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América Latina después del rescate de Betancourt

Chávez hace unos meses proponía enérgicamente que se le quitaran el titulo de grupo terrorista a las FARC. Luego en junio reciente dijo que la lucha armada era obsoleta en America Latina, con lo cual habría dejado a Raúl Reyes, si estuviera vivo, con la boca abierta como sin duda le ha ocurrido recientemente al Estado Mayor de las FARC y del ELN.


Por Javier Campos



Artículos y revistas de izquierda, una radio suiza, también blogueros, han escrito -y aún testarudamente insisten en lo mismo- que el rescate de Betancourt fue casi una traición de Uribe a supuestos acuerdos humanitarios entre las FARC y un organismo internacional quien realmente «iba a entregar a Ingrid Betancourt y otros secuestrados» en el plazo de una semana. Pero todo aquello está siendo desmentido por la información y la lógica. Segundo, insisten en que hubo, o tuvo que existir, un pago en millones de dólares por la entrega de esos rehenes al gobierno colombiano. Además que la CIA, el gobierno francés y el gobierno español estaban metidos en ese operativo. Rumores que no se han podido demostrar.



Para probar el error de los analistas de la izquierda ortodoxa, veamos como primera fuente el reciente comunicado oficial de las FARC del 11 de julio. En una terminología ambigua las FARC comunicaron que más bien fue una «fuga» y no una misión de «rescate» excelentemente bien planificada desde el punto de vista de inteligencia militar. Las FARC, en su comunicado aquel, no menciona para nada que hubo una cantidad de dinero entremedio ni tampoco indicaba que había un «acuerdo previo» entre un organismo internacional para entregar rehenes. Lo único que reconocen es que fue un plan que los encontró desprevenidos, o bastante descomunicados entre ellos mismos.



El comunicado acusa directamente de «traidores revolucionarios» a los dos carceleros de la FARC que fueron engañados por el plan preparado por el Ejército colombiano y llevado a la práctica el 2 de julio, y ahora bastante conocido por todo el mundo. Y resulta pues que estos «traidores» no se habían «vendido» ni por un dólar al gobierno de Colombia.



Otra lógica que no ha querido analizar la ceguera ideológica de revistas de izquierda, es que durante la misma operación de rescate, donde esos dos carceleros de las FARC -Antonio Aguilar alias «Cesar,» y Alexander Farfan Suárez, alias «Enrique Gafas»- fueron engañados, y luego tomados prisioneros, en declaraciones posteriores tomadas por abogados no mencionaron para nada que ellos estaban esperando una misión internacional ni mencionaron cantidades de millones de dólares. Por el contrario, cuando ya estaban en el helicóptero entonces sí se dieron cuentan de la farsa y del engaño e inmediatamente quisieron lanzarse del helicóptero a tierra pero ya era tarde.



Por eso el comunicado reciente de las FARC los llama «traidores revolucionarios». En conclusión, si hubiera existido un plan internacional humanitario de rescate, y dinero de por medio, de seguro esos dos lo habrían dicho al instante para dejar en ridículo toda la operación militar colombiana y aún más: destruir al presidente Uribe. Costo que habría sido la muerte política de Uribe y el triunfo de las FARC, y por supuesto el presidente Chávez habría cambiado de opinión otra vez más y el presidente Rafael Correa de Ecuador y Daniel Ortega de Nicaragua estarían aún más contentos.



Como se sabe, el cambio sorpresivo de Hugo Chávez sobre las FARC fue ahora hacia el extremo, y aún no lo pueden creer las revistas y diarios de izquierda más ortodoxos que hay en Internet (por ejemplo rebelion.org, Granma, y muchas más), de la cual también participan académicos-expertos, periodistas de izquierda en America Latina, EE.UU. y Europa. Chávez hace unos meses proponía enérgicamente que se le quitaran el titulo de grupo terrorista a las FARC. Luego en junio reciente dijo que la lucha armada era obsoleta en America Latina, con lo cual habría dejado a Raúl Reyes, si estuviera vivo, con la boca abierta como sin duda le ha ocurrido recientemente al Estado Mayor de las FARC y del ELN.



La reciente actualización a alto nivel de las relaciones entre Venezuela y Colombia este 11 de julio, superando la crisis de marzo pasado, con ahora fotos de rigor, regalos de Chávez a Uribe, abrazos y convenios entre ambos, es para dejar aún más sorprendida a la izquierda ortodoxa que se venía vanagloriando de la formación de un frente amplio de izquierda, incluso la posible realización de «crear un gran Ejército revolucionario con el apoyo de masas para poder derrocar el capitalismo e instalar el socialismo» (así lo planteaba Manuel Marulanda de las FARC, según email del 11 de enero de 2007 sacado de la computadora de Raúl Reyes) . Ejército que iría agrandándose por toda America Latina como otro «Vietnam» del que una vez pensaba el Che Guevara y que el presidente venezolano lo estuvo mencionando este año. Fue eso lo que dijo el 8 de mayo pasado en la I Reunión Ministerial del Consejo Energético de Unasur: «Â… en el supuesto negado de que las fuerzas oligárquicas de Bolivia llegaran a hacerle un daño a ese hermano país que lleva el nombre de Bolívar, Venezuela no se va a quedar de brazos cruzados. Allí pudiera comenzar aquello que el Che Guevara llamó: un Vietman, dos Vietman, tres Vietnam en América Latina».



En síntesis, el rescate de Betancourt pone las piezas del tablero de ajedrez de otra manera, lo cual es un anuncio de una derrota de los analistas que han pensado que una nueva insurrección de izquierda estaba apareciendo en el continente para oponerse al diabólico neoliberalismo y la globalización salvaje.



En este mes de julio, el ex-presidente de Bolivia, Carlos Mesa, comentó algo muy interesante: «¿América Latina continuará girando hacia la izquierda o lo que está pasando en Colombia puede marcar un momento de reflexión en el conjunto del continente? Hay casos como el de México y Perú, adicionalmente, que están planteando respuestas alternativas y, finalmente, las posiciones que me parecen más razonables, encargados por el presidente Lula y la presidenta Bachelet en lo que debiera ser un camino político-económico en América Latina.» (Ver El País, julio 11, 2008)



Es apropiado repensar la cita anterior en esta nueva circunstancia en que se nos presenta America Latina después del rescate de Ingrid Betancourt y los otros 14 secuestrados el 2 de julio pasado. Especialmente si estaba resurgiendo un movimiento insurreccional de izquierda en este siglo XXI en la región, y si realmente esa alternativa no haría más que desestabilizar otra vez el continente hacia una nueva violencia que nadie quiere, excepto las FARC y ELN en Colombia.





*Javier Campos es narrador, poeta y columnista.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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