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A 37 años de la histórica expedición a la Luna


Hace unos días se cumplieron 37 años del momento que marcó el primer paso del hombre en otro mundo y del inicio de la historia de las etapas que seguirán en la conquista de nuestro satélite natural y planetas del Sistema Solar.



El 20 de julio de 1969, tras casi nueve años de colosales esfuerzos estadounidenses por desarrollar la tecnología necesaria para llevar a tres hombres a la Luna, los astronautas, Neil Armstrong y Edwin «Buzz» Aldrin alunizaron, en el Mar de la Tranquilidad, a unos 380 mil kilómetros de distancia de la Tierra en el vehículo «Eagle».



Entre los gestores de esa hazaña, considerado junto a Konstantine Tziolkowsky uno de los padres de la Astronáutica, Wernher von Braun, señaló: «Este momento es tan trascendente que es sólo comparable a la importancia del instante en que la vida acuática comenzó a arrastrarse hacia la tierra».



En el minuto en que Neil Armstrong puso su pie sobre la regolita lunar, señalando que era » un pequeño paso para el hombre, pero un gigantesco paso para la humanidad», comenzaba a hacerse realidad el discurso pronunciado por el asesinado Presidente de los Estados Unidos de América, John Fitzgerald Kennedy, el 25 de mayo de 1961, fecha en la que manifestó la voluntad de colocar un hombre en la Luna.



Desde ese día, más de 36 mil funcionarios de la Administración para la Aeronáutica y el Espacio (NASA) y unas 350 empresas subcontratistas pusieron en marcha una «maquinaria» de ingenio, esfuerzo, tecnología y trabajo que dio por resultado el diseño de uno de los cohetes más poderosos que jamás haya construido el ser humano: el Saturno V, un colosal sistema propulsor que medía 110 metros de altura, pesaba 2.700 toneladas y consumía nada menos que 15 toneladas de combustible por segundo.



En la actualidad dos de esos poderosos cohetes se encuentran en exhibición, al igual que réplicas de los módulos lunares, en los Centros Espaciales John F. Kennedy y Lindon B. Johnson, testimoniado a eruditos y visitantes la materialización de tamaña empresa.



Idear un viaje a la Luna era, en la década de los sesenta, un programa que revestía características y dimensiones épicas, sobre todo si se piensa que Armstrong, Aldrin y los diez astronautas que pisaron la Luna con posterioridad, habrían dado lo que fuera por contar con al menos un computador portátil con la capacidad y la rápidez de los que hoy son de uso doméstico para apoyar cada una de las complejas maniobras de vuelo, desde el despegue desde Cabo Cañaveral, hasta el alunizaje.



Y ni hablar de las maravillas que podrían haber hecho empleando equipos de medición, análisis de muestras y laboratorio, además de las cámaras fotográficas y de video que hoy están a disposición de instituciones y de cualquier mortal con recursos.



Esas tripulaciones probaron sistemas de «última tecnología» para la época y que luego derivaron en escáneres, compuestos especiales, sistemas de apoyo de vida, comunicaciones, computación, propulsores, alimentación, robótica y procedimientos médicos que hoy se emplean como algo habitual hasta en los más apartados lugares del planeta y de nuestro país contribuyendo a mejorar la calidad de vida de la población.



Visión de futuro



Programas como el señalado proporcionan oportunidades para ejercitar no sólo la imaginación, sino que la visión de futuro que deben cultivar quienes ostentan el poder político, ministros y parlamentarios, y también cada uno de todos los profesionales que se desempeñan en las más distintas expresiones de las ciencias, los servicios, el deporte, la medicina y la pedagogía en nuestra sociedad.



El mundo del mañana se construye hoy. Esto lo asumieron, con todas sus implicancias, sociedades como la estadounidense, europea, japonesa, china y los países asiáticos, quienes en la actualidad lideran en estándares de vida.



Si deseamos que nuestros jóvenes sean los protagonistas -no espectadores- de los cambios en las ciencias y en nuestra sociedad, es necesario no sólo diseñar y construir políticas de Estado destinadas a proporcionar oportunidades en educación y motivación, sino que también brindar trabajo digno con justas recompensas con la finalidad de aspirar a una mejor salud y proyección humana.



Una nueva era



Bajo la perspectiva de perfeccionar, motivar potencialidades y virtudes, con objetivos claros e irrenunciables de mejorar la calidad de vida y trabajar para proteger el medio ambiente de este diminuto mundo, la exploración espacial ofrece oportunidades insospechadas para quienes deseen canalizar sus vidas al desarrollo de las ciencias exactas y sociales.



El programa a la Luna finalizó con la misión Apollo XVII, con los astronautas Eugen Cernan, Ronald Evans y Harrison Schmidt, este último un destacado geólogo, el primer hombre de ciencia que visitó nuestro satélite natural y quien conoce muy bien las potencialidades energéticas y en recursos minerales que allí existen.



Durante los últimos 34 años la NASA, ni ningún otro país ha enviado hombres a la Luna. El 14 de enero de 2004, el Presidente, George Bush, intentando emular lo hecho por John Kennedy, en los sesenta, señaló que había llegado el tiempo para que América diera un nuevo paso en los viajes espaciales, aclarando que esta vez no sería una carrera ni una competencia.



La primera meta propuesta fue terminar de construir la Estación Espacial Internacional en el 2010 y la segunda, desarrollar y probar una nueva nave espacial de exploración que sería sometido a prueba el año 2008 y puesta en servicio para transportar una tripulación a la estación Espacial no más allá del 2014.



La tercera meta anunciada por Bush es regresar a la Luna en el 2020, emplazando en ella instalaciones que servirán, en el futuro, como escalas para viajes a otros planetas de nuestro Sistema Solar.



La idea de la NASA es establecer una colonia lunar con el propósito de vivir y trabajar en su superficie, acrecentando el tiempo de permanencia en el satélite natural.



Las metas son ambiciosas y con seguridad integrarán en su trabajo a miles de ingenieros y científicos especialistas en ciencias exactas y humanas, en las que también tendrán oportunidades jóvenes talentosos ávidos de enfrentar desafíos y desarrollar nuevos conocimientos para perpetuar la especie humana.



Esto ha generado el programa espacial a la Luna y el histórico primer alunizaje del Apollo XI, el 20 de julio de 1969. Jóvenes, el horizonte es vuestro.

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Hugo Camus Palacios
Historiador especialista en Astronáutica

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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