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La ¿incertidumbre? del voto voluntario y la presidencial

Alejandro González-Llaguno
Por : Alejandro González-Llaguno Sociólogo, analista político y encuestólogo.
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Han terminado las primarias y se abre una nueva fase política. Surge, por tanto, una pregunta: ¿qué efectos tienen los resultados de la primaria en este escenario que emerge?

La Sorpresa. Los tres millones de electores sorprendieron a políticos y analistas. La cifra que circulaba giraba en torno al 10% del padrón electoral; 1.3 millones. Yo, en particular hice un proyección que oscilaba entre 1.2 y 1.7 millones con una cifra promedio en torno a 1.4 millones de electores. Quede corto; del mismo modo, como todos los que hicieron proyecciones –incluidos, los analistas más respetados-. Sólo el diputado Auth tuvo un gran acierto al pronosticar la cifra que, finalmente, se manifestó. En la municipal, la sorpresa fue: que votara poca gente; y en la primaria, la sorpresa fue: que votará más de lo esperado -¿mucha gente?-.

Se ratifica, por tanto, que el voto voluntario con inscripción automática genera alta incertidumbre; sobre todo, cuando la gran mayoría de los nuevos electores no se han pronunciado. En dos elecciones, encuestas, analistas y políticos no han acertado en torno a la participación ciudadana que se iba manifestar en dichos procesos electorales. Entonces, ¿cuántos van a votar en noviembre?

Se ha insistido en estos días que 10.4 millones de electores no se pronunciaron en la primaria y que 7.6 millones no lo hicieron en la municipal. Sin duda, una cifra que puede definir una elección; y, que todos salen a buscar con la intención de revertir la actual correlación electoral de fuerzas: ¿serán exitosos?

No obstante, hay que tener en cuenta que de ese “voto flotante” –manifestado como abstención-sólo es desconocido el comportamiento electoral  de los nuevos inscritos; es decir, de 5 millones de electores. Con la inscripción automática el padrón pasa de 8.3 millones a 13.4 millones.

En la municipal pasada votaron 5.8 millones de electores. La cifra muestra que los nuevos electores –principalmente jóvenes hasta 29 años- no concurrieron a las urnas de modo mayoritario. Es más, de los antiguos electores –que estaban obligados a votar- no concurrió a las urnas 1.5 millones. Con las primarias ocurrió el mismo fenómeno. Los nuevos inscritos no fueron a votar y de los antiguos no fueron más de 4 millones.

En consecuencia, la incertidumbre esta focalizada en los electores que se incorporaron al padrón por efecto de la inscripción automática que alcanza a los cinco millones de electores.
Surge, por tanto, una segunda incertidumbre: ¿por cuál opción presidencial se manifestaran?  Sin duda, se trata de una muy significativa cantidad de votos. La pregunta es, por tanto, ¿puede algún sector político o candidato presidencial atribuirse una cuota –mayor o menor- de esos votos potenciales?

Dadas las características de la actual coyuntura, este “cuerpo electoral desconocido” no debería cambiar de modo significativo la correlación electoral de fuerzas vigente en el Chile de hoy. Es más, un padrón depurado –al eliminar los muertos y los que viven fuera de Chile- debería bajar de 13.4 millones a 12 millones. En consecuencia, esa masa desconocida se reduce a un poco más de 3.5 millones.

Por tanto, no hay razones estadísticas ni políticas que indiquen que eso electores cuando se manifiesten lo harán de forma significativamente diferente hasta como lo han hecho en el último tiempo. Lo más probable, es que los desencantados sigan desencantados –y no voten-, los alternativos sigan alternativos y los duopolicos sigan duopolicos.

La hipótesis, por tanto, que se podría plantear es que con el voto voluntario, ha sido la derecha la que se ha visto perjudicada.

Resultados y efectos. El triunfo de Bachelet y de la Nueva Mayoría fue arrollador; a nivel de pactos 73% contra 27% es una distancia muy apreciable. El famoso “tres de cada cuatro” es una diferencia que no es fácil remontar. Es, sin duda, casi irremontable. A su vez, la sola candidatura de Bachelet se manifiesta como imbatible. Al interior de su pacto supera al segundo en 60 puntos porcentuales y casi triplica la suma de sus competidores internos. En relación al oficialismo, con Longueira tiene casi 40 puntos porcentuales de distancia y el doble de puntos con el pacto de gobierno. La gran ganadora, en definitiva –y sin lugar a engaño- es Bachelet. El escenario presidencial que se abre, sin duda, se define de modo relevante con este dato.

