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Nicolás Sarkozy y su retorno a la política, una especialidad francesa

Florent Sardou
Por : Florent Sardou @FlorentSARDOU Analista Internacional – Historiador Máster en Historia contemporánea; Universidad de Toulouse - Francia. Twitter: @FlorentSARDOU flosardou@gmail.com
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Los franceses están asustados y desesperados por el declive político y económico de su país. Por lo mismo, el concepto de “hombre providencial” toma quizás más fuerza hoy día. Sin solución a la vista, muchos desean depositar su esperanza en un “superhombre”, un “salvador de la patria”.


6 de mayo de 2012. Después de su derrota frente a François Hollande, Nicolás Sarkozy pronunciaba estas palabras: “Mi lugar ya no podrá ser el mismo… Mi compromiso en la vida pública de mis país, será ahora diferente”.

29 de noviembre de 2014. Nicolás Sarkozy es elegido nuevamente Presidente de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), principal partido de derecha francés. No pudo aguantar más de 2 años y medio para volver oficialmente a la política. Con este logro cumplió la primera etapa de su estrategia para reconquistar el Palacio del Elíseo en 2017.

A diferencia de otros países de larga tradición democrática, Francia se distingue por tener hombres políticos que no creen que una derrota signifique el retiro para siempre de la vida pública. La gran mayoría, por el contrario, decide volver después de una ausencia más o menos larga. Ejemplo de esto es el retorno de Napoleón durante Los Cien Días en 1815, el regreso del General de Gaulle en 1958 y últimamente el de François Mitterrand, quien logró ser elegido Presidente en 1981, 23 años después de su último cargo gubernamental. La personalización del poder político en el país galo es fuerte y hasta las instituciones permiten la permanencia e incluso la resurrección de los hombres políticos.

¿Por qué?

Explicación histórica, primero. A pesar de ser un sólido país democrático, Francia fue durante 1300 años una monarquía absoluta y de derecho divino en la cual el rey era considerado como el padre de sus súbditos. La personalización y centralización del poder permitió unificar a Francia, un país en el cual coexistían varias naciones con culturas muy distintas (Bretaña, Provenza, País Vasco, Alsacia…). Hoy, la Constitución francesa de la Quinta República, heredera de esta larga tradición, otorga poderes casi monárquicos al Presidente; así el artículo 16 de la Carta Fundamental autoriza a la máxima autoridad a suspender las instituciones de la República e instalar de facto una dictadura. También, herencia directa de la monarquía absoluta, el Presidente francés puede conceder indultos a personas condenadas por la justicia.

[cita] Los franceses están asustados y desesperados por el declive político y económico de su país. Por lo mismo, el concepto de “hombre providencial” toma quizás más fuerza hoy día. Sin solución a la vista, muchos desean depositar su esperanza en un “superhombre”, un “salvador de la patria”.  [/cita]

Por las epopeyas que jalonan su historia, los galos tienen una visión heroica del poder. En su último libro (Come back! ou l’art de revenir en politique), el historiador francés Christian Laporte explica que los franceses admiran a los hombres políticos indestructibles, los que saben enfrentar una derrota para luego tomar su revancha (Napoleón, De Gaulle). El retorno de Sarkozy en este sentido es fiel a la mitología de la política francesa.

A diferencia del PP y PSOE en España, de la CDU y del SPD en Alemania o del Partido Laborista y del Partido Conservador en el Reino Unido, los grandes partidos franceses no tienen muchos años de existencia y logran protagonismo sólo cuando tienen un líder indiscutible a su mando por un largo tiempo: François Mitterrand para el Partido Socialista, Jacques Chirac para el RPR y Nicolás Sarkozy para la UMP.

Explicación legal. En Francia, la ley permite que una sola persona pueda ejercer varios mandatos políticos al mismo tiempo. A pesar de los recientes esfuerzos legislativos por cambiar esto, la verdad es que muchos son los parlamentarios que, actualmente, ocupan diversos puestos en el poder. Así hay algunos que, por ejemplo, ejercen como alcalde y Presidente de Consejo Regional a la vez. Esta práctica permite hacer carrera en la política y favorece la personalización del poder: se vota más por una persona que por un partido o ideas.

Explicación orgánica. En Francia no faltan los cargos políticos: 36 mil municipalidades, 22 regiones, 100 provincias, miles de distritos que necesitan cada uno concejales y presidentes. Es difícil morir en la política francesa. Un ministro puede dimitir, un diputado puede perder su escaño, pero siempre podrá seguir vivo a nivel local, ya sea como alcalde o concejal, esperando allí por días mejores.

Explicación por la personalidad de Sarkozy. A pesar de su breve carrera de abogado, Nicolás Sarkozy, como casi todos los líderes políticos de Francia, siempre ha vivido de la política. Desde 1977, es decir, por 37 años, Nicolás Sarkozy ha ocupado un cargo público o político remunerado: concejal, consejero regional, presidente de Consejo General, alcalde, diputado, ministro, eurodiputado, Presidente de la República, etc. Simplemente no puede imaginar su vida sin la política.

Explicación más coyuntural. Los franceses están asustados y desesperados por el declive político y económico de su país. Por lo mismo, el concepto de “hombre providencial” toma quizás más fuerza hoy día. Sin solución a la vista, muchos desean depositar su esperanza en un “superhombre”, un “salvador de la patria”. Esta postura es peligrosa porque al delegar toda responsabilidad en una persona, los franceses niegan el ejercicio libre de su ciudadanía y ponen en peligro la democracia. También, abre la puerta hacia la personalización del poder, con consecuencias políticas potencialmente irremediables.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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