CEO de Falabella: “En algún momento quisimos ser muchas cosas, hoy recordamos para qué somos buenos”
Alejandro González estuvo en Diálogos de El Mostrador. En una conversación franca y cercana, el ejecutivo repasó el cambio de rumbo de Falabella, su estilo de liderazgo y cómo navegó una tormenta perfecta: divisiones en el directorio, pérdida del grado de inversión y la empresa en números rojos.
En medio de los mayores desafíos de la historia reciente de Falabella, Alejandro González asumió la gerencia general del grupo —primero de forma interina, luego ratificado— con la misión de estabilizar una compañía golpeada por la pandemia, el estallido social, conflictos internos y un castigo bursátil inédito.
Invitado al nuevo capítulo de Diálogos de El Mostrador, González habló de liderazgo, resiliencia y de cómo un espíritu emprendedor marcó la recuperación del gigante del retail.
“Pesqué la pelota y salí corriendo”, resumió sobre el momento en que le tocó tomar el timón.
Su receta: volver a lo esencial, ordenar la casa y enfocarse en aquello que Falabella siempre hizo bien. “En algún momento quisimos ser muchas cosas, pero hoy recordamos para qué somos buenos”, dijo, aludiendo a la decisión de reenfocar el negocio en su core: retail, centros comerciales y servicios financieros.
La tormenta financiera
Uno de los momentos más complejos que le tocó enfrentar a Alejandro González fue la pérdida del grado de inversión de Falabella. “Cuando uno pierde el grado de inversión, lo que ocurre es que tu futura deuda es mucho más cara. No la que tienes hoy, sino la que viene. Por eso nos preparamos: cuando nos bajaron la nota, estábamos sentados arriba de mil millones de dólares en caja”, relató.
Esa anticipación fue clave para evitar un golpe mayor. Su enfoque, explicó, fue mantener la disciplina: “Voy a hacer lo que puedo controlar. Me voy a encargar de que los números sean consistentes, de que los gastos sean lo más bajos posibles y de ser mucho más racional con la asignación de capital. Eso sí lo puedo controlar”.
La crisis, dijo, también fue una prueba de liderazgo. “La pérdida del grado de inversión fue un momento muy duro, especialmente para mí, porque ya me había tocado vivir algo similar en Endesa. Preparamos un plan financiero sólido, pero las agencias no pensaron que íbamos a ser capaces de cumplirlo. Después, con los hechos, demostramos que sí”.
Dos años después, Falabella está a punto de recuperar su nota crediticia, un hito que González atribuye a la combinación de austeridad, foco y confianza en el talento interno.
El ejecutivo también destacó la importancia de liderar con equilibrio: “Hay que ser suave con las personas, pero firme con los hechos y los números”.
Recordó además las lecciones de sus mentores —como Juan Benavides— y el valor de mantener una cultura basada en el emprendimiento, la austeridad y el servicio al cliente.
“Falabella es mi casa hace casi dos décadas”, afirmó. Una frase que resume no solo su vínculo personal con la empresa, sino el sentido de pertenencia que ha querido reinstalar en un grupo que, tras un periodo complejo, vuelve a mostrar señales claras de recuperación.