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Infantilización de la pobreza: discurso y realidad

Andrea Bentancor
Por : Andrea Bentancor Economista y académica de la Facultad de Economía y Negocios Universidad de Talca, campus Santiago.
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La política pública del Gobierno —el Subsidio al Empleo de la Mujer— dirigida a mujeres del 30% más pobre, apunta bien a ese objetivo. Esta tendrá un costo anual de 100 millones de dólares, según nuestras estimaciones. Coincidentemente, esa es la cifra que el Ministerio de Hacienda asignará en devolución de impuestos cada año a aquellas personas de entre el 5% y el 19% de la población que envíen a sus hijos e hijas a colegios con copago.


Por estos días hemos sido testigos de la intensa polémica suscitada por la propuesta del Gobierno de que personas que se encuentran entre el 5% y el 19% más rico de la distribución de ingresos puedan reducir impuestos, en un monto proporcional al gasto que realizan en escuelas subvencionadas con financiamiento compartido.

Por otra parte, hemos conocido los resultados de Casen 2011 que reflejan altos niveles de pobreza entre niños y niñas, lo que ha encendido también el debate. Ambos temas, aún cuando no resulte tan evidente, están relacionados.

Chile, como pocos países en el mundo, logró en las últimas dos décadas reducir sus indicadores de pobreza en aproximadamente 25 puntos porcentuales. El haber concentrado esfuerzos en los y las más vulnerables explica en buena parte ese buen desempeño. Sin embargo, y a pesar de estos avances, se enfrenta hoy un desafío mayor, que es el de continuar reduciendo los todavía significativos niveles de pobreza que tenemos, especialmente entre los niños y niñas de nuestro país. Este es un problema urgente de abordar puesto que sabemos que los efectos de la pobreza durante la niñez tienen enormes y profundas implicancias futuras.

[cita]La política pública del Gobierno —el Subsidio al Empleo de la Mujer— dirigida a mujeres del 30% más pobre, apunta bien a ese objetivo. Esta tendrá un costo anual de 100 millones de dólares, según nuestras estimaciones. Coincidentemente, esa es la cifra que el Ministerio de Hacienda asignará en devolución de impuestos cada año a aquellas personas de entre el 5% y el 19% de la población que envíen a sus hijos e hijas a colegios con copago.[/cita]

Hoy 24% de los menores de tres años y 23% de los de entre cuatro y 17 años son pobres, ante esas cifras debiéramos detenernos, y reflexionar acerca de qué podemos hacer. Uno de los elementos que posibilitaría mejorar la situación de estos niños y niñas pobres es que sus madres, que en una alta proporción (1 de cada 2) son jefas de hogar, logren insertarse en un trabajo formal, de calidad y con un mejor salario.

La política pública del Gobierno —el Subsidio al Empleo de la Mujer— dirigida a mujeres del 30% más pobre, apunta bien a ese objetivo. Esta tendrá un costo anual de 100 millones de dólares, según nuestras estimaciones. Coincidentemente, esa es la cifra que el Ministerio de Hacienda asignará en devolución de impuestos cada año a aquellas personas de entre el 5% y el 19% de la población que envíen a sus hijos e hijas a colegios con copago.

Cabe entonces preguntarse ¿Qué otras políticas pueden realizarse por los más pobres con 100 millones de dólares? Pensemos exclusivamente en niños y niñas vulnerables. Con recursos similares podría financiarse la matrícula anual a sala cuna de aproximadamente 25.000 menores de 2 años. Alternativamente, podría incrementarse la cobertura en jardines infantiles en casi 34.000 cupos, al tiempo que más de 150.000 escolares podrían acceder al programa 4 a 7 del Sernam (programa de actividades extra-programáticas que funciona en colegios entre las 4 y las 7 de la tarde y que actualmente se encuentra en etapa piloto). Cualquiera de las anteriores, o una combinación de esas tres alternativas, atacaría directamente la pobreza infantil. Estamos hablando de estimulación, cuidado y, en una alta proporción, alimentación de niños y niñas vulnerables. Adicionalmente, las medidas analizadas posibilitarían una mejor inserción laboral de las madres de estos menores. En efecto, mujeres inactivas podrían comenzar a trabajar, acceder a capacitación, desarrollar redes y buscar alternativas laborales. Asimismo, otras que trabajan por cuenta propia o en jornadas parciales podrían intentar cambiarse a jornadas completas, que ofrecen un grado mayor de formalidad.

En esta instancia del debate, vale la pena reflexionar respecto a qué se puede hacer por los niños y niñas pobres con 100 millones de dólares en momentos en que, a pesar del alto crecimiento económico, la pobreza infantil impacta profundamente debido a que no ha logrado reducirse.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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