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El Terremoto de la TV

Andrés Azócar
Por : Andrés Azócar Periodista y director Escuela de Periodismo de la UDP
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Después de dos días de cobertura periodística ya se habían levantado críticas al trabajo de la Televisión. El monstruoso terremoto sacó a la calle a todos los departamentos de prensa y pronto, luego que los saqueos se hicieron de la agenda informativa, comenzaron los dardos contra la TV, sus editores y también sus periodistas. Principalmente por el tono sensacionalistas que le daban a los saqueos y al drama de los damnificados.

No soy de los que respeten el lenguaje manipulador, efectista y liviano que habitualmente usa la TV chilena (asumiendo que todos los medios, incluida las redes sociales, tienen algo de esto), pero creo que en este caso se ha exagerado la crítica. Por el contrario, soy un convencido de que la cobertura (a pesar de algunos tintes de sensacionalismo y errores) ayudó a contextualizar la situación del sur del país. Dicho de otro modo, la real dimensión de la crisis fue descrita por los medios antes que por las autoridades.

La TV no sólo debió trabajar en zonas desvastadas y sin conocimiento de la real lo que sucedía en su entorno, sino que debió lidiar con hechos que se iban sucediendo rápidamente. Los saqueos eran la noticias de ese momento, lo editores no podían hacer otra cosas que mostrarlos. Seguro, hubo Estaciones que los repitieron en exceso, que alimentaron sus notas con música de terror y le agregaron entrevista efectista. Pero no era información nacida de la imaginación de los editores de los canales de TV, estaban sucediendo, no así muchas de las críticas que sólo imaginaban a periodistas sedientos de morbo y rating. Los dardos me recordaron a Ray Bradbury, quien calificaba a la TV de una manera similar: “esa bestia insidiosa, esa Medusa que convierte en piedra a mil millones de personas cada noche y las hace quedarse absortas, esa sirena que llama y canta y promete tanto y, al final, da tan poco”.

La crítica mayor fue que la transmisión televisiva era un detonante para mayores saqueos. Dejando de lado que la mayor parte de la gente que saqueaba en la VIII Región no tenía electricidad, es decir, no veía televisión, es posible que la TV haya tenido algún efecto multiplicador. A este fenómeno el profesor Edison Otero lo llama «Determinismo Medial» y es simplemente la idea de muchos que piensan que los medios de comunicación determinan (total o parcialmente) la realidad social. Pero tal como lo enfatiza Otero en su artículo, la evidencia aún no es concluyente. En general toda las experiencia para medir el efecto de la TV sobre las audiencias, como el The dynamics of riots, se hacen luego de sucedidos los hechos (no en tiempo real) y en situaciones de laboratorio que jamás logran siquiera imitar los escenarios reales, menos lo que genera una catástrofe. Pero más allá de eso, esos escenario jamás son similares entre sí. Katrina no es lo mismo que Puerto Príncipe y Puerto Príncipe no es lo mismo que Concepción. El tema da para un debate y un análisis mucho mayor. Hay mucha literatura, para todos los gustos, pero prefiero apegarme a las teorías que dicen que la TV ayuda a educar, colabora con la difusión de políticas públicas y agiliza las decisiones de los gobiernos…total, como decía Popper: una teoría que no se pueda refutar es un teoría débil.

Podemos sin duda exigir respeto, un trabajo serio y nada de efectismo… responsabilidad a nuestros canales de TV. Seguro, pero no dejemos de observar el contexto y la importancia que ha tenido la TV en esta catástrofe y en otras. Sin la TV nadie se hubiera enterado de lo que sucedía en el sitio a Sarajevo o la catástrofe de Darfur o incluso de la muerte de los Cisnes de cuello Negro en Valdivia. O que una ciudad como Concepción estaba en el caos y que Constitución estaba por los suelos. Sin la TV, quizás la lentitud del gobierno hubiera sido mayor no sabríamos del drama de miles de chilenos que, como todos sabes, no tiene cuenta en Twitter y probablemente ni siquiera saben que existe. Ahora, muchos dirán que fue la presión de las redes sociales o la repentina sensatez de los editores, que la TV haya comenzado a hacer un giro a la ayuda directa a la gente. Pero no es así, es el ritmo natural de los acontecimientos.

Convengamos que muchas de las críticas vinieron desde cómodos aposentos en el sector oriente de Santiago, en donde se hace más fácil teorizar y «enfrentar» la situación. Pero en la calle había gente que lo había perdido todo, que necesitaban visibilizar su drama, buscar apoyo, solidaridad frente a la ausencia de ayuda y el miedo. La teoría de la visibilidad de Thompson es clara en determinar que «los medios no son sólo instrumentos técnicos», entonces seguir imaginándolos como un manual no sólo no parece razonable, sino desmedido.

Insisto, esto da para un debate mayor. Y habrá que diferenciar el trabajo de las estaciones de TV nacionales, pero pedirle a la TV que tome un rol que las instituciones del Estado olvidaron por un momento, es no entender cómo funciona esta industria. Porque sí, es una industria. Basta con revisar los diarios, los tuits de las radios, las propias radios para saber que la TV seguía la misma pauta de todos los medios. A la TV se le puede pedir responsabilidad, pero no que reemplace a las instituciones de gobierno con los mismos criterios que la autoridad.

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