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Murió Gabriel García Márquez Premio Nobel de Literatura tenía 87 años

Murió Gabriel García Márquez

El escritor colombiano falleció este jueves, al interior de su casa en México D.F., a raíz del desgaste producido por el cáncer linfático que lo aquejaba desde 1999. Escogido como uno de los grandes personajes del siglo XX por importantes medios y activista político en varios conflictos de la región, el amigo cercano de Fidel Castro deja detrás de sí un impresionante legado de obras que masificaron la lectura y la narrativa colombiana y de toda América Latina.


El periodista y escritor colombiano Gabriel García Márquez falleció este jueves, a la edad de 87 años, producto del cáncer linfático que lo aquejaba, según ya confirman varios medios internacionales. Su deceso se produjo  en su casa del Pedregal de San Ángel, en México D.F.

En las últimas semanas, su salud se había complicado producto de una neumonía que lo mantuvo hospitalizado durante varios días. La semana pasada fue internado en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición «Salvador Zubirán». El cáncer invadió su pulmón, ganglios e hígado.

Sin embargo, debido a lo complejo de su estado y su avanzada edad, el escritor finalmente quedó fuera de todo tratamiento oncológico y el pasado 8 de abril fue trasladado a su domicilio donde recibió los cuidados pertinentes para mejorar su calidad de vida durante los últimos días.

García Márquez batalló contra la enfermedad desde 1999. Otros trascendidos señalaron en su momento que, además, el Premio Nobel de Literatura en 1982 sufría de alzheimer, aunque su familia jamás lo confirmó públicamente.

El Gabo de todos

Nacido en 1927, el «Gabito» –como le decía su familia– supo desde muy temprano que lo suyo era la escritura. En 1940 recibió el título de bachiller en el Colegio Nacional y por esos años, influido por lecturas de libros de escritores como Kafka y Joyce, comenzó a escribir una novela que entonces tituló La casa. Poco se imaginaría que aquella obra se convertiría con el paso del tiempo en su legado cumbre, Cien años de soledad.

En 1947, entró a estudiar Derecho y Ciencias Políticas, en la Universidad Nacional de Colombia. Por aquellos años tuvieron lugar también sus primeros flirteos con el periodismo, en el diario El Universal. Posteriormente, y aunque no contaba con el pleno respaldo de su padre, que quería que su hijo se convirtiera en un abogado, trabajó en El Heraldo, donde escribía su famosa columna «La jirafa», que firmaba con el seudónimo de «Séptimus». En 1954 se vinculó con el diario El Espectador.

Fue durante estos años que García Márquez conoció a Fidel Castro, primero a través de tímidos acercamientos como corresponsal de noticias de Prensa Latina, y luego, ya consolidado como escritor, como defensor de la revolución en el mundo. El colombiano y el dictador cubano forjaron una estrecha amistad, en la que el escritor hacía a veces de confesor, consejero literario y hasta mediador en conflictos de la región o con otros países. El fuerte vínculo quedó plasmado en El Fidel Castro que yo conozco (2009), libro en el que el Premio Nobel de Litera detalla su relación con el dictador. «Su devoción por la palabra. Su poder de seducción. Va a buscar los problemas donde estén. Los ímpetus de la inspiración son propios de su estilo. Los libros reflejan muy bien la amplitud de sus gustos. Dejó de fumar para tener la autoridad moral para combatir el tabaquismo. Le gusta preparar las recetas de cocina con una especie de fervor científico. Se mantiene en excelentes condiciones físicas con varias horas de gimnasia diaria y de natación frecuente. Paciencia invencible. Disciplina férrea. La fuerza de la imaginación lo arrastra a los imprevistos. Tan importante como aprender a trabajar es aprender a descansar», relata el escritor en el texto.

García Márquez también se involucró en otras causas políticas. En 2008 y por petición de Estados Unidos, el periodista partició en el intento de proceso de paz con las guerrilla de las FARC. Dos años antes, en 2006, apoyó la independencia de Puerto Rico en una declaración que firmó junto a otras importantes figuras latinoamericanas de la época.

Previo a eso, en la década de los 80, cuando se le concedió la medalla de honor de la Legión francesa, el gobierno colombiano lo acusó de financiar al grupo guerrillero M-19, motivo que lo obligó a pedir asilo en México.

Siendo uno de los escritores destacados dentro del boom latinoamericano, que desencadenó junto a otros de sus contemporáneos, García Márquez publicó una gran cantidad de libros que, a juicio de muchos, cumplieron la labor de acercar la lectura y la narrativa a la gente común. Entre los más destacados se encuentran El coronel no tiene quien le escriba (1961), Cien años de soledad (1967), Crónica de una muerte anunciada (1981), El amor en los tiempos del cólera (1981), Del amor y otros demonios (1994), y otros.

El jueves 21 de octubre de 1982, y tras una seguidilla de otros reconocimientos a su labor, Gabriel García Márquez recibió el Premio Nobel de Literatura, galardón que lo consagró como el escritor más importante en Colombia y uno de los más destacados de la región y del mundo. Casi dos décadas después, la revista Time y el diario colombiano El Tiempo, entre otros medios, lo escogieron como uno de los personajes más relevantes del siglo XX.

Fue a finales de los 90 que lo diagnosticaron con un linfoma (cáncer del sistema inmunológico), que lo obligó a someterse a una intensa terapia en Los Ángeles (EE. UU.).

Chile entre sus obras

Gabriel García Márquez tenía particular interés en Chile, en especial luego del Golpe de Estado de 1973. En 1974 escribió Chile, El Golpe y Los Gringos, en donde describe la relación que había entre el gobierno de Richard Nixon y los generales que se conjuraron para derrocar al Presidente Salvador Allende.

Además, en 1986, el escritor colombiano publicó La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile, que narra la visita clandestina del cineasta nacional a Chile, después de 12 años en el exilio. En el libro se cuenta cómo Littín, al ver que su nombre estaba en una lista de personas a las que se les tenía prohibida la entrada al país, ve que la única forma de ingresar a territorio chileno es mediante un pasaporte falso, una profesión falsa e incluso una esposa falsa. En 1987, el Ministerio del Interior chileno reconoció haber quemado 15 mil ejemplares de esta obra, a manos de la dictadura de Augusto Pinochet.

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