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Gabriela Rivadeneira, política ecuatoriana: “El crimen organizado debemos enfrentarlo juntos” MUNDO

Gabriela Rivadeneira, política ecuatoriana: “El crimen organizado debemos enfrentarlo juntos”

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La excongresista ecuatoriana participó en el seminario internacional por la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado que organizó la Municipalidad de Recoleta. Ante la violencia en su país, que le costó la vida al candidato presidencial Fernando Villavicencio y el avance del crimen organizado, señala que “es un fenómeno del continente y debemos enfrentarlo juntos como una política regional”. Apunta como responsable del avance de las mafias, “al cambio en el consumo de drogas en Norteamérica, y por la absoluta desidia de gobiernos de derecha y la falta de una firme decisión de los gobiernos progresistas”.


A los 40 años la ecuatoriana Gabriela Rivadeneira Burbano tiene una extensa y consolidada carrera política. A los 14 años fundó Mirarte, un grupo de arte-protesta a través del que comenzó a conectarse con la sociedad civil y desde donde pasó a la política. A los 19 años fue electa concejala de Otavalo y desde entonces ha desempeñado varios cargos de representación popular: viceprefecta provincial, vicealcaldesa de Otavalo y concejala cantonal. Fue la primera mujer gobernadora de Imbabura. Y a los 29 llegó a la Asamblea Nacional (Parlamento) como la candidata más votada del país y se convirtió en su presidenta. Integrante del Grupo de Puebla es muy cercana al actual presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador. De hecho, desde hace tres años vive en México, autoexiliada por persecusión política al igual que Fernando Alvarado, Galo Mora, Viviana Bonilla, Soledad Buendía, Edwin Jarrín y Ricardo Patiño, todos cercanos al ex presidente Rafael Correa.

Estuvo en Chile, invitada por la Municipalidad de Recoleta en el marco de las actividades por la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado. Dentro de los temas graves que afecta a Chile y Ecuador y que aborda en esta entrevista, el crimen organizado es un infaltable.

Ecuador y crimen organizado

“En el 2017 Ecuador era el segundo país más seguro del continente. Cinco de nuestras ciudades estaban en el top 50 de las más seguras del mundo. Hoy es el país más inseguro del continente y Esmeraldas, una de nuestras ciudades fronteriza con Colombia, está dentro del top 5 de las más peligrosas del planeta”, explica Rivadeneira.

Y continúa:

“Además del reparto de la patria por parte de la derecha y principalmente por el gobierno de un banquero, —siempre menciono que es banquero para que ubiquemos qué pensamiento es el que lo mueve, un presidente que viene de 30 años de administrar un banco privado— que desbarataron el Estado con las políticas de los 90, está el rol del Departamento de Estado y hoy el Comando Sur que juegan un rol fundamental. Cuando Estados Unidos permite el cambio del consumo al Fentanilo y ahora la coca se queda acá, muchos países como Ecuador, se convierten en un territorio de disputa de las mafias y del crimen organizado.

—El crimen organizado se mueve cada vez más al sur.

—Hay formatos establecidos en la región para “disciplinarnos” y tener una injerencia directa. En la primera década del siglo XXI, mientras nosotros avanzábamos en procesos populares, nacionales, 60 millones de latinoamericanos salieron de la pobreza… En esa década, sin que nadie se enterase, se quintuplicó la presencia militar norteamericana en la región. Estados Unidos tiene más de 800 bases militares registradas por el Pentágono. Y hay muchas otras cooperaciones militares que no salen en ese registro. De esas 800, 500 están en nuestra región. Pues no me vengan a decir que tener una base norteamericana protege a nuestros ciudadanos, si así fuera, seríamos una región de paz absoluta. Se trata de una verdadera política de injerencia sobre los recursos naturales. A través de la inseguridad instalan militares estadounidenses.

—El discurso de que los gringos son los malos.

—El gobierno de los Estados Unidos está pasando por una recesión brutal que hoy se pone en mayor peligro con la vigencia de los BRICS. Las cinco economías emergentes que van a convertirse en una potencia desde una lógica de transformación de la geoeconomía. Y eso traerá el debilitamiento del dólar. Estados Unidos necesita de América del Sur para mantener competitividad. Entonces, la única solución en la región es que fortalezcamos el Estado. Si eso no se da, entonces tienes lo que pasó en Ecuador, donde eliminaron el Ministerio de Justicia, el Ministerio Coordinador de Seguridad, bajaron el presupuesto de la policía y de las Fuerzas Armadas. ¿A quién no le interesa tener control de su territorio? Ellos son los que deberían estar dando respuesta a la crisis que está viviendo Ecuador.

