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La lucidez empresarial de Andrés Santa Cruz Opinión

La lucidez empresarial de Andrés Santa Cruz

Alexander Páez
Por : Alexander Páez Investigador Fundación SOLwww.fundacionsol.cl / @lafundacionsol
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Si para el actual presidente de la CPC los sueldos son sólo para acceder al mercado del trabajo y, en caso que esto sea insuficiente, el gobierno debe prestar ayuda para vivir dignamente. Esto quiere decir, afirmativamente, que los empresarios no ayudan a vivir dignamente.


El miércoles 20 de marzo, en pleno día de la felicidad, el gremio más relevante de los empresarios, la Confederación de la Producción y Comercio (CPC) ha elegido a su sucesor. Se trata de Andrés Santa Cruz, empresario agrícola cercano al gobierno y fuertemente vinculado a Juan Andrés Fontaine, ex ministro de economía.

Como señal de buenas intenciones, salió a dar muestras de lealtad y compromiso señalando que “el sueldo mínimo no es un tema ético, porque si lo fuera probablemente los sueldos tendrían que ser mayores y aquí lo que tenemos que tener son sueldos que permitan a la gente acceder al mercado del trabajo. Cuando hay problemas y los sueldos no alcanzan ahí debe venir el rol del gobierno de dar otro tipo de beneficio para que la gente pueda vivir dignamente”.

Lo interesante de esta frase, nacida de la más profunda convicción de un país católico en el cual su propia Iglesia ha declarado el componente ético de los salarios, es que sintetiza de forma coherente, simple y directa al mentado “modelo”. ¿Por qué?

[cita]No es cualquier empresario, cumple un rol político de dirigente de los empresarios. Diríamos que representa a la “clase empresarial”. Y como dirigente, al momento de plantear que el “salario mínimo no es un problema ético”, está dando una señal política al país. No es contra los trabajadores, pues ellos plantean un tema “económico” y “doméstico”. Tal salario no alcanza para vivir. Hay pocas cosas tan económicas como esas.[/cita]

Por razones políticas diferentes, esto devela la contradicción entre la élite ligada a un pensamiento socialcristiano y la élite empresarial. El pensamiento socialcristiano, desde el Papa León XIII, que nace al alero de la “cuestión social” del siglo XIX, apelaba de forma contundente a detener “los excesos y abusos” de los procesos de industrialización y proletarización para que no llevaran al extremo de una insurrección popular. La ideología de tal insurrección popular en aquel momento se llamaba “socialismo”.

El historiador Luis Vitale, en su libro Esencia y Apariencia de la Democracia Cristiana, cita a uno de los principales teóricos chilenos del socialcristianismo Juan Castillo. Éste señala que “el marxismo suprime de la causalidad histórica el factor moral” y reduce todo hecho “al juego de los factores económicos ajenos a la moral”. Es así como, de forma antagónica, para el socialcristianismo “el acto moral representa la perfecta unión de la teoría y la práctica (praxis)” y que “la tarea política cristiana no es otra cosa que la praxis cristiana llevada al campo de la actividad social”.

Como expresión actualizada de tal pensamiento, el 27 de septiembre del 2012, el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal, hizo pública su carta llamada “Humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile”. En ella se planteaba de forma elocuente: “Se ha pretendido corregir el mercado con bonos y ayudas directas descuidando la justicia y equidad en los sueldos, que es el modo de dar reconocimiento adecuado al trabajo y dignidad a los más desposeídos. Hoy escandalosamente hay en nuestro país muchos que trabajan y, sin embargo, son pobres”.

Si para el actual presidente de la CPC los sueldos son sólo para acceder al mercado del trabajo y, en caso que esto sea insuficiente, el gobierno debe prestar ayuda para vivir dignamente. Esto quiere decir, afirmativamente, que los empresarios no ayudan a vivir dignamente.

Sin embargo, para el pensamiento social cristiano original la ausencia de ética es parte del pensamiento marxista, al que se le atribuye ser la ideología de la insurrección popular. Pero es un empresario, precisamente, quien plantea el hecho de la ausencia de ética en los fines económicos. ¿Se trata de un empresario marxista o Marx tenía razón en relación a que no deba trasladarse el tema ético a lo económico? ¿El empresario devela un hecho evidente, fáctico o es un “inmoral”, tal cual lo plantea la Iglesia Católica actual?

No es cualquier empresario, cumple un rol político de dirigente de los empresarios. Diríamos que representa a la “clase empresarial”. Y como dirigente, al momento de plantear que el “salario mínimo no es un problema ético”, está dando una señal política al país. No es contra los trabajadores, pues ellos plantean un tema “económico” y “doméstico”. Tal salario no alcanza para vivir. Hay pocas cosas tan económicas como esas.

Los datos así lo dicen, y de hecho, el empresario así lo reconoce. Por lo tanto, discute con el pensamiento socialcristiano que aún permea algunos sectores de la élite, sobre todo la Iglesia Católica. Pero esto sería muy simple, el tema es por qué lo hace públicamente. Este pensamiento que anula lo ético, plantea una paradoja fundamental. Si tomamos en serio el hecho de que los trabajadores y el empresario están de acuerdo que esto no es ético sino que económico, lo que está en juego para el empresario es lo económico propiamente tal. A la Iglesia, la ubica en su posición de garante moral, y al gobierno lo ubica como brazo político y técnico para sostener a los trabajadores que “no les alcanza para vivir dignamente”, tal cual él textualmente lo plantea.

Por lo tanto, “lo económico” de forma totalmente paradójica es así puesto en cuestión por el mismo empresario. Su matriz se funda en que ellos pagan sueldos indignos y que no alcanzan para vivir y que el gobierno, por medio del Estado, debe permitir “la dignidad”. Como el tema no es “la dignidad” ni tampoco “la inmoralidad de los bajos salarios”, el punto es que el gobierno dé la batalla “comunicacional” e “ideológica” de que los salarios han aumentado, que el país crece y que todo está bien. El que queda más mal parado no es Andrés Santa Cruz, sino que son los gobiernos que durante 22 años (DC; PS-PPD y RN-UDI) han sido los portavoces de los empresarios que, tal como lo reconoce el presidente de la CPC, saben que los salarios que pagan son bajos e indignos.

Los resultados están a la vista, tal cual lo plantea la Iglesia en su Carta: “Es natural que en este cuadro los menos favorecidos en el presente se sobreendeuden hasta lo inhumano para participar del producto del desarrollo, destruyendo por ese camino el bienestar familiar e hipotecando su futuro. Se trata de una nueva forma de explotación que termina favoreciendo a los más poderosos y aislándonos (p. 7)”.

De esa forma, queda revelado el hecho de que la discusión sobre el salario mínimo es una discusión económica, y que el actor económico mayoritario que corresponde a los 7,7 millones de trabajadores quedaría fuera del reconocimiento económico del empresario, y sólo, son participes de la caridad del Estado o de la Iglesia. La mayoría social no tiene relevancia económica y sólo existe en la medida que preocupe su accionar político. Andrés Santa Cruz, empresario agrícola, ha dado en el clavo. La discusión del salario mínimo es política, es la visión de la política económica lo que está en entredicho, y revela así, el carácter ideológico, circunstancial y de poder que tiene el modelo económico actual. Gracias a él, hemos comprendido que no es una verdad, sino una premisa política de un actor económico particular.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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