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Angela Merkel: por qué los alemanes podrían volver a elegirla canciller Análisis internacional

Angela Merkel: por qué los alemanes podrían volver a elegirla canciller

Las elecciones regionales de este domingo en Renania del Norte-Westfalia eventualmente anticiparán el resultado de la votación nacional de septiembre próximo. En esta región vota más que el 20% del padrón y si la oposición socialdemócrata pierde este feudo histórico, las chances de su candidato Martin Schulz se habrán acabado.


La canciller alemán fue una de las primeras líderes en felicitar al nuevo presidente de Francia, Emannuel Macron. En Berlín, el gobierno se sintió muy aliviado con los resultados de las elecciones en el país vecino, donde la ultraderecha finalmente no logró ganar demasiada fuerza. Junto al europeísta Macron, la canciller ahora espera mejorar las relaciones en la Unión Europea y restablecer la cohesión europea, cada vez más frágil.

Sin embargo, el futuro de Angela Merkel tampoco está asegurado. En Alemania hay elecciones parlamentarias en septiembre y por primera vez en muchos años no parece seguro que vaya a ganar el partido conservador-liberal de Merkel, la CDU. Así que no hay certeza de que Merkel vaya a seguir como jefa de gobierno.

Hay algo que está claro: el fin del pragmatismo político de esta mujer proveniente de la ex República Democrática Alemana, ahora una de las mujeres más poderosas del mundo, sería un quiebre, no sólo para Alemania sino también en la escena política internacional.

Este domingo habrá una muestra sobre cómo está el ambiente político en Alemania. Se votará el parlamento regional de la provincia más grande del país, Renania del Norte-Westfalia, donde hay grandes ciudades como Colonia, Düsseldorf y Dortmund. Allí viven unas 18 millones personas, así más que un 20% de los votantes alemanes va a sufragar este fin de semana. Por esto se llaman las «mini elecciones federales», antes de las grandes en septiembre. Por esto los alemanes mirarán con atención lo que pase este domingo.

Schulz, el rival

En las elecciones en septiembre, Merkel tiene esta vez tiene un contrincante de peso: Martin Schulz, el ex presidente del Parlamento Europeo. Schulz nació en Renania del Norte-Westfalia y aunque no es posible votarle como persona en las elecciones regionales, él sí espera juntar muchos votos para su partido, los socialdemócratas del partido SPD. La SPD tradicionalmente ha liderado el gobierno regional de Renania del Norte-Westfalia. Si el partido y su candidato Schulz no ganan allí, no pueden ganar en ninguna parte, dicen los comentaristas políticos.

El carisma de Schulz pone nerviosos a los asesores de Merkel. Por eso estas elecciones regionales también son importantes para ella. Merkel es canciller desde 2005 e internacionalmente su nombre está ligado inseparablemente al país económicamente más fuerte de Europa. En las reuniones de los líderes del mundo, ella siempre llama atención, con sus blazers de diferentes colores y como una de las pocas mujeres que lidera un gobierno.

A su manera, con sobriedad, Merkel negocia con el presidente ruso Vladimir Putin sobre la crisis de Ucrania, se enfrenta a la británica Theresa May en cuestiones del deseo británico de salirse de la Unión Europea y acuerda con el turco Recep Tayep Erdogan un contrato para que vengan menos refugiados a Europa.

Muchos alemanes se sienten internacionalmente bien representados con ella. Y a muchos alemanes les gustó como Merkel enfrentó al presidente estadounidense Donald Trump cuando le dijo que quería trabajar con él, siempre y cuando respetara los derechos de las minorías y la oposición. El diario «New York Times» acaba de llamar a Merkel la «última defensora del Occidente liberal». Para los alemanes, con un pasado difícil y en parte oscuro, esto resultó un gran honor.

Las dudas de Merkel

A pesar de todo esto, Merkel ha dudado en presentarse por cuarta vez como candidata de su CDU en las elecciones parlamentarias de septiembre. Y tiene buenas razones para vacilar. Perdió apoyo en el país y esto por razones de política interna. Su gobierno abrió la puerta a unos 800.000 refugiados en 2015, aunque su partido y la mayoría de los alemanes ven con escepticismo a los hombres jóvenes musulmanes que llegaron. Incluso se fundó un partido nuevo y mucho más conservador que la CDU de Merkel. Se llama la «Alternativa para Alemania» y quiere una política más estricta con los refugiados. También tiene algunos nazis como miembros.