—En agosto asesinaron al candidato presidencial Fernando Villavicencio, ¿cómo llega a ocurrir algo así?

—Esta campaña ha sido muy violenta. Tenemos a los candidatos que van al balotaje haciendo campaña con chalecos antibalas. Un candidato presidencial fue asesinado diez días antes de la primera vuelta presidencial. En condiciones, además, que hasta ahora no sabemos, porque el gobierno declaró que no puede hacer la investigación.  Porque la administración que desbarató al Estado ahora tiene que llamar al FBI para la investigación. Hasta ahora no tenemos resultados ni siquiera del FBI.

—El próximo 15 de octubre, Luisa González podría ser presidenta, ¿cómo se ve su sector ese regreso al poder?

—Soy militante de Revolución Ciudadana. Y es increíble cómo después de seis años, con toda la primera dirigencia fuera al país, en el exilio, con un proceso de judicialización, de encarcelamiento, de allanamientos… sigamos siendo la fuerza política más organizada de todo el país. Y tal es que después de seis años de todo esto, nuestra candidata, que además es la única mujer en la historia del país que pasa por primera vez a un balotaje, está ad portas de convertirse en la primera mujer presidenta de Ecuador. Este mes que falta es decisivo, porque definitivamente estamos ante la posibilidad de la reconstrucción de un gobierno popular versus un gobierno empresarial. Creo que la población ecuatoriana está demandando un cambio de rumbo. Estamos apostando todo. No depende solo de la candidata, ni de la fuerza política, es fundamental el trabajo que podamos seguir haciendo en territorio. Ahí tenemos muchos dirigentes y dirigentas que están realizando un trabajo de fortalecimiento territorial y esperamos darle una buena noticia a la región. Si ganamos la presidencia hay que recuperar el país. Reinstitucionalizarlo, controlar el territorio y sacar a las mafias. No es fácil, pero hay que hacerlo. Mientras la derecha apuesta por políticas bukelistas del odio, de la guerra, de la muerte.

—¿Cómo ve el avance del crimen organizado en Chile?

—Chile fue el ejemplo del sistema. Se vanagloriaba del modelo. Pues cuando todo lo tienes tapado —como el oasis de Piñera— y das la posibilidad de que empiecen a aflorar cosas, no solamente aparece el descontento, la pobreza, sino también la disputa territorial. Insisto, Centroamérica y Sudamérica están enfrentandas en disputas territoriales de crimen organizado, por el cambio del consumo de drogas en Norteamérica, y por la absoluta desidia de gobiernos de derecha y la falta de una firme decisión de los gobiernos progresistas. Aquí es fundamental la cohesión y la integración regional. El crimen organizado es un fenómeno regional y debemos enfrentarlo juntos. Si no lo convertimos en política regional, cada país seguirá haciendo esfuerzos individuales, gastando recursos y trabajando como islas.

—¿Integración regional contra el crimen,  se ha hablado algo de eso? Porque a América Latina cuesta mucho ponerse de acuerdo, incluso en temas económicos.

—Cuando más avanzamos fue en la primera década en la Unasur, ahí había un Consejo de Seguridad, que planteó cambiar la formación de las Fueras Armadas de nuestra América para impulsar realidades locales, y tratar temas de generación, consumo, micro, macro, redes, mafias, crimen organizado, porque todo está conectado. Y lo aniquilaron. Hoy por hoy, el esfuerzo más grande es el que está haciendo Brasil.

Andrés Manuel convocó a una cumbre de presidentes para afrontar la inflación de manera conjunta. Se está hablando también de una nueva cumbre para enfrentar la deuda externa. A esa agenda debería sumarse el tema de la seguridad. Y además tenemos que seguir trabajando por el mejoramiento de la calidad de vida de la gente, si no damos opciones es más fácil que se metan al crimen organizado. Son círculos viciosos que tenemos que romper. Además que si actúas como bloque, en toda la región, evitas que si en un lugar está funcionando, se vaya desplazando el crimen.

—Si gana Luisa González ¿usted volverá a Ecuador? ¿Podría asumir algún ministerio?

