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La pertinacia de los temas laborales en las campañas presidenciales

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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El tono es el mismo que los anteriores programas de gobierno de la Concertación: se promueve la negociación colectiva pero sin oponerse clara y decididamente al reemplazo de los huelguistas.


Por Diego López*

Los medios han comenzado a prestar atención a las propuestas de los candidatos con más apoyo en las encuestas. Ahora que las distancias y los tiempos se acortan es relevante considerar lo que cada uno de ellos quisiera hacer en el gobierno, para ver en qué se diferencian y cuáles son las esperanzas (o amenazas) que pueden inspirar en el electorado.

Como era de esperar, los asuntos laborales están en la primera línea de la preocupación pública. La lucha contra el desempleo no presenta novedades programáticas; los expertos de la Concertación y de la Alianza proponen lo mismo: insistir en subsidios laborales y programas de empleos, asegurando una ejecución más eficaz que el adversario. Sería esperable, entonces, que en asuntos como las relaciones laborales, indemnizaciones por despido y flexibilidad, se notara con nitidez la oferta de cada candidato.

Pero en las recientes declaraciones de los expertos programáticos de las candidaturas más competitivas, abundan las similitudes y no las diferencias, y en temas que podrían ser diferenciadores aún no se levantan propuestas concretas. Veamos.

En negociación colectiva y sindicalización no hay pronunciamientos contundentes. Los expertos de Frei valoran ambos derechos, pero prefieren denominarlos «diálogo social». Los expertos de Piñera hacen mutis por el foro y en el equipo de Enríquez-Ominami dicen apreciar estos derechos pero no proponen nada para fortalecerlos. La diferencia clara está en cómo enfrentan el derecho empresarial a reemplazar a los trabajadores en huelga, una de las instituciones emblemáticas del Plan Laboral, oportunamente criticada por la OIT e inexistente en países civilizados: expertos de Enríquez-Ominami y Piñera se han apresurado a oponerse a la derogación del reemplazo; expertos de Frei han planteado que debiéramos igualarnos a la experiencia internacional, limitando vigorosamente la posibilidad de reemplazar huelguistas. El tono es el mismo que los anteriores programas de gobierno de la Concertación: se promueve la negociación colectiva pero sin oponerse clara y decididamente al reemplazo de los huelguistas.

El derecho a la indemnización por despido debiera ser un claro diferenciador entre los candidatos, sin embargo abundan las indefiniciones: en el equipo de Enríquez-Ominami dicen preferir el acuerdo individual para pactar otros beneficios en vez de la indemnización; no se ve de qué forma esto impediría que los empleadores forzaran a la mayoría de los que buscan empleo a renunciar al derecho a indemnización para ser contratados. Los expertos de Frei y Piñera coinciden en dar sólo opiniones personales porque no existe, hasta ahora, una postura oficial de sus candidatos.

Sobre flexibilidad laboral, los tres candidatos ofrecen lo mismo: flexibilidad pactada, sea lo que eso quiera decir. En el equipo de Frei, ya está dicho, lo asocian a diálogo social, sin más pistas.

La utilidad de la negociación colectiva que parecen considerar los expertos del diseño programático, se refiere únicamente a la posibilidad de alcanzar acuerdos sobre materias diferentes a los salarios, como los horarios de trabajo, flexibilizando la regulación legal sobre la jornada laboral. Pero no se ve de qué forma ello ayudaría a obtener relaciones laborales más cooperativas y menos confrontacionales sin que previamente se refuercen las normas legales que promuevan los derechos colectivos del trabajo. Si la negociación colectiva en Chile ha sido impotente para lograr aumentos salariales significativos, ya que no ha conseguido que las empresas retribuyan mejor el trabajo, no se ve por qué sería útil para conceder a las empresas mayor libertad para fijar la duración y distribución de las jornadas de trabajo. Si las empresas no han querido negociar mejoras salariales relevantes ¿por qué los trabajadores querrían negociar flexibilidad laboral?

Los expertos que están detrás de estas ideas muestran una candidez tecnócrata que los mueve a hacer sugerencias que están muy lejos de la realidad. La única forma real de fortalecer la negociación colectiva es permitiendo que refleje debates efectivos entre los actores y que las empresas enfrenten interlocutores sindicales legitimados y representativos. Para ello se requiere fortalecer decididamente la negociación colectiva, que nuestra legislación trata de forma tan desconfiada. Sólo así los espacios de acuerdos se incrementarán y la negociación colectiva podrá cumplir de verdad un rol relevante en nuestro país, que hasta ahora claramente no tiene. Obtener flexibilidad pactada sólo será posible si ello es resultado de verdaderas negociaciones.

Como sea, es notable que los candidatos más competitivos muestren en temas como estos, hasta ahora, más similitudes y silencios cautelosos que divergencias que ofrezcan opciones a los electores. Así, no se ve cómo inyectarán entusiasmo a la campaña.

En realidad, pese a la indiferencia que les regalan los técnicos, los temas laborales muestren una inagotable vitalidad los últimos 20 años: desde 1990, todos los programas de gobierno de la Concertación han declarado su intención de promover el crecimiento económico y a la vez recuperar derechos laborales perdidos en la dictadura. Detrás de cada decisión gubernamental han estado latentes ambos objetivos, marcados por una agenda política en la que han primado los temas macroeconómicos (baja inflación, superávit fiscal, política monetaria conservadora y ausencia de políticas sectoriales) y en la que los asuntos laborales han sido vistos como un complemento, no siempre armónico con el funcionamiento económico promovido desde el gobierno. De hecho, en las dos últimas elecciones presidenciales, el tema laboral ocupó un sitio protagónico. Los asuntos laborales han regresado una y otra vez a la primera línea política y nada indica que estarán ausentes en la próxima elección presidencial. Aún cuando los técnicos no lo quieran entender.

*Diego López es abogado, académico de la Universidad Alberto Hurtado.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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