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El mito detrás de «Chile país de Emprendedores»

Pablo González z
Por : Pablo González z Pyme INNOVACIÓN. Salazones y Ahumados Patagonia S.A.
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No cabe duda que los países que han alcanzado el desarrollo de la mano de la Innovación han sido aquellos que han dado forma a economías inclusivas que han abierto caminos a los proyectos de excelencia, no siendo una imposición que los mismos tengan su origen en las élites tradicionales ni que los nuevos emprendedores necesiten ser parte de las redes políticas afines al gobierno de turno.


«Recientemente, un estudio del Global Entrepreneurship Monitor (GEM) ha revelado que Chile tiene la tasa de emprendimiento más alta del mundo, alcanzando el 23,4 % de la población económicamente activa del país. Esta cifra es extraordinaria si se compara con Estados Unidos, con un 12,8%, y con el promedio de los países de la OCDE, con un 8%» (pág. 36 del libro Construyendo un país de Emprendedores, de Hernán Cheyre V.). Por otro lado, el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, ha comentado sobre las actuales cifras de desocupación: “’Estamos cerca del pleno empleo’… destacó que la economía sigue creando nuevos puestos de trabajo pese a la reciente desaceleración en la actividad” (La Tercera 31/01/2014).

La anterior paradoja del modelo chileno, que revela que nuestro país triplicaría los índices de emprendimiento de los países de la OCDE, es decir, de las economías más desarrolladas del planeta, y que hemos conseguido llegar al borde del pleno empleo en medio de una crisis económica de carácter global, sólo puede tener una explicación y es que nuestras autoridades estén comparando en forma intencionada peras con manzanas y encubriendo una suma de graves problemas que tiene que ver con los más jóvenes. Los anteriores indicadores  que representarían el éxito económico de las actuales autoridades de gobierno no resultan en nada creíbles, ya que durante el año 2013 nuestro país cayó 7 lugares en el Índice Mundial de Innovación, bajó de su pobre lugar 39 al número 46, indicador que mide si las economías se encaminan o no al desarrollo, o sea, si avanzan en su capacidad productiva de bienes y servicios de mediana y alta complejidad.

[cita]No cabe duda que los países que han alcanzado el desarrollo de la mano de la Innovación han sido aquellos que han dado forma a economías inclusivas que han abierto caminos a los proyectos de excelencia, no siendo una imposición que los mismos tengan su origen en las élites tradicionales ni que los nuevos emprendedores necesiten ser parte de las redes políticas afines al gobierno de turno.[/cita]

Los dos destacados indicadores del modelo chileno del que se jactan nuestras autoridades –tasa más alta de emprendedores del mundo y casi pleno empleo–, al no responder a una economía que avanza a pasos agigantados a convertirse en un país desarrollado, podría tener su explicación en el espectacular negocio que representa la educación superior en Chile para sus inversionistas y directores, y de la que son víctimas miles de familias chilenas. El sector universitario es una parte importante de la economía chilena, pues representa un 2,05 % del PIB (unos cuatro mil millones de dólares, lo que lo hace un sector muy atractivo para los grupos con poder económico y social), y explicaría de pasada por qué fue el sector que generó más empleo durante el año 2013.

El corazón del masivo negocio de la Educación Superior en Chile no cabe duda que se sostiene en una campaña de alimentación de expectativas de carácter especulativo –en otras palabras, es una burbuja–, puesto que no tiene ninguna relación con algún aumento inusual de la demanda de empleo de mayor calificación profesional que pudiera estar necesitando la vieja economía o los nuevos emprendedores del Chile poseedor de la tasa de emprendimientos más alta del mundo, que publicita el Sr. Hernán Cheyre.

La publicidad es la que alimenta la burbuja de la Educación Superior, el marketing ilusiona acerca de que quienes contraten endeudamiento en educación estarían en la posibilidad de dar un salto de su condición socioeconómica de origen. Lo anterior  explicaría que el 70% de los «clientes» de este negocio sean hijos de familias que corresponden a la primera generación que tiene acceso a ella, según porcentaje reconocido por el Rector de la Universidad Diego Portales, don Carlos Peña. Las cifras del Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo (Cenda), en 2009, ya indicaban que los planteles privados invertían MM$ 22.625 en publicidad, mientras que únicamente MM$ 6.750 en becas.

Después de unos años la realidad es trágica en nuestro país, ya que miles de profesionales con diplomas en mano descubren en forma dramática que el abundante campo laboral con que los ilusionaron es extremadamente limitado, y que la mejor oportunidad laboral, cuando la consiguen, no sea otra que el agregarse como profesionales a honorarios en las instituciones del sector público –a la fecha deberíamos ser el Sector Público con más profesionales a honorarios y contrata del mundo, precariedad laboral que da para otro análisis–, y si lo anterior no les resultara posible, no tienen otra salida que recurrir en forma masiva a la precariedad de ingresos asociada a «emprendimientos por cuenta propia «, que encubren los dos índices espectaculares del que se jactan nuestras autoridades.

Los «miles de emprendimientos por cuenta propia», en su mayoría  corresponden a «empresas o negocios de papel» que sólo poseen un RUT y/o corresponden a micro y pequeñas empresas que sobreviven en la precariedad económica en el área de servicios y comercio, ya que las mismas tienen una casi nula presencia en los rankings asociados a innovación de productos de impacto global o a negocios surgidos por patentes asociadas a conocimiento de última generación. Su proliferación masiva daría cuenta del dramático porcentaje que muestra hasta ahora la burbuja de la Educación Superior en Chile, esto es, el 23,4 % de la población económicamente activa del país.

Peor aún, en nuestra principal institución dedicada al fomento a la innovación, a la Investigación y Desarrollo, y nuevos emprendimientos, como es CORFO, cuenta con cerca de mil millones de dólares para el anterior propósito y, aunque corresponden a platas públicas, su mayor porcentaje está centrado en favorecer con financiamientos desproporcionados a los «nuevos emprendimientos» que forman parte de las redes sociales de la pequeña élite económica de nuestro país, mientras la gran mayoría de los pequeños emprendedores, rodeada de una enorme burocracia, recibe migajas.

No cabe duda que los países que han alcanzado el desarrollo de la mano de la Innovación han sido aquellos que han dado forma a economías inclusivas que han abierto caminos a los proyectos de excelencia, no siendo una imposición que los mismos tengan su origen en las élites tradicionales ni que los nuevos emprendedores necesiten ser parte de las redes políticas afines al gobierno de turno.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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