¿Tú también, Bruto, hijo mío?
La tienda del «león que defiende nuestros derechos» señala que se puede privatizar todo, salvo Codelco y Enami.
¿Tú también hijo mío?, preguntó Julio Cesar a Bruto mientras este último le enterraba una daga en su cuerpo causándole finalmente la muerte. Esta frase es ya parte de la cultura de nuestro mundo, occidental y latino. Expresa la sorpresa ante el golpe recibido por un adversario inesperado. Hijo natural o no de Julio César, Bruto no se consideraba un traidor. Era un republicano que se sentía traicionado por su protector, que ligado sanguineamente con el partido popular, quería acabar con la república romana e instaurar el imperio. Por eso Bruto mata a César. Lo cierto es que más allá de la interpretación anterior, Bruto es sinónimo de golpe inesperado.
¿Tú también hijo mío?, es la frase que se viene a la cabeza ante el acuerdo del PPD de abrirse a la agenda liberal y su dogma principal: privatizar. Se niegan a subir impuestos y para financiar el plan social del gobierno proponen privatizar. Se anuncia luego de una reunión con el presidente de la Sofofa, órgano que impulsó el Estado durante el siglo antepasado para promover el emprendimiento en Chile. Cosas de la historia.
La tienda del «león que defiende nuestros derechos» señala que se puede privatizar todo, salvo Codelco y Enami. Sorprendidos, nos preguntamos: ¿Esta resolución expresa una demanda de los chilenos?
Lamentablemente para el PPD, días después de su acuerdo nos impusimos del Latinobarómetro. Los chilenos que decían que el «Estado debe dejar actividades productivas a privados» bajaron de 53 por ciento (1998) al 30 por ciento (2002). Tal vez tras esta actitud chilena se esconde una mala evolución de las privatizaciones. En efecto, «los chilenos que creen que las privatizaciones han sido beneficios para el país» bajan en igual período del 51 a 22 por ciento.
De cada diez chilenos, sólo dos están de acuerdo con las privatizaciones realizadas. Algo se acuerdan de lo que dijimos los de la Concertación durante los setenta y ochenta en contra de la forma cómo se hicieron. Y también han visto resultados que nos les gustaron. Quizás.
Quizás por ello los chilenos creen en un 79 por ciento que es mejor un modelo de desarrollo en que el Estado se haga cargo de producir electricidad, agua, salud, etc. Sólo un 16 por ciento cree que es mejor que el servicio sea dado por los privados. Sólo un cinco por ciento dice no tener opinión al respecto.
Bueno, podríamos decir que los chilenos se equivocan. Es un argumento peligroso desde un punto de vista democrático, pero válido. Se podría decir que la economía chilena tiene muchas empresas públicas grandes e ineficientes.
¿Es el caso?
Claro que no. Todos sabemos lo que ha significado la privatización de la economía nacional.
Bueno, si los chilenos no quieren privatizaciones y ya lo hecho en esta materia ha sido enorme, ¿por qué tanta insistencia en privatizar?
Una respuesta: es un sincero pero desviado intento de pensar en buenos ingresos para una economía desacelerada. Pero es una mala terapia porque hay un costo político y social que se paga. Hay un ingreso permanente que se deja de percibir de empresas públicas rentables. Hay un servicio público que se deja de hacer como tal. Y las empresas privadas no están bien evaluadas por los chilenos. Y hay poco que privatizar, salvo Codelco -que el PPD excluye de la privatización-, ENAP puede aparecer interesante para algunos, pero ¿por qué el PPD excluye a Enami? Misterio impenetrable.
Una segunda respuesta a la pregunta de por qué se insiste en la privatización es: ideología, pura y simple ideología liberal.
Que ella guíe a nuestros amigos de la UDI no nos extraña. Pero que ella ciegue a nuestros amigos del PPD nos perturba.
¿Tu también, hijo mío?
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