el segundo partido del viernes, Nicolás Massú enfrentó a Mariano Zabaleta, y fue en ese momento donde los ánimos de la barra chilena se exacerbaron al punto de comenzar las interrupciones del partido, pese al esfuerzo de los árbitros, del capitán chileno, Patricio Cornejo, e incluso del mismo Ríos, que persuadieron a la gente a mejorar la conducta.

Sin embargo, tras el primer set que favoreció a Massú por 7-5, el equipo argentino comenzó a acusar el lanzamiento de objetos a su zona técnica. A partir de allí, y pese a la ventaja parcial del tenista chileno, el partido entró en un clima de franca anormalidad, con mayor cantidad de proyectiles arrojados desde las tribunas, lo que derivó en la rápida salida del equipo visitante rumbo a camarines bajo una inusitada lluvia de sillas, que instalaron la jornada como una de las más vergonzosas en la historia de Copa Davis.

Tras el bochornoso desenlace, se confirmó el retiro de la delegación trasandina, lo que otorgó “por secretaría” el 5-0 en favor de Chile, que no tuvo ni tiempo de celebrar la singular victoria, puesto que fue sancionado con no intervenir en el repechaje del Grupo Mundial, donde le correspondía jugar frente a Marruecos.

Además, debió pagar una multa de U$47.800 y la prohibición de hacer de local hasta 2003, aunque se reconsideró dicha medida y se rebajó a 2002.

7 DE ABRIL DE 1985: en el Estadio Centenario de Montevideo, Uruguay derrotó a Chile por 2-1, clasificando al Mundial de México 1986. Al partido, la Roja llegó con cinco puntos, uno más que su rival, por lo que un empate le bastaba a nuestra Selección.

El encuentro ofreció mucha fricción entre ambos equipos, pese al 1-1 que se mantuvo durante largos pasajes. Un cobro del juez argentino Carlos Espósito favoreció a los uruguayos con un penal en el segundo tiempo, donde aseguraron el resultado final.

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