La derrota de Orrego, el  segundo lugar de Velasco y el triunfo de Longueira tienen, también, sus propios efectos de poder. En esa dirección, es interesante observar que la suma de Velasco y Allamand alianza el 22.8% de las preferencias. Si agregamos la votación de Orrego, llegamos al 29.2%. Lo significativo para el sistema político en general y el sistema de partidos en particular es la potencialidad que tiene el liberalismo chileno para convertirse en una fuerza política importante: ¿hay espacio ideológico y político para la confluencia y articulación orgánica del liberalismo de derecha, de centro y de izquierda?

Finalmente, la confirmación y consolidación de la hegemonía gremialista al interior de la derecha chilena es otro resultado relevante a corto plazo –escenario presidencial-, mediano y largo plazo. Se abre, en el oficialismo un proceso de reacomodo que tiene en la plantilla parlamentaria su primera batalla. En los últimos días hemos visto como desde RN en tono de lamento y molestia se ha escuchado –nuevamente- que desde el gobierno no han sido bien tratados. Es decir,  tiene poco peso político.

Los resultados de la primaria, por tanto, vienen a consolidar un escenario electoral que se ya se manifestó en la municipales de octubre cuando el oficialismo fue derrotado de manera contundente y en las sucesivas encuestas que se van conociendo. Este hecho, unido a la demanda por “inclusión”, a la movilización social-ciudadana,  a los bajos niveles de aprobación del Presidente y del gobierno y al “factor Bachelet”, genera las condiciones políticas y electorales para ganar la presidencial, hacerlo en primera vuelta y lograr una cantidad significativa de doblajes.

Entonces, ¿qué efectos tendrán estos resultados sobre la presidencial en un escenario de voto voluntario en el que no se han pronunciado 5 millones de electores?; ¿qué tendría que pasar para que Bachelet pierda el posicionamiento que tiene desde marzo del 2010 y que ha ido ratificando día a día, elección en elección y encuesta en encuesta?

Insisto, por tanto, en la hipótesis de que no hay razones estadísticas, políticas ni electorales que permitan pensar que la población que no participa en las votaciones, podría eventualmente, optar por las opciones no duopolicas –MEO, Marcel, Parisi y otros- en una proporción que ponga en jaque el predominio del “factor Bachelet”. O incluso, que apoye mayoritariamente a Longueira.

¿Qué conclusiones nos dejan los resultados de las primarias?

La principal conclusión es que Bachelet, de no mediar un accidente político ganará la presidencial de noviembre. Luego, independientemente, del resultado parlamentario –medido en escaños- desde marzo del próximo año se ponen en marcha política y legislativamente el “programa de la inclusión” que tiene tres ejes fundamentales: Reforma Política, Reforma Tributaria y Reforma Educacional. No hay que olvidar, que Bachelet –hace varias semanas- dijo que el primer proyecto que enviara al Congreso será el que convierte a la educación en un derecho.

Ante, este escenario, la derecha pone en marcha estrategias defensivas que le aseguren no sólo cuotas de poder al interior del congreso; y de ese modo, limitar y frenar  la ofensiva de la “Nueva Mayoría”, sino también evitar perder en primera vuelta. Deben, por tanto, defender el modelo en un escenario de debilidad política y electoral.

No obstante, siempre hay posibilidades de revertir las derrotas, sobre todo, cuando el gremialismo es el adversario y hay una “moderada incertidumbre” electoral por efecto de que hay 5.5 millones de electores que no se ha pronunciado. Para la UDI “nada es imposible”. A la UDI le gusta “sorprender a Chile”. La UDI con Lavín estuvo a 30 mil votos de ganarle a un “aparente” invencible Lagos. Longueira siempre le ha ganado a las encuestas. Longueira nunca ha perdido una elección. Pero, siempre hay una primera vez.

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