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Coreas, de misiles y amenazas

Cristian Leyton
Por : Cristian Leyton Profesor Civil Academia de Guerra del Ejército. Investigador Asociado Centro de Estudios Estratégicos ANEPE.
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a respuesta posible de los EE.UU. es llevar a cabo lo que se denomina una guerra anticipatoria. La única forma efectiva de detener un misil, es hacerlo antes que sea lanzado —aunque Israel ha hecho grandes avances en la búsqueda por neutralizarlos ya en órbita balística. La destrucción de un misil balístico —intercontinental—, en su plataforma de lanzamiento, es la opción más realista, pero lejos aquella que abre, de par en par, las puertas a una guerra total.


El llamado progreso en el “Arte de la Guerra” posee ciertos hitos cuyos posibles efectos quedan hoy al descubierto en la crisis de la Península Coreana. Uno de los mayores objetivos de los pensadores del llamado, para bien o mal, “Arte de la Guerra” ha sido la búsqueda por hacer siempre más vulnerable al oponente.

La anti-relación, si podemos así denominarla, entre la espada y el escudo, por ejemplo, reflejaba la lucha constante por ser capaces de defenderse pero a la vez de hacer vulnerable al otro. A la flecha o la espada respondió el arnés blanco (francés), una malla metálica que debía impedir la penetración de dichos medios letales, y la herida de muerte del guerrero. Al castillo medieval se le aparecieron los cañones, al actual misil, los sistemas antimisiles balísticos tácticos o estratégicos (intercontinentales). Y así continúa, hasta hoy, esa lucha constante entre la “espada y el escudo”.

Los misiles constituyen hoy el reflejo de otro capítulo de la historia humana relatada a través de la evolución y revolución de los armamentos. El misil es un vector con capacidad de expedición de cargas letales a grandes distancias, en muy poco tiempo. Este patrón de características también forma parte de la lucha anteriormente descrita, pero esta vez empecinada en buscar y encontrar la forma de hacer vulnerable, ya no solo las capacidades bélicas del adversario o enemigo, sino que también del esfuerzo de guerra civil que, en principio, sostiene y rinde apoyo a las militares en el campo de batalla. Un campo de batalla que desde el momento en que Napoleón inaugura el llamado “pueblo en armas”, incluye a todas las fuerzas vivas de la nación.

Otro hito asociado a lo que será conocido como la “Guerra Total” estará dado por un cambio introducido, antes de la Primera Guerra Mundial por el italiano Giulio Douhet: dominio del aire. Frente a la expansión del campo de batalla, el control del espacio aéreo se hace vital para lograr la llamada victoria. El misil, logrará, por sus capacidades y características únicas, erigirse como el medio militar que logrará, quizás hasta hoy en día, hacer completamente vulnerable a las capacidades de defensa militares del adversario.

El misil puede penetrar cualquier medio de defensa pasivo, e incluso la mayor parte de los activos (sistemas antimisiles). Los misiles son, per se, y bajo ciertas condiciones, un arma desestabilizadora de los equilibrios militares, un arma de terror, en especial si están asociadas a capacidades de destrucción masiva.

Hoy observamos los eventos en la Península Coreana —también en el Medio Oriente. Pyongyang basa su capacidad militar sobre dos bases. La primera, un ejército masivo, al más estilo soviético cuyo principal objetivo sería transformarse en una “arrolladora” sobre la Zona desmilitarizada y más allá.

El segundo, el desarrollo no solo de misiles balísticos, sino que de cargas de destrucción masiva, la nuclear. Corea del Norte apuesta por el llamado binomio misil-carga nuclear como un medio de disuasión total.

Un aspecto central en la lógica expuesta dice relación con las características de los misiles. Para que estos tengan un efecto militar real deben ya sea estar asociado a cargas de destrucción masivas o ser misiles “inteligentes”. Los vectores de Pyongyang no son inteligentes, en el sentido que su círculo de probabilidad de error (CEP) es demasiado alta, ósea no poseen la suficiente capacidad de precisión para lograr la destrucción de sus objetivos bélicos. Por la razón anterior, ellos apostaron a desarrollar lo nuclear-militar a fin de asociarlos a los vectores balísticos. Este es el principal peligro del arsenal norcoreano.

La respuesta posible de los EE.UU. es llevar a cabo lo que se denomina una guerra anticipatoria. La única forma efectiva de detener un misil, es hacerlo antes que sea lanzado —aunque Israel ha hecho grandes avances en la búsqueda por neutralizarlos ya en órbita balística. La destrucción de un misil balístico —intercontinental—, en su plataforma de lanzamiento, es la opción más realista, pero lejos aquella que abre, de par en par, las puertas a una guerra total.

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