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Desmanes del 11 de septiembre


El 11 de septiembre continúa siendo una fecha que divide a los chilenos y esto se puede apreciar claramente en la adhesión que distintos sectores de la población manifiestan a las figuras políticas históricas de nuestro país. No obstante, cada año disminuye la forma en que expresan sus discrepancias, lo cual se pudo observar en los numerosos actos conmemorativos que diferentes grupos políticos realizaron que no alcanzaron la virulencia de años anteriores.



Sin embargo, la situación cambia radicalmente en la noche. Los desmanes ocurridos no se relacionan con el 11 de septiembre y pierden su sentido ideológico original. Prueba inequívoca de ello es que se llame a un paro, marcha o se conmemore una fecha significativa la situación que se produce es muy similar.



En todos estos casos, se tiende a generar un clima de incertidumbre e inseguridad que lleva a la población en general a tomar precauciones retirándose tempranamente a sus hogares para prevenir problemas.



En este clima, los delincuentes, narcotraficantes, lumpen y grupos políticos marginales, promueven manifestaciones dando lugar a una atmósfera de impunidad a la que se suma la población especialmente los jóvenes. La noche, el anonimato y el clima de impunidad favorecen la acción de estos grupos que promueven el saqueo de negocios, escuelas y casas particulares. Técnicamente, se produce lo que en sociología se denomina anomia, es decir, una situación en que las normas sociales dejan de regular la conducta y los sujetos pierden la noción de que es un comportamiento correcto y que no lo es.



Lo peligroso de la situación es que este tipo de manifestaciones se viene repitiendo con una cierta regularidad durante el último tiempo y tiende a instalarse dentro de las expectativas de la población como algo normal. Todos sabemos lo que va a ocurrir. Llegada la noche, se instalan las barricadas, las fogatas, se intenta cortar la energía eléctrica y enseguida se procede al saqueo y pillaje.



Los sociólogos habitualmente afirman que un hecho social se explica por otro hecho social. Aquí conviene no olvidar que los hechos vividos por nuestra sociedad el 11 de septiembre pasado son producto del tipo de sociedad que entre todos hemos construido y que se caracteriza por la desigualdad, marginación y exclusión social. En este sentido, una parte importante de los desmanes se explica por la incapacidad de nuestra sociedad de ofrecer oportunidades de estudio y trabajo que permitan al conjunto de la población y, especialmente a los jóvenes, disfrutar de los beneficios de la riqueza que se produce. En parte importante, cosechamos lo que sembramos.



*Luis Gajardo es director de la Escuela de Sociología de la Universidad Central

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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