Mucha gente conservadora no quiere votar a Merkel otra vez. Les parece demasiado liberal. Pero también hay otro problema: su partido no tiene más ideas para un proyecto para Alemania que llame la atención. La canciller representa estabilidad y fuerza en la política exterior – no más, y no menos. Ella es como su plato favorido: la «Linsensuppe“ (sopa de lentejas). Un plato bien alemán, que siempre tiene el mismo sabor y que alimenta bien – pero que para nada es especial.

Por mucho tiempo esto no fue un problema, porque el otro gran partido de Alemania, el de los socialdemócratas, estaba en crisis y no tenía un candidato llamativo. Pero con Martin Schulz es diferente. Schulz es un hombre con una biografía de superación. Alcohólico con 24 años, cambió su vida, y se formó profesionalmente como librero. Hoy es un intelectual que nunca fue a la universidad. Pero logró ser alcalde de su ciudad, más tarde legislador europeo y luego jefe del Parlamento en Bruselas.

Schulz sí tiene un proyecto para Alemania. Quiere hacer el país más justo y hacer políticas para la gente que trabaja mucho y no gana suficiente para pagar el alquiler. Para la gente que no se siente representada por los políticos. Aunque Alemania es un país muy rico y la mayoría dice que está económicamente bien, hay una insatisfacción creciente entre la gente que no se siente representada políticamente y que tiene dudas sobre la globalización y el futuro. Por esto el equipo de Schulz utiliza un eslogan que también usó la campaña de Bill Clinton en los años noventa. Schulz quiere hacer política para la gente que «trabaja duro y sigue las reglas“.

El carisma de Schulz logró que su partido SPD aumentara nueve puntos porcentuales en las encuestas y pisara los talones a la CDU de Merkel. Mientras Schulz tiene facilidad para hablar con la gente en la calle, Merkel es una persona más fría y tímida.

Los problemas de la SPD

Pero aunque los conservadores tienen mucho miedo a su nuevo contrincante, tan carismático, parece que al final a los alemanes les gusta la sopa de lenteja. Algo que ya conocen. Últimamente, la SPD volvió a caer en las encuestas.

Además este año los socialdemócratas ya perdieron dos elecciones regionales donde esperaban ganar. La última fue el pasado 7 de mayo, en Schleswig-Holstein, una provincia del norte de Alemania. Allí ganó la CDU y esto también sorprendió al propio partido, porque normalmente no ha sido muy fuerte en esa parte del país. En las encuestas, muchos votantes de la CDU decían que votaban al partido por Merkel, aunque ella no se presentara en las elecciones regionales.

Por eso, las elecciones en Nordhrein-Westfalen de este domingo se ven aún más interesantes. Porque en esta región gobierna una mujer de la SPD, Hannelore Kraft. Es muy popular, pero es posible que pierda la mayoría para gobernar. Esto destruiría a la SPD poco antes de las importantes elecciones de septiembre.

Por otra parte, Angela Merkel puede estar tranquila: si su partido al final sale segundo, no pasa nada porque siempre ha sido así. Y en toda Alemania, las cifras son claras: un 49% de la gente la prefiere a ella como canciller, y sólo un 36% a Schulz.

Un problema adicional del candidato socialdemócrata es que no se sabe en qué coalición gobernaría Alemania y si está será estable. En el caso de Merkel, en cambio, los alemanes ya saben que ella puede con todos.

«Ustedes me conocen» fue una de sus frases más conocidas en la última campaña electoral. Fue una respuesta espontánea a la pregunta de un moderador de televisión. Es decir: «sopa de lentejas».

Hay una pregunta importante que ella intencionalmente deja sin respuesta: ¿cuáles son sus planes y su visión para Alemania? Lo interesante, más allá de las elecciones regionales, es cuando se terminará el éxito de esta estrategia. Merkel nunca quiso cometer el error de sus antecesores. Helmut Kohl, el «padre» de la reunificación alemana, no podía despedirse del poder, no quería irse. Así que un día una cierta Angela Merkel dijo públicamente que Kohl ya no representaba el futuro de su partido. Fue el fin de su carrera política.

Merkel quiere irse antes de alguien la eche. Sabe que va a venir el momento en que tenga que irse. Por eso ha tardado tanto en decidirse por otra candidatura. Ahora necesita ganar – también porque no quiere ser echada.

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