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¡Dejen de crisparnos! Opinión

¡Dejen de crisparnos!

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Patricia Politzer
Por : Patricia Politzer Periodista y ex Convencional Constituyente.
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Mientras Bachelet busca llevar adelante reformas que pongan el acento en las personas y vayan disminuyendo las desigualdades, otros siguen defendiendo ese modelo que sólo ve números, insistiendo en que el mercado puede chorrear bienestar por más que los resultados en educación, salud y transporte digan lo contrario.


La semana pasada, ante dirigentes empresariales, los ex presidentes Ricardo Lagos y Sebastián Piñera pidieron terminar con “el clima de crispación” y a “creer en el diálogo”. Pero para muchos el enervamiento (palabra usada por el ex Presidente Lagos) debe ir en aumento.

Analicemos sólo algunos hechos de los últimos días. El martes recién pasado nos enteramos que la DC y la Iglesia Católica “hacen frente común para enfrentar reforma educacional” (titular de La Segunda, no es mi responsabilidad la redundancia). En la radio escuché que ese “frente común” era “para impedir excesos” de la reforma

Leí con detención la declaración de la Conferencia Episcopal, si bien recoge el sentimiento de “angustia” y “desánimo” que existe en ciertas comunidades educativas, en ninguno de sus párrafos se plantea contra la reforma ni habla de excesos. Más aún, señala su convicción en la urgencia de una transformación en la educación especialmente para las personas más vulnerables. “Es imprescindible la construcción de un sistema más equitativo y el fin de la segregación social desde la base, favoreciendo mayores grados de integración e inclusión”. Es decir, la Conferencia Episcopal pide lo mismo que está reclamando la mayoría de los chilenos y que el gobierno intenta llevar adelante.

[cita]Hubo más en estos pocos días. La Presidenta Bachelet anunció que el embarazo dejó de ser una peste que había que declarar como preexistencia ante la Isapres. En vez recibir una ovación unánime –especialmente de los movimientos llamados “pro vida” y “pro familia” que suelen ser tan activos frente al aborto–, ahora tendrá que lidiar con las Isapres que pretenden subir los planes. Y por si alguien no entendió cuál era el problema, el economista Sergio Melnick lo explicó sin remilgos: las embarazadas son un cacho similar a un auto chocado. Esto sí que es para provocar convulsiones (también sinónimo de crispaciones).[/cita]

La Iglesia alabó la gratuidad y la vigilancia para que los recursos del Estado en educación se utilicen “única y exclusivamente con este fin”. Lo que de verdad pidió la Iglesia Católica fue un gran acuerdo para impulsar la reforma de manera gradual. ¿Alguien podría no estar de acuerdo?

Sin embargo, muchos ni se enteraron de estos planteamientos porque ya estaban sulfurados (sinónimo de crispados) al enterarse del “frente común” y escuchar algunas declaraciones al respecto.

Para seguir irritándose (otro sinónimo de crispándose): cuando recién se aprobaba en general el Presupuesto de la nación para 2015, la derecha anunció que votará en contra de las partidas de educación y transporte, dos áreas especialmente sensibles para la ciudadanía en su conjunto. Sin duda que el proyecto puede perfeccionarse pero la oposición no está planteando ninguna mejora, sus voceros simplemente emiten opiniones estridentes sabiendo que la Nueva Mayoría no requiere de sus votos para aprobar esta ley. El resultado no es otro que incrementar la rabia ambiente frente al sistema político, lo que sin duda debilita a nuestra democracia.

Hubo más en estos pocos días. La Presidenta Bachelet anunció que el embarazo dejó de ser una peste que había que declarar como preexistencia ante la Isapres. En vez recibir una ovación unánime –especialmente de los movimientos llamados “pro-vida” y “pro-familia” que suelen ser tan activos frente al aborto–, ahora tendrá que lidiar con las Isapres que pretenden subir los planes. Y por si alguien no entendió cuál era el problema, el economista Sergio Melnick lo explicó sin remilgos: las embarazadas son un cacho similar a un auto chocado. Esto sí que es para provocar convulsiones (también sinónimo de crispaciones).

Las palabras de los ex Presidentes parecen haber caído en el vacío. Y es que los tiempos están para crispaciones y el diálogo es difícil cuando lo que está en juego es de la esencia de lo que cada uno defiende.

Mientras Bachelet busca llevar adelante reformas que pongan el acento en las personas y vayan disminuyendo las desigualdades, otros siguen defendiendo ese modelo que sólo ve números, insistiendo en que el mercado puede chorrear bienestar por más que los resultados en educación, salud y transporte digan lo contrario.

Eso es lo que ocurre con la educación cuando se promueve la incertidumbre a través de mitos que no están y nunca estuvieron en la reforma. Es lo que sucede cuando, en vez de plantear de una buena vez una solución viable a nuestro colapso urbano, se buscan dividendos políticos de corto plazo. Es lo que pasa cuando se compara a una mujer embarazada con un auto chocado. Por favor, ¡dejen de crisparnos!

Y vamos viendo cómo cumple Michelle Bachelet con la promesa de hacer un país más igualitario, que para eso la votó la mayoría. Que no se nuble La Moneda con tanta crispación.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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