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¿Cuántos y quiénes somos las personas del agua?


Quizá vale la pena señalar que esta columna está escrita por una persona que integró una de las cuatro columnas de la marcha por el agua que trajo al centro del poder en Santiago una nueva visualización sobre el tema de norte a sur del país. No resulta superfluo añadir que lo hago desde mi calidad de activista ambiental y filósofo. Ambas personalidades se dan sin distinción y lo hago ver porque no se trata de teoría y práctica, de pensar y hacer, de modelo y aplicación, sino de una praxis donde el discurso no constituye en objetos lo que piensa, no los separa y observa, mientras lo que se hace dice lo que se piensa.

Hay una cuestión en los actos políticos de ocupación del espacio público como calles, plazas y ciudades que nos parece determinante: ¿Cuántos miles o cientos de miles de personas juntó la segunda marcha nacional por el agua en Santiago? ¿Muchos o pocos? ¿Qué significado social y político ha tenido y tendrá esta segunda marcha 2014? ¿Vamos a aumentar nuestra influencia sobre las prioridades en la agenda política nacional? (en la derogación del código de aguas de 1981 y su reemplazo en la tramitación pronta de una Ley de protección de glaciares, por ejemplo).

La ocupación de los espacios públicos, la manifestación ciudadana y la presión directa, apuntan al gobierno, al parlamento, a una asamblea constituyente o a ciertos ministerios y servicios públicos como la Dirección General de Aguas y el Sistema de Evaluación Ambiental. ¿Cuántos, entonces? Tanto la prensa de radio Cooperativa como de El Dínamo (medios que más bien simpatizan con estas movilizaciones) hablan de “cientos” de personas en sus columnas. Cientos, sin duda, es poco. En el caso de la columna oriente, donde caminé, entrando a plaza Baquedano (o plaza  Italia para la voz popular), éramos alrededor de 500. En el Parque Almagro, lugar de confluencia de las cuatro columnas y de la convocatoria al acto público, fuimos sin duda miles, basta revisar imágenes del parque. Pero, volvemos a lo mismo, ¿cuántos?

Lo que propongo en esta reflexión es que si bien es importante saber cuántos asisten a las  movilizaciones del agua, lo más importante es quiénes son los que asisten. Entonces, ¿quiénes marchamos? Lo que pasa es que hay una diferencia sociopolítica entre “movimientos de masas” –que son urbanos, modernizadores- y “movimientos comunitarios”, donde el lugar, el territorio y la comunidad son el centro de la convocatoria.

En los movimientos de masas lo político cuando es ciudadano tiende a funcionar como representación en los movimientos comunitarios en asambleas (no como casiquismo). La marcha del agua del 26 de abril pasado se distingue por quiénes caminaron y se juntaron, mucho más que por la cantidad de personas que había. Fuimos mayoritariamente personas de comunidades locales, que hablan de asuntos reales y no de ideologías abstractas de lo social.

También éramos personas de la gran metrópolis urbana de Santiago. Porque las comunidades políticas aparecen como “barrios”, comunas y personas de Santiago que enfrentan por estos días problemas concretos de agua: dos mega proyectos mineros e hidroenergéticos  que amenazan el adecuado abastecimiento de agua para miles de personas.

El agua industrializada, esa que “sale de la llave”, comienza a no estar “asegurada”. Andina 244 y Alto Maipo son amenazas concretas de destrucción de glaciares y de perturbaciones generales en el régimen de aguas de la cordillera vecina a Santiago, además  prometen destruir la biodiversidad, humedales y fauna nativa que observamos en paseos santiaguinos y que encontramos a pocos minutos, así como tierra limpia y aire fresco, tan necesarios y un alivio contra la contaminación del alma urbana.

La naturaleza está viva y ello importa más que cuánto vale o cuánto renta.

(*) Texto publicado en El Quinto Poder.cl

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