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El país es así


Se ha publicado una encuesta según la cual el 74 por ciento de los chilenos se opone a HidroAysén. Y no es una oposición «politizada» o políticamente fundada, como algunos creen, sino que es GENERAL. Es cierto que los de izquierda se oponen en mayor proporción, pero LOS DE DERECHA rechazan el proyecto en un 59 por ciento.

Y la razón es, como siempre que se logra un grado de consenso transversal y nacional tan alto, completamente equivocada: «proteger el medio ambiente».

El proyecto de HidroAysén ha sido aprobado justamente porque es la fórmula que mejor se concilia con la protección del medio ambiente, pues no provoca contaminación ni genera «huella de carbono». Además, es la forma de generación más económica.

La represa en sí no deteriora el entorno, no sólo porque ocupa una parte pequeñísima del territorio de Aysén y porque las líneas de transmisión nunca han sido un tema de molestia ciudadana (si lo hubieran sido, las propiedades de Alonso de Córdova no serían de las más caras del país), sino porque genera una represa que dará origen a un lago que en sí constituye un atractivo turístico y no representa un deterioro del paisaje.

¿Por qué el 74 por ciento de los chilenos, que van a ser beneficiados con energía más barata y limpia y que van a poder ir a comprobar «in situ» que el medio ambiente no ha sufrido deterioro, se oponen al proyecto?.

Porque en Chile se forma opinión pública mediante eslóganes simplistas, voceados en desfiles callejeros violentos, los cuales son el objetivo favorito de los canales de televisión. Una imagen vale más que mil palabras. Es decir, un disparate suficientemente filmado y proyectado en las pantallas vale más que mil razones. Porque el común de la gente no se sienta a leer ni a ponderar argumentos sobre la conveniencia nacional de los proyectos, sino que se sienta ante un televisor con un paquete de papas fritas y es un conjunto de receptores pasivos de consignas que todo lo que sabe de los problemas nacionales es lo presentado en un par de minutos del noticiero de la televisión. Lo que ahí aparece es gente vociferando que se va a destruir la naturaleza de la Patagonia por simple afán de lucro de unos señores muy ricos y algo malvados, como dijo monseñor Infanti, obispo de Aysén, que se hizo parte el cliché.

Sin embargo, el proyecto de HidroAysén es tan, pero tan necesario y conveniente para el país que ni siquiera un gobernante como el que tenemos, que está dispuesto a sacrificarlo casi todo con tal de ganar popularidad, no ha podido plegarse al rechazo. Imagínense ustedes cuán grave puede llegar a ser no realizar ese proyecto, que Sebastián Piñera ha renunciado a complacer al 74 por ciento. Con eso queda dicho todo.

Pero ese porcentaje es demasiado grande. Este país es capaz de cometer ese gigantesco disparate. Una mayoría así parece irresistible.

Por eso yo siempre he dicho que el «milagro chileno» no es que se haya podido consagrar acá un modelo de economía libre pasablemente exitoso (para los cánones latinoamericanos), sino es que la mayoría de los chilenos no haya podido en veinte años echarlo a perder por completo, sino sólo parcialmente.

Bueno, ahora esa mayoría de casi los tres cuartos de la gente está probando que no quiere que las cosas dejen de empeorar, y probablemente se imponga.

El único consuelo que se puede tener es el de saber que ese 74 por ciento va a tener que pagar más por la energía eléctrica, va a vivir en un país menos competitivo y de menor desarrollo y va a ser, en general, más pobre que si se hubiera ejecutado el proyecto, y todo eso va a ser muy merecido.

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