
De qué sirve el Kindle en Chile
Sea usted un lector en suelo norteamericano o en territorio chileno, los dispositivos electrónicos de lectura tienen al menos dos ventajas sustantivas frente al modo tradicional en que han circulado los libros. La primera, la rapidez para acceder a los contenidos: usted ya no tiene que desplazarse hasta su librería favorita ni esperar un ejemplar enviado por correo; con un lector digital, como el Kindle, sólo hace falta conectarse a la tienda en línea, entregar los datos de su tarjeta de crédito y en unos pocos segundos tendrá el libro descargado en su aparato. La segunda ventaja es su capacidad de almacenamiento y, por extensión, la ultratentadora posibilidad de llevar su biblioteca –su biblioteca digital– a cualquier parte.
Si usted es un consumidor (ya no digamos necesariamente un lector) que valora alguna de estas ventajas, tiene desde ayer una alternativa para satisfacer su impulso por la distinción: Amazon comenzó a comercializar su Kindle en Chile. Es el primer lector digital (y hay al menos una veintena) que se vende con despacho directo a nuestro país y que –más importante para su operatividad– una vez encendido en, por ejemplo, Plaza Italia, puede acceder gratuitamente a la red celular Edge, la misma que utilizan las Blackberries, para conectarse a la tienda y descargar libros desde Amazon.
Sea usted un lector en suelo norteamericano o en territorio chileno, el Kindle tiene una gran desventaja. Es un ingenio creado en un modelo de negocio cerrado: es un lector digital (Kindle) que soporta sólo un formato de libros (Mobipocket) que se comercializan en una sola tienda (Amazon). ¿Le sirve una comparación? Digamos que sería parecido a comprar un televisor Sony, marca que sólo se vende, por ejemplo, en Falabella, y que una vez enchufado en su casa sólo muestre la programación de Chilevisión. Algo así. Aunque con justicia valen dos matices. Primer matiz: Amazon tiene una importante oferta de libros electrónicos; aun así está muy lejos de compararse con la oferta que tiene en el ámbito de los libros impresos, la más grande del mundo, aunque el 99% en inglés. Segundo matiz: sólo desde hace algunas semanas el Kindle puede leer archivos en pdf, pero este formato no tiene la característica de transformarse en un texto fluido, que se ajuste a la pantalla y al tamaño de la letra.
Por lo tanto, si usted tiene, o piensa comprar, libros electrónicos en formato ePub –el formato estándar de la industria (de toda esa otra industria que no es propiedad de Amazon, claro está)–, tiene que saber que el Kindle no podrá leerlos. Olvídese, entonces, de leer en su aparato, por ejemplo, el millón de libros digitalizados por Google y puestos a disposición del mundo en el mentado formato ePub.
Y si, definitivamente, usted es un lector en suelo chileno tendrá más desventajas. La industria editorial en lengua española está lejos aún de subirse con todo el equipaje al barco del libro electrónico. Aunque los expertos hablan del 2010 como el año del despegue de este mercado en la Península, la oferta seguirá siendo menor por un buen tiempo más. Por cierto, el panorama de la industria editorial chilena es aún más germinal. Los editores chilenos no tiene nada que ofrecer para su Kindle.
Piénselo antes de comprar.