—No sé la verdad. En estos últimos años me he dedicado mucho a la militancia desde la formación, desde la capacitación. Es un tema que no debemos dejar aun cuando seamos gobierno. Suele pasar que nos preocupamos tanto por ser gobierno que nos come el tiempo y olvidamos seguir trabajando los temas de formación y capacitación. Así que en lo particular espero no ser funcionaria. Quisiera seguir dedicada a la formación y a una organización de base. Creo que la única forma de sostener nuestros procesos de aquí a 20 o 30 años va a ser desde esa gran conciencia de clase que podemos empezar a generar. Nosotros la llamamos sociedad del buen vivir, Bolivia dice el sumak kawsay (cosmovisión de los pueblos andinos de vivir en armonía on la naturaleza). Son las sociedades que tienen que generar o empoderarse de los nuevos paradigmas de desarrollo para hacer que los cambios sean irreversibles.

—¿Ve para usted una posible candidatura presidencial más adelante?

—No sé. Nunca me he despegado del trabajo popular y eso es lo que me interesa, que las nuevas generaciones hereden la necesidad de tener ese trabajo organizativo territorial. Cuando uno trabaja aspirando al cargo, se olvida de la razón del ser. Entonces uno tiene que seguir haciendo lo que le corresponde y la vida, los designios, muchos lo llaman destino, otros el cosmos, lo que sea… la vida te pone esos retos y hay que saber adoptarlos. El mío es seguir haciendo política siempre. Así que donde nos toque y cuando nos toque. Mientras estamos abogando para tener la primera mujer presidenta en el Ecuador.

“Las nuevas generaciones políticas de nuestra región, hemos aprendido de la historia para la construcción de gobiernos populares frente a una arremetida neoliberal cada vez más conservadora. Les dicen ultraderechistas, pero hay claras muestras fascistas. Y eso nos retrocede 50 años. Las dictaduras militares en los países de la región, que empezaron en los 70, quebrando la democracia y violando los derechos humanos. Hoy volvemos a tener torturas, asesinatos políticos, desapariciones y la guerra judicial, que es el aparato con el que han anulado y aniquilado las posibilidades de que actores y proyectos políticos sigamos en la disputa en nuestros países. Entonces, para nosotros aprender de esa historia, de la mano además del primer presidente socialista electo en las urnas, es un honor. Además, en una época en que la disputa se asimilaba mucho a lo que tenemos hoy: pueblos desesperanzados, adoloridos”, señala Gabriela Rivadeneira.

La figura de Allende

“Pensaba en la educación, la salud gratuita, la vivienda, el salario, la cultura, es decir, las condiciones mínimas para que el ser humano viva plenamente. Si no hubiera ocurrido el golpe de Estado, si no hubieran existido esa década de dictaduras militares, otra sería la realidad de nuestros países. Allende era la posibilidad de que las naciones buscaran también presidentes que pudieran transformar nuestras realidades hacia el socialismo”.

—¿Qué significado tiene la figura de Allende para usted?

—Allende no es un tema de hace 50 años, no es pasado, está totalmente vigente, porque es un pensamiento vivo que nos permite saber que es posible transformar a través del pensamiento, de la socialización lo que nos pertenece como pueblos. Lo que pasa es que han tratado de aniquilar su figura. Esa gente que festejó a los criminales militares que ejercieron las dictaduras. La derecha ha manejado el Estado desde nuestra primera independencia hace 200 años. Lo que significa eso es que el Estado y la institucionalidad están directamente enfocados al sostenimiento del status quo, de las élites económicas, de los medios de comunicación corporativistas, del departamento de Estado, que sigue actuando a 200 años de la doctrina Monroe como un eje disciplinador de la política regional. Entonces, aniquilar esas figuras significa aniquilar la esperanza, pero sobre todo imponer en el resto el miedo de Estado.

—¿A qué se refiere específicamente?

—A que siguen en Ecuador el banquero presidente y Boluarte en Perú. Es decir, utilizan la política del terror de Estado para aniquilar propuestas movilizadoras.

—¿Qué hace al respecto?

—No bajar la guardia y seguir convocando a la vanguardia. ¿Cómo sobrevivimos a las dictaduras de los 70 y los 80? Tal vez en los últimos años nos olvidamos de estar a la vanguardia y pasamos a estar solamente a la defensiva.

—¿Un mea culpa en ese sentido?

—Totalmente. Estamos en un vaivén entre gobiernos de derecha y de izquierda. Álvaro García-Linera dice que esta etapa podría durar hasta 20 años. Yo aspiro y espero a que sea menos. Porque si tú tienes a un pueblo en incertidumbre, en la desesperanza, totalmente bajo de autoestima, porque no tiene acceso a nada y te acribillan, te masacran, te pisotean, lo único que podemos esperar entonces es que nosotros volvamos a ser vanguardia para reconstruir un tejido social y popular. Y que con los aprendizajes de la primera década del siglo XXI, que fueron importantísimos en nuestra región, sepamos que es posible la transformación y que podemos hacer los procesos más sostenibles.

Chile y la nueva Constitución

—¿Ha seguido el proceso constitucional chileno?

—Sí. El cambio en Chile nació desde una revuelta popular juvenil, que además cuestionó la constitución de Pinochet. Ningún gobierno de izquierda o progresista, si quieres llamarle, puede transformar las estructuras de la realidad social con una constitución de dictadura. Sin embargo, ese gran sentimiento popular de una nueva constitución hoy se ha convertido en arma de la ultraderecha. Ojalá en diciembre neguemos. Que el pueblo chileno niegue la posibilidad de, no solamente mantener una constitución pinochetista, sino retroceder en derechos fundamentales que se han logrado en los últimos años. Ojalá una vez negado este proyecto ultraderechista constitucional en Chile, se pueda realmente volver a plantear la construcción popular de una constitución que responda a las necesidades reales de un país que fue el ejemplo más claro de la profundización del neoliberalismo, donde se privatizó todo y que hoy, incluso los chilenos tienen privatizada la esperanza. Eso es lo que debemos empezar a romper: hay que nacionalizar la esperanza.

—¿Cómo se hace eso?

—Con trabajo popular. Estamos en una era digital y hacemos militancia digital, pero también es importante no olvidarnos que hay una militancia analógica: hay que volver a la calle. Si queremos realmente hacer transformaciones, tiene que ser de la mano con el pueblo, por más avances tecnológicos que existan, tenemos que reactivar la dinámica social y eso solo se hace tocando, abrazando, viéndote a los ojos. No se hace desde el chat del whatsApp. Hay que volver a humanizar las relaciones más allá de lo digital.

—Ustedes en 2008 redactaron una nueva constitución, ¿Cuál fue “la receta” para que funcionara el proceso?

—Que fue popular, porque no estuvo una cúpula de expertos escribiendo leyes que son para el pueblo.

—Pero en Chile se hizo y no resultó.

—Las metodologías son diferentes. El mayor proceso movilizador social y popular de la historia de nuestro país estuvo en la construcción de la constitución vigente. La derecha ha arrasado con todo en Ecuador. Muchos analistas dicen que para recuperar lo que Ecuador era en 2017, vamos a necesitar 20 años. Pero lo único que quedó vivo es la constitución y esa es nuestra arma de la esperanza.

Por eso, creo que ustedes deben continuar buscando la manera, porque si tienes una constitución donde el capital manda, no habrá posibilidad de desarrollo humano. Tienes que tener una constitución donde el ser humano se ponga por encima del capital y solo ahí volver realmente a procesos más humanistas de lo que puede y debe hacer el Estado. Mucho más en el continente más desigual del planeta, mucho más después de la pandemia, mucho más cuando la mayoría de nuestros gobiernos todavía no alcanzan la media de recuperación económica.

—La mayoría de la población no cree en la política, en especial los jóvenes. ¿Cómo pasar del discurso a la acción?

—Esto no sucede de la noche a la mañana, es un trabajo que requiere muchísimo esfuerzo, compromiso, mucha militancia y que va a llevar años. Pero si no lo arrancamos, pues no va a pasar nunca. Soy madre de dos adolescentes, y trato de hacer pedagogía política con mis propios hijos y es durísimo. Es un reto para la clase política, no podemos simplemente cuestionar a los jóvenes. Esa es la historia de la humanidad: juventud significa rebeldía y cuestionar el estatus. Si la izquierda es el estatus, pues van a estar en contra de la izquierda y si es la derecha entonces irán en contra de ella. Eso nos obliga a reformular y a deconstruir nuestra propia semiótica para tener una comunicación más inclusiva con esos sectores a los que no estamos representando, ver por qué no los entendemos.

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