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Leyes de TV ¿El oligopolio monotemático?

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normas sobre el Consejo Nacional de Televisión y la TV-Digital son tímidas para fijar el bien público del espectro televisivo, por lo cuál otorga y amplía la concesión a los actuales canales, no fomenta activamente la TV regional y no dispone condiciones programáticas básicas como son el…


Por Esteban Valenzuela*

Los proyectos de regulación de la televisión que envió el Gobierno tienden a la continuidad del oligopolio de los seis canales que conocemos, sin un cambio cualitativo a favor de mayor pluralidad, educación-cultura y descentralización. Gana ANATEL y las lógicas de los actuales canales. Veamos:

1.- El proyectos sobre TVN sólo hace cambios superficiales, le autoriza a postular a proyectos y amplía el número de 6 a 8 directores vía aprobación del Senado, lo que  profundizará el «empate de la no-innovación» entre la Concertación y la Alianza. TVN no se obliga a enriquecer sus señales regionales (las que  en casos como O’Higgins, ni siquiera se ven en todas las provincias), ni a «pluralizar» su Directorio a lo social-territorial de Chile, como podría ser directores del mundo sindical, empresarial y un rector de universidad regional, que aportarían una óptica «distinta» al mero  contar los minutos para gobierno y oposición en el informativo que es la «tarea» de los actuales miembros.

2.- Las normas sobre el Consejo Nacional de Televisión y la TV-Digital son tímidas para fijar el bien público del espectro televisivo, por lo cuál otorga y amplía la concesión a los actuales canales, no fomenta activamente la TV regional y no dispone condiciones programáticas básicas como son el pluralismo informativo, el fomento de la cultura y la educación cívica (en otros países como México, hasta los canales legislativos deben ser parcialmente transmitidos y obligatorios en la TV por cable).

Lo más grave es que asegura a los seis canales, seis mega en el nuevo espectro digital (que pueden privilegiar alta fidelidad y/o nuevos canales que ellos mismo «arriendan»), lo cuál si se optara por la norma japonesa, limitaría seriamente la posibilidad de enriquecer la oferta de televisión, ya que permite menos canales que las normas norteamericana y europea. La idea no es producir «dirigismo» programático, pero como el espectro es «un bien público», se debe exigir aportes a los actuales canales de líneas de servicio, educacionales, culturales y de fomento de la producción audio-visual innovadora chilena e internacional.

3.- La transición hacia lo digital, ya demorada al no optar aún por una norma, se prolonga por otra década, mientras los países «desarrollados» concluirán sus «transiciones» entre el 2010 y 2014. Esto incluye la interactividad y otras ventajas de las nuevas tecnologías. En este ámbito caminamos a paso de rinoceronte, mientras otros van al de gacela.

Vendrán días de indicaciones, no es trivial legislar sobre el principal medio de comunicación. Bien la mezcla de canal  público, universitario (católico) y privados. Pero no basta. Con ONGs, Manuela Gumucio, canales regionales y parlamentarios críticos, crearemos indicaciones que repongan estas tres metas: una TVN con mayor riqueza en su pluralismo, transición a lo digital más ambiciosa, una política de fomento a la TV regional, y una negociación con los actuales canales que asegure no sólo el «negocio», sino el acceso por TV abierta de todos los chilenos (y no sólo a los que pagamos cable) de una oferta televisiva más rica y diversa. La TV es un bien público y por tanto su concesión debe ajustarse a «mínimos» programáticos y de pluralismo que eviten la convergencia del oligopolio al mismo cóctel de drama, sangre, bailongo y copuchas. No desaprovecharemos esta posibilidad de abrir la mirada.

*Esteban Valenzuela es diputado y periodista.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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