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Esa izquierda momia (Réplica a Jorge Insunza)

John Charney
Por : John Charney Abogado, Doctor en Derecho de King's College London. Profesor Derecho, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
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Este jueves el dirigente histórico del PC Jorge Insunza respondió al autor de esta columna por sus críticas a Jorge Arrate. Ahora el abogado y ex asesor de Marco Enríquez tilda al sector vinculado al PC como conservador, reactivo y temeroso. El debate sigue.


Marco Enriquez-Ominami ocupó en menos de 8 meses el espacio que la izquierda extra parlamentaria ha intentado ocupar en 20 años. Este hecho irrita a sus líderes ya que deja en evidencia dos aspectos de su incapacidad. Primero, no han sabido comunicar ni avanzar sus ideales (elementos básicos de la acción política). Segundo, y como consecuencia de lo anterior, han alimentado y avalado las estructuras económicas y políticas imperantes.

Intentaré explorar brevemente las causas de esta incapacidad para luego analizar sus consecuencias. Desde mi punto de vista, la principal debilidad de las cúpulas políticas de la izquierda conservadora ha sido monopolizar e inmovilizar el significado de la IZQUIERDA. Así, todo aquello que no entre dentro de los estrechos límites conceptuales y estéticos que ellos mismos han definido para la izquierda, es políticamente sospechoso e intelectualmente inaceptable. Este reducido espacio conceptual, que hoy es mucho más simbólico que político, no admite discrepancias, no tolera disidencias ni acepta competencia.

[cita]La izquierda que han creado estos seudo líderes es conservadora, replegada, reactiva y temerosa. Una izquierda momia que no ha sabido leer los cambios de Chile.[/cita]

De esta forma ¿quién puede sentirse representado por una izquierda que solo convoca a obedecer los dogmas inamovibles de sus “líderes históricos”? Aquella que es incapaz de generar nuevos liderazgos y que para subsistir necesita de un candidato ajeno a sus filas, un candidato reciclado que fuera Ministro de Frei y embajador de Lagos. Claramente, no los suficientes como para impulsar un proyecto transformador de sociedad, uno que sea capaz de dejar la marginalidad política para recuperar los espacios de poder, aquellos que la izquierda en Chile necesita urgentemente reivindicar.

La izquierda que han creado estos seudo líderes es conservadora, replegada, reactiva y temerosa. Es, en otras palabras, una izquierda momia, que no ha sabido leer los cambios que se han producido en Chile, que no ha sabido ocupar el espacio que tradicionalmente le ha pertenecido y que ha culpado de sus fracasos a los medios, al binominal, a Marco o al que se le ponga por delante. Es una izquierda paradójicamente excluyente, que como muy bien se dijo, no ha sabido incorporar a jóvenes, intelectuales, pacifistas, ecologistas, poetas y economistas. Que no ha abierto sus puertas al debate, a la deliberación, al sano enfrentamiento de ideas.

Por todas estas razones, esta izquierda ha debido contentarse con el minimalismo político, manifestado en su principal propuesta en esta elección: la política de los mínimos acuerdos. Esta transacción, que propone conformarse con el mal menor, sustituyendo los principios, sueños y aspiraciones de la izquierda, es la consecuencia de las limitaciones de sus líderes para dar forma a un proyecto político de futuro, transformador y progresista, serio e inclusivo.

Ahora bien, el delito más grave de estos líderes es alimentar y respaldar el actual sistema político y económico. Ya sea por omisión culpable, al no haber planteado una oposición sólida que genere liderazgos verdaderos, capaces de movilizar y de captar el real universo de izquierda del electorado chileno; o por la acción camuflada de apoyar en segunda vuelta a un candidato que demostró y sigue demostrando de manera contundente que este es el sistema político y económico que le acomoda.

Todo lo anterior sugiere, a modo de consecuencia, que lo que Insunza y cia hoy lideran ni siquiera entraría en lo que ellos mismos han definido como IZQUIERDA. En efecto, si aceptamos que su ineptitud ha sido un aval de las injusticias sociales y económicas del modelo y que su norte político se basa en transacciones que responden a la política de los mínimos acuerdos que relega principios, convicciones e ideales, sería muy hipócrita que ellos mismos se dieran ese rótulo.

No es de extrañarse entonces que Marco Enríquez-Ominami, con todas sus fortalezas y debilidades, haya sido capaz de conseguir lo que estos líderes no han sido capaces de lograr en 20 años. A pocas horas de las elecciones presidenciales este no solo es el único candidato que puede derrotar a la derecha sino que es el que representa de mejor manera el ideario de la izquierda chilena.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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