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Me dijeron

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Camilo Vásquez Tapia y Danilo Vásquez Tapia
Por : Camilo Vásquez Tapia y Danilo Vásquez Tapia Camilo Vásquez Tapia, Profesor de Inglés. Universidad de Playa Ancha. Danilo Vásquez Tapia, Profesor de Historia. Candidato a Magíster Gerencia y Políticas Públicas. Usach.
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Se pensó ingenuamente que se necesitaban profesionales, que la solución a la pobreza y la miseria era crearlos por kilos sin ningún tipo de estrategia o proyecto de país. Además del problema anterior, también lo que no nos dijeron al final de estos 17 años es que Chile es un país de contactos, de parientes y de redes; y que si tú no las tienes, el sacrificio que hiciste y de  tus padres valió menos que nada.


Cuando era niño me dijeron (me obligaron) que tenía que comerme toda la comida, ya que había gente que no tenía nada y debíamos  estar agradecidos. Me dijeron que tenía sólo preocuparme de estudiar, de sacarme buenas notas; pero no de hacer amigos ni disfrutar mi niñez y juventud. Me dijeron que tenía que ir a la universidad (nunca me plantearon otra opción), que tenía que dedicar  17 años de mi vida a transformarme en alguien útil para la sociedad, productivo y trabajador. No lo niego, me lo dieron todo pero nunca me preguntaron qué era lo que yo quería.  No tenía derecho a pataleo, porque mis papás pagaban por mi educación y al parecer eso era suficiente para ellos.  Era mi deber. Eso sí nunca me contaron qué pasaría después; ahí estaba la magia.

Después de 17 años de “educación” lo que se busca por lógica es una recompensa prometida hace mucho tiempo, que el ser universitario en este país es sinónimo de  éxito y futuro prometedor. Sin embargo, con el tiempo te vas dando cuenta  que ese futuro idealizado no está de acuerdo con la realidad y en especial con el mercado. Con un mercado desatado a sus propias reglas que sólo busca hacer hoyos en la tierra o talar árboles, entonces me di cuenta que mi país no me necesitaba.

[cita] «… lo que no nos dijeron al final de estos 17 años es que Chile es un país de contactos, de parientes y de redes; y que si tú no las tienes, el sacrificio que hiciste y de  tus padres valió menos que nada».[/cita]

Durante la década del 2000 hubo una fuerte inversión de recursos, tanto por familias como por el Estado en abrir las puertas de las universidades  y  a miles de carreras, bajo el argumento de que el acceso a ellas traería un bienestar macro a esos que no podían pagar sus estudios superiores. La tragedia nos dio cuenta de que todo ese plan improvisado estaba en contradicción con la estructura económica del mercado; se pensó ingenuamente que se necesitaban profesionales, que la solución a la pobreza y la miseria era crearlos por kilos sin ningún tipo de estrategia o proyecto de país. Además del problema anterior, también lo que no nos dijeron al final de estos 17 años es que Chile es un país de contactos, de parientes y de redes; y que si tú no las tienes, el sacrificio que hiciste y de  tus padres valió menos que nada.

Puede que este artículo se haya creado desde la rabia, la pena  y la frustración de dos personas que ven cómo sus anhelos y expectativas chocaron violentamente con este país  injusto, que además con los últimos casos de corrupción han mostrado la verdadera cara “de ese Chile al Desarrollo” y que los verdaderos fumadores de opio son aquellos que creen que con el trabajo duro y las penas de infierno pueden  lograr cierto grado de bienestar.

Lo que no nos dijeron tampoco,  es que tenemos derecho a más.

 

 

 

 